Las Rías Baixas viven el otoño más seco en los últimos diez años, pero nada garantiza que no se vuelva a repetir un escenario de fuertes precipitaciones como el que azotó Galicia hace un año. Con todo, los efectos de las riadas no serían tan devastadores como lo fueron en octubre y noviembre del 2006. La vegetación ha ido cubriendo las zonas más afectadas, pero ha sido un proceso natural, sin que apenas haya habido una labor generalizada de repoblación.
Lo confirman desde las propias comunidades de montes sus gestores, que aguardan por las líneas de ayudas específicas para la repoblación. Entretanto, como explica Claudio Quintillán, presidente de la mancomunidad de O Castrove, el monte sigue sus ciclos naturales. «Agora mesmo, o problema máis serio que sufren os montes do entorno de Pontevedra é a invasión de eucalipto por multiplicación», alerta.
El fenómeno del que habla Claudio Quintillán se refiere a la reproducción natural del eucaliptal, que se produce de forma masiva. «Donde antes había unha árbore, agora hai unha auténtica invasión por metro cadrado», advierte.
Así, mientras la Consellería de Medio Rural ultima un aumento de protección para las zonas más sensibles azotadas por el fuego en el verano del 2006, la proliferación y extensión de los eucaliptales, con incluso más pies por hectárea que antes de la oleada de incendios, supone una auténtica amenaza de cara a la próxima primavera. «Se se deixa que continúen medrando, suporá ter nos montes un combustible excepcional para alimentar novos incendios», aventura Claudio Quintillán.
Repoblación inviable
Pero la solución no pasa por una actuación precipitada. La repoblación con nuevas especies es inviable hasta la próxima primavera. Acometerla ahora podría ser inútil. Unas lluvias copiosas podrían arruinar todo el trabajo y arrastrar todo lo plantado ladera abajo.
Con todo, el resultado nunca sería tan catastrófico como hace un año. Sólo las cumbres han sufrido un desgaste tan acentuado que ya no disponen de vegetación que frene el arrastre de sedimentos. La situación ladera abajo es, sin embargo, ahora mucho más tranquila gracias a una intervención de urgencia de ochocientos mil euros en las áreas más castigadas tras los incendios.
Pero todos esos sedimentos arrastrados que han dejado las cumbres en pura roca tampoco han podido ser reutilizados. De hecho, cientos de toneladas de lodos continúan acumulados en el Monte Castrove desde que fueron depositados allí. Se trata de restos que discurrieron ladera abajo hasta acumularse incluso sobre los bancos marisqueros de Combarro. Un año después, según confirma el propio Emiliano Quintillán, uno de los impulsores de la medida que permitiría convertirlos en compost para regenerar zonas quemadas, el tratamiento o la utilización de los residuos orgánicos en el monte ha sido nulo.