En busca de una senda para la nueva Gambia

SOCIEDAD

Elena Alba coordina un programa para fortalecer a la Cruz Roja en el país africano

15 jun 2009 . Actualizado a las 14:56 h.

Gambia forma parte de esa África endémicamente pobre, de esa zona del continente negro desde la que, durante años, se ha emigrado a Europa en condiciones extraordinarias y que ha entrado en un bucle de difícil salida. «Del sur todo el mundo tiene la imagen de pobrecitos, y eso hace que perdamos la perspectiva de la condición humana con independencia de dónde vivan. Nosotros no podemos actuar como los salvadores de nadie, son ellos mismos los que tienen que luchar». Con esta contundencia explica Elena Alba el fondo de su tarea en la Cruz Roja. Para esta lucense de As Nogais ya en la treintena, Gambia es su tercer proyecto desde enero del 2007. Antes había empezado como voluntaria en la oenegé Solidarios, en la universidad. «Al acabar la carrera me fui a Islandia a través del servicio de voluntariado europeo, y entonces descubrí que quería dedicarme a esto de una forma más profesional», añade a modo de presentación.

Se especializó en derechos humanos y en acción humanitaria internacional para prepararse, antes de irse como expatriada. «Pero con independencia de la formación académica, la mejor escuela es la vida, tiene que enseñarte la humildad y el respecto, que en este trabajo son cualidades fundamentales», relata.

Desde marzo y hasta finales de verano se quedará en Gambia como delegada de Cruz Roja Española, dentro de un programa de fortalecimiento institucional de la sociedad nacional de Gambia de esa misma organización. Es un trabajo menos conocido, más oficial, pero muy importante para mantener y reforzar la red internacional de la mayor institución humanitaria del planeta, nacida hace 150 años.

«Con el fortalecimiento de la Cruz Roja Gambiana se refuerza el tejido social del país y, con ello, indirectamente toda la población», explica. La tarea es más de oficina, de negociación, de establecimiento de estrategias. «Cuando sales al terreno y ves los resultados te motiva todos los días», apostilla.

Antes de esta tarea hubo otras dos. A inicios del 2007 trabajó en la oficina técnica de cooperación de Guatemala, como becaria de la Dirección Xeral de Cooperación de la Xunta en una iniciativa para el desarrollo económico de la mancomunidad de Copán Chortí. Luego, desde marzo del año pasado se vinculó a la Cruz Roja en Níger, en una iniciativa para garantizar la seguridad alimentaria en el que pasa por ser uno de los cinco países más pobres del planeta. «Allí viví mi mejor momento porque, siendo un país musulmán, y Maradi, donde yo estaba, la zona más radical, se suponía que a mí, como mujer, no se me iba a tener en cuenta y que todo iba a ser mucho más complicado, pero me respetaron, me valoraron y apreciaron mis opiniones».

Ahora trabaja en uno de los países que más enfiladas tiene a algunas minorías, como el colectivo homosexual. Pero la situación del país no es el principal problema: «Aquí una de las dificultades más grandes que he tenido es manejarme con las tecnologías para comunicarme. Cuando te preguntan qué problemas te encuentras cuesta contestar, porque cada uno desaparece al día siguiente, aunque sean muchos».

Es una batería de problemas cotidianos de baja intensidad que se van olvidando cuando se ven resultados, «Cuando un proyecto sale bien tienes la satisfacción de que darlo todo ha merecido la pena, y que no luchas sola, que contigo hay un equipo motivado y que quiere trabajar por su gente», explica. Elena trabaja con agentes gambianos, los que tomarán el relevo. «Tú eres un simple apoyo que aporta la visión occidental de los donantes, y que ellos sean los que realmente propongan y se muevan es una gran recompensa para mí, ver que ya no necesitan a nadie externo porque ya saben lo que tienen que hacer». Sin paternalismos ni caridad.