Isinbayeva corta dos años en blanco con su vigésimo segundo récord en pértiga

X.R. Castro

DEPORTES

Saltó 5,03 metros en Italia superando en dos centímetros su propio registro del 2006 en Helsinki

13 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Yelena Isinbayeva ha vuelto, y además en su mejor momento. A 25 días de la cita de Pekín. Después de dos años en blanco, la reina de las alturas en el atletismo mundial consiguió en la Golden League de Roma su récord número 22. Se vio con fuerza y salto 5,03 metros. El salto fue limpio. Sobrado. Dejando muestras de que su techo está mucho más cerca del cielo.

Isinbayeva, que había acostumbrado a todo el mundo a ir de récord en récord, llevaba dos años estancada en sus 5,01. Lo había firmado en Helsinki en el 2006 y desde entonces había seguido mandando en la disciplina, pero sin mover el listón e incluso comprobando cómo una nueva generación de pertiguistas se le acercaba hasta el punto de ceder una victoria ante su compatriota Svetlana Feofanova.

Este bienio en blanco, en cuanto a plusmarcas que no a títulos, es el peaje que ha tenido que pagar la estrella rusa por su cambio de entrenador. El legendario Sergey Bubka es ahora quien guía sus pasos y quien representa su objetivo a batir. Si su gurú ha cosechado a lo largo de su larga carrera 35 récords mundiales, la zarina pretende retirarse con uno más. Con 26 años, tan solo le quedan catorce para conseguirlo (acumula 12 al aire libre y diez en sala). «Mi objetivo ahora son los 36 récords mundiales», proclamó en Roma.

Pero lo más importante es que con Bubka ha recuperado toda su confianza. «Desde hace algo de tiempo pongo más intensidad en mis entrenamientos y en las competiciones, de hecho me siento más fuerte tanto mental como anímicamente. Y ahora me quedan tres citas antes de los Juegos Olímpicos de Pekín». Fue esa confianza la que la llevó al récord en la noche romana. Yelena saltó cómoda los 4,95 y no se lo pensó dos veces. Nada de distancias intermedias. Se fue directa a por el récord (de dos centímetros) y acertó de pleno aunque hiciese nulo en el primer intento. En el segundo saltó con suficiencia sabedora de que caería la plusmarca. Por eso cuando se levantó de la colchoneta como un resorte era para celebrar el éxito. Más tarde para proclamar que llega a Pekín en el mejor momento de su carrera.

Cambio de entrenador

Isinbayeva representa mejor que nadie la superación continua. Desde que comenzara a saltar en la fría Volgogrado no ha parado de pulverizar registros. Al mismo tiempo no se ha cegado de éxito. Hace tres años vio que corría el peligro de estancarse, por eso cambió el entrenador de toda su vida por Vitaly Petrov, el profesor de Bubka, y con él cambió también su técnica hasta el punto de poder saltar con pértigas más duras.

Tampoco ha tenido reparos en dar un giro radical a su vida. Hace tiempo que ha instalado su residencia entre Montecarlo e Italia, con alguna incursión en Donetsk (Ucrania), y que se ha rendido a los encantos de la alta costura y la vida occidental más glamurosa. Quizás por eso se siente tan bien en Italia, en donde entrena desde hace tiempo, y por eso también cada vez que salta en Roma tiene una química especial con el estadio y con el público. Incluso llegó a decir en la rueda de prensa posterior que tenía señalada la prueba como la elegida para abordar el registro mundial.

Pero tanto glamur no le apartan del entrenamiento y el esfuerzo diario, una cuestión que dirige casi con mano de hierro Vitaly Petrov. De su mano, y de la tecnología del Federal Techicla Center de Formia ha vuelto para avisar al mundo en la antesala de los Juegos. Las críticas de sus adversarias la han espoleado -así lo admite- y ahora está dispuesta a seguir mejorando su mejor versión. Pekín puede presenciar en cuatro semanas su récord número 23.