La cuesta abajo del Club Deportivo Ourense se prolongó en O Couto, frente a un Rayo Vallecano que le endosó su tercera derrota consecutiva en una contienda con dos caras bien diferenciadas.
De partida, la escuadra rojilla cumplió su primer objetivo, juntando bien las líneas y dificultando las proyecciones atacantes del conjunto vallecano, que sí acaparó el control del esférico en una especie de rondo sin demasiada profundidad. Así el primer aviso visitante llegó en una jugada de estrategia que cabeceó Enguix por encima del larguero, mientras que los anfitriones, sin balón en sus pies, tampoco podían armar las contras tras sus robos de balón, por lo que no fue hasta el minuto 18 cuando Jaime disparó a puerta, en un lanzamiento lejano que no inquietó a Teté.
El aguijón del Rayo sí fue letal cuando la zaga ourensanista se despistó en un rechace y un dinámico Míchel recogió el balón para batir a Taranilla sin remisión. El gol abría de par en par las puertas del partido al plantel de Pepe Mel, que sin embargo, seguía sin aportar verticalidad a sus innumerables toques. El Ourense tampoco existía en ataque e incluso su mejor triangulación, con un centro primoroso de Martín desde la derecha, terminó en una tarjeta para Azevedo, por simular penalti ante el férreo marcaje de Baquero.
Al intermedio, se palpaba en las gradas una clara derrota rojilla, pero la confrontación dio un vuelco importante. La racanería fue el signo más destacable del fútbol de los madrileños y el tesón del Ourense mereció mayor premio, aunque sus carencias para pisar con peligro el área contraria eran evidentes.
El luso Álvaro Da Silva fue el primero en probar fortuna con un chut que se le marchó fuera. El central Pablo cabeceó bien el lanzamiento de una falta, pero Martín no pudo culminar con eficacia la jugada, que poco después se prolongó hasta otro cabezazo de Aloisio que se escapó desviado.
El combinado rayista ya apostaba entonces por las contras y Collantes puso en apuros a un seguro Taranilla, como después haría Albiol. La única combinación con cierto criterio de los forasteros la propició Pachón, pero no llegó el goleador Míchel, cuando sorprendió para plantarse en el área pequeña.
Ni Anxo ni Jaime Moreno aportaron más frescura a las incursiones ourensanas, diseñadas a base de oleadas envalentonadas, pero sin demasiada coherencia. Aún así, llegaron las mejores oportunidades en la recta final del enfrentamiento. Primero fue Yebra el que recogió un balón en la frontal y Teté se lució con una fenomenal estirada. Luego la polémica del encuentro, tras una artistada de Álvaro que se plantó en el área para ser derribado por Ayala.
González Fuertes se hizo el sueco y la suerte del partido prácticamente quedó echada, aunque Teté volvió sacar un perfecto cabezazo de Lozano, que repitió al minuto siguiente con brillante gesto, para que el balón se le fuera rozando el palo. Al contrario la última ocasión clara fue para un Diego Torres que se recreó de tacón.