El Lugo sucumbe en Bilbao a pesar del acoso final a la meta del Athletic

Agencias

LUGO

03 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Después de cuatro encuentros sin perder, el Lugo sucumbió en Lezama ante un Bilbao Athletic que se jugaba el continuar una temporada más en la Segunda División B. Un paso atrás de los gallegos en su particular lucha por conseguir plaza para la Copa del año que viene. A pesar de ello, tuvieron el empate en su mano en las postrimerías, en lo que se convirtió en un brutal acoso final sobre la portería de un seguro Yago.

Bajo una fuerte lluvia y con el viento a favor, los de Quique Setién se hicieron desde los compases iniciales con un esférico que intentaban manejar con criterio. El ritmo era pausado y los rojiblancos (esta vez el Athletic, como locales) poco a poco ganaron terreno, aunque les costaba llegar a las inmediaciones del área de un ex cachorro como Escalona.

Las primeras oportunidades de mover el simultáneo estuvieron en pies de los lucenses, pero Maikel, desde fuera del área, se lo puso muy fácil a Yago. Tampoco acertaron con el último pase cuando se acercaban con cierta ventaja a la portería vizcaína, ni en un disparo de falta directa que enviaron contra la barrera.

Tupido centro del campo

El Bilbao Athletic difícilmente traspasaba el tupido centro del campo gallego, pero desperdició una gran ocasión a los diez minutos de partido. Julen Goñi se escapaba por la banda derecha y su centro al segundo palo lo remató de cabeza fuera un solitario Mentxaka. El empuje local pasada la media hora de juego provocó la amarilla de Diego López al derribar al veloz Mentxaka, mas la falta lanzada por Adrien Goñi se marcharía ligeramente por encima del travesaño.

Los lucenses volvieron a intentarlo y provocaron dos saques de esquina prácticamente seguidos. Tras el segundo de ellos, Mauro se encontró con el balón a seis metros de la portería en un barullo, y lo echó fuera. Lo mismo le ocurrió, pero en la otra meta, a Cerrajería en el último de los cuatro córneres botados por los cachorros. Prácticamente sobre la línea de gol, mandó la pelota por encima del larguero.

La respuesta de los, ayer, marrones la puso en una contra rápida por la banda izquierda un Arroyo que se escapó en solitario y que colocó un centro raso y medido para que algún compañero solo tuviera que empujarlo a las redes. Maikel, que siguió la jugada, disparó sin pensárselo, pero Yago, de nuevo, efectuó la parada de la tarde y sacó la pelota a córner.

Los cachorros salieron tras el descanso con la clara intención de ganar el disputado encuentro. Así, Íñigo Pérez avisó se sus intenciones al intentar sorprender con otra falta directa desde unos 35 metros. Un atento Escalona sacaba el balón de la escuadra para enviarlo a córner.

Pero la calidad del Lugo, el tercer conjunto más goleador del grupo, iba a marcar diferencias. Una gran jugada por la derecha de Maikel propició que fuera derribado por el contundente Borda y el colegiado catalán decretó penalti. El propio ariete coruñés ejecutó la pena máxima. El tanto supuso un duro mazazo para los jóvenes bilbaínos, cuando mejor se habían posicionado en el terreno en su búsqueda de la victoria.

Errores defensivos

La fe del equipo, y otra vez la estrategia de la perla Íñigo Pérez, darían la vuelta al marcador en un suspiro, poco más de cinco minutos de partido. Dos perfectas asistencias de Pérez iban a otorgar la victoria y los tres puntos a los cachorros. Primero, el empate, el gol de Mentxaka al solo tener que empujar la falta botada por el pivote vasco. Y poco después, al sacar el tercer córner de este período, un efecto imposible dejaba el balón bajo palos y Guillermo Fernández, que pronto cumplirá 17 años, marcaba su primer tanto de la temporada. Un gol que, a la postre, sería definitivo y que puede dejar a su equipo en Segunda División B.

Quique Setién quiso evitar la derrota y quemó las naves al dar entrada a Sergio Arias y al chino Losada. La calidad lucense se hizo notar entonces. Los cachorros esperaban en su parcela y se defendían con orden y todavía fuerzas suficientes ante las continuas avalanchas gallegas. Arroyo iba a disponer de una ocasión, pero su remate pegó en la espalda de un defensor local; luego, Sergio, en la interminable prolongación, tendría la opción del empate en sus botas, pero dispararía a escasos centímetros del palo.