¿Qué bebe más Santiago, cerveza o vino? El debate está servido y depende mucho de la generación a la que se pregunte
Vivir Santiago
Los establecimientos más cotidianos esconden auténticos conocedores de estos dos productos, acostumbrados a maridarlos de la mejor manera
26 Oct 2023. Actualizado a las 08:08 h.
Gozar de buena comida y bebida en Santiago de Compostela no es difícil. Su gastronomía se celebra en toda Galicia, siendo hasta común que los restaurantes de la capital tengan clientes habituales hasta fuera de sus fronteras, como en A Coruña o en Vigo. Si bien para el plato las ofertas son de lo más variopintas, para la copa que lo acompaña existen dos reyes indiscutibles: el vino y la cerveza, que se baten en duelo cada vez que alguien encarga su comanda.
Resulta sencillo comprobar que no hay un gusto uniforme en Santiago, faltaría más. Lejos se han quedado para los consumidores actuales los anocheceres de cunca en cunca por las calles de la zona vieja, también para los universitarios el París-Dakar, que hoy solamente vive de su propia leyenda. De hecho, en la actualidad pocos estudiantes beben vino, siendo la gran moda entre ellos el consumo de cañas o cervezas.
A Carlos Suárez, gerente del bar La Tita, le quedó claro hace ya años. Allí terminan su jornada muchos alumnos de la USC y conoce bien sus hábitos, inclinándose en su mayoría por los refrescos o las cañas. Estas últimas triunfan también entre los turistas, siendo los compostelanos que ya cuentan alguna cana los más aficionados al vino, «sobre todo os que xa comezan a superar os corenta anos», precisa Suárez.
Con diferencia, en su negocio salen más las aguas que los vinos, al ser joven su público. Otro grupo social que destaca entre quienes disfrutan del binomio«caña e pincho de tortilla», como dice el gerente, son los turistas, atraídos por la fama del plato estrella que sirve La Tita. «Agora ben, con estes hai que ter coidado, pois aínda a semana pasada apareceu unha británica pedíndonos ás nove da mañá unha ración de zamburiñas e un gintonic, que ao final remataron sendo tres».
Indagando es sencillo darse cuenta de que no hay muchos pubs en Compostela que sirvan vino. Esto está íntimamente relacionado con el hecho de que sean los más jóvenes aquellos que se decanten por las cervezas. Una de las excepciones es O Boneco, el local que dirige Thor Rodríguez, y donde hay vino y bueno. «Aun así, lo cierto es que sale mucha más cerveza, las cosas como son», señala el hostelero, que dota de sentido a esta realidad poniendo de manifiesto que cada vez son más los jóvenes que suplen el gasto de los cubatas con botellines de cerveza, «un producto que les sale mucho más económico en la noche y que quizás les deja mejores resacas».
Al cambiar los públicos, cambian las tendencias. Italo Víctor Núñez, sumiller del restaurante La Radio de Pepe Solla, asegura que en su caso la cosa está más repartida, siendo también su audiencia mucho más mayor y acomodada que la de los locales anteriores. Su oferta, tanto de vinos como de cervezas, está definida por Núñez como «sencilla», aunque uno se da cuenta de que esto no es tan así simplemente traspasando el umbral del restaurante.
El placer de saber elegir
Se compone en un 90 % de vinos gallegos la carta de La Radio, siendo en total 125 las referencias que maneja el establecimiento. Muchas provienen de producciones pequeñas, con marcado acento local, «algo que nos ayuda a ser versátiles». Siguiendo la idea, destacando esa virtud sobre las otras muchas que tiene, Núñez subraya la importancia dentro de su propuesta de los vinos de la Denominación de Origen Rías Baixas, con diferentes Albariños y también tintos «frescos y ácidos». Esas dos características los hacen ideales para maridar con el cerdo, muy presente en la carta de La Radio y que representa para los gallegos «una zona de confort». Según Núñez, el Albariño también lo es y en el resto de España se están dando cuenta, pues lo están valorando cada vez más».
Combinado con las comidas, el Albariño destaca. Ahora bien, ha perdido fuelle en favor del Godello cuando se trata de simplemente tomar algo. Es la impresión que tienen en el bar Viño, especialista en el producto que lleva su nombre. Alejandro Hermida, su nuevo gerente, señala a esta variedad como la más consumida, concretamente la de Valdeorras. «Iso deixa ao Albariño nun segundo posto dentro dos brancos, empatado, diría eu, co Ribeiro».
Hay un dominador absoluto, eso sí, cuando se habla de tintos, y ese es el Mencía, que arrasa entre los compostelanos que visitan el bar Viño. «Iso si, está a cobrar forza a Tinta de Toro, máis lixeira», indica Hermida. Sus clientes, por lo que dice, conocen las diferentes características de unas y otras variedades, «sendo o consumidor do viño coñecedor do que lle serven, algo que se agradece moito».
Recalando ahora entre los especialistas en cervezas, hay uno que está en boca de todos, y no solo por ellas. Singulario es uno de los establecimientos de moda entre los amantes de las hamburguesas, pero nació como cervecería y claramente lo sigue siendo. «Creemos que al vino le cuesta salir de su tradición, avanzando su mundo mucho más lento que el de la cerveza, donde cada individuo puede prácticamente hacerse la suya propia», comenta Leo Otero, uno de los socios de este negocio.
Innovar en la esfera de la cerveza es algo que les cuesta a los consumidores habituales de vino, según Otero, «siendo, eso sí, mucho más atrevidas las chicas, normalmente, pues además saben valorar el producto que les servimos mucho mejor que los chicos». Entre los productos que más les piden en Singulario están las cervezas Ipa o las New England, «más afrutadas», aunque las tostadas y de mayor graduación están también en auge.
Sentado ya a comer, Leo Otero puede hacerle a su cliente un repaso por sus recomendaciones. «Con las hamburguesas más saladas apostaría siempre por una Lager o una Ipa, mientras que con aquellas que son más dulces al predominar más la cebolla que la carne, como en nuestra smash New York, me iría con una tostada, dejando las ácidas para las hamburguesas cuyos ingredientes son realmente sabrosos hasta el punto de que colapsan el paladar, como aquellas que llevan cecina o queso azul».