Gonzalo Rubinos ha formado al personal de enfermería de un hospital de la Fundación Vicente Ferrer que atiende a las castas más desfavorecidas
30 dic 2010 . Actualizado a las 11:39 h.Su apellido evoca la solidaridad. Gonzalo Rubinos Macías (A Coruña, 1977) reconoce que siempre le han atraído las tareas solidarias y duda si en ello puede tener algo que ver su apellido y su vinculación familiar con el fundador del refugio Padre Rubinos. Acaba de regresar de India, adonde se fue unos meses tras renunciar a seguir trabajando como interino en el hospital Vall de Hebrón, de Barcelona. Lleva una década viviendo en la capital catalana y el año pasado también estuvo en una labor asistencial en Guatemala.
Este enfermero vocacional sostiene que hace dos años «ya me había puesto en contacto con la Fundación Vicente Ferrer para irme allí» pero no fue hasta el pasado verano cuando se fue «para un training de formación a las enfermeras».
El hospital de Bathalapalli «es el más grande de los tres que tiene la Fundación Vicente Ferrer» en India. Está en Anantapur. «Aquella comunidad autónoma es como toda España de grande», explica, antes de detallar que en India la sanidad privada «es muy cara», la pública «horrorosa» y desde centros como los impulsados por la Fundación Vicente Ferrer se atiende «a todo tipo de gente, mucha que viene desde lejos de pueblos y aldeas». Tras destacar que la atención «es muchísimo mejor» que en los centros públicos, Rubinos indica que los usuarios «tienen que pagar algo simbólico; la mayor parte de la gente son de las castas más bajas». A esas castas pertenecen también los profesionales que trabajan allí, donde «los forman, a la vez de les dan alojamiento, y trabajan para la fundación».
En cuanto a las dificultades de su estancia, «la primera es que eres una persona extranjera que vas a decirle a la gente de allí cómo tiene que trabajar». Otras dificultades eran ser hombre, «porque allí todas las enfermeras son mujeres», y el idioma, «porque la mayoría habla la lengua local y al principio me costaba explicarles las cosas».
«La vida vale muy poco»
Sin embargo, «lo más duro como personal sanitario fue que la vida vale muy poco; aquí con un paciente con 80 años los médicos van a por todas, pero allí se muere en la uci gente muy joven por neumonía, malaria o dengue: no se lucha como aquí por la vida. A mí se me han muerto pacientes; es cierto que llegan muy mal, porque van a última hora al hospital».
Gonzalo Rubinos sostiene que en India «la vocación de enfermero o de médico no existe: estudian los que tienen oportunidad de hacerlo pero lo hacen por el estatus social, muy pocos por vocación». En este sentido, detalla que estos profesionales «hacen el trabajo que tienen que hacer como máquinas y les falta mucho de la parte humana, supongo que será porque las condiciones también son más duras». Dice que en India «la situación es como aquí hace 50 años con el médico como un dios y la enfermera asintiendo». El primero cobra más de mil euros y la segunda poco más de cien.