Vacas que pacen sobre el asfalto

VIGO

Ni la limpieza de los márgenes del vial ni las señales de Tráfico evitan que en la carretera Tui-Gondomar se sucedan los siniestros por irrupción de animales

10 jun 2009 . Actualizado a las 13:22 h.

Las vacas ya tienen GPS. Por increíble que parezca, el sistema parece que ha sido patentado en México. Se trata de una alambrada virtual que permite monitorizar la ubicación y dirigir a los bovinos hacia los lugares de pastoreo deseados. Pero, en el país donde pastan «un millón de vacas», ni siquiera los modernos sistemas de localización de los coches que sí detectan hasta los radares pueden anunciar su irrupción en la calzada.

Los animales sueltos en la carretera fueron la causa de 2.014 accidentes ocurridos en los viales gallegos durante el año pasado, con el resultado de un muerto y 54 heridos. Cifras suficientes para reflexionar y revisar las medidas adoptadas o las que no.

La situación se repite por toda Galicia, aunque mientras que en las demás provincias los jabalíes y corzos son los principales culpables de los siniestros, en Pontevedra y en el área de Vigo, la mayoría se producen por la invasión de aves, perros, vacuno y equinos.

Los automovilistas que utilizan a diario la PO-351, entre Tui y Gondomar se enfrentan con este problema desde hace años. Empleados del servicio de mantenimiento de carreteras han realizado en los últimos meses una limpieza a conciencia de los márgenes del vial y se han colocado varias señales alertando del riesgo. Pero, mientras las vacas no sepan leer, se eliminen las curvas o se iluminen los tramos que normalmente cubren densos mantos de niebla, las medidas parecen insuficientes por mucha precaución que se tenga.

En lo que va de año ya se han producido varios siniestros en este vial. Por fortuna no siempre se impacta contra el animal pero las consecuencias no dejan de ser igualmente importantes. Ángel Sánchez, vecino de Tui, fue uno de los automovilistas que este año se topó de frente, en el Alto de San Cosme, con uno de los bovinos en plena calzada.

Testimonio

«Era la una de la madrugada, venía de Patos y, en una curva, subiendo, casi a la altura de San Antoniño me encontré con una vaca parada en el medio de la carretera», recordaba ayer. Según relató, «no iba con velocidad excesiva, pero tuve que hacer dos giros muy bruscos, uno para esquivarla y otro para poder regresar al carril, porque, de haber seguido era el abismo, me hubiera caído por el precipicio».

El conductor asegura que, «aún así tuve suerte, obré por un instinto de seguridad». Su maniobra evitó el choque y el precipicio pero hizo que el vehículo volcara. «No sé cuántas vueltas de campana dí hasta que el coche quedó volcado en medio de la carretera», explica.

Tras el accidente, «la desorientación era lo peor y lo más difícil fue salir del coche». A esa hora no había casi tráfico en la zona pero, minutos después, otro coche llegó al lugar y sus ocupantes le ayudaron a sacar el vehículo de la carretera.

A la falta de visibilidad habitual en la zona se le una la sombra de la señal de telefonía, por lo que, también le costó lo suyo poder utilizar el móvil para solicitar ayuda. «No había tráfico, ni cobertura de teléfono ni iluminación, estás totalmente perdido, expuesto a todo», señala.

Aún así y, después de esta experiencia, asegura que «me sigue gustando mucho esa carretera y a las vacas les tengo mucho cariño, me alegro de no haberla matado; además el impacto supongo que también habría sido peor». Milagrosamente, él salió del trance sin un rasguño. Eso sí, «el coche quedó siniestro total y la compañía no me da nada porque no se puede demostrar por qué se produjo el accidente».

Tanto él como otro matrimonio de Tomiño que sufrió un percance similar y, en general, todos los usuarios habituales de la vía, que conocen sus encantos y riesgos, demandan que las administraciones tomen cartas en el asunto de una vez.