Sin Delibes

La Voz

CULTURA

13 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Con Delibes se nos ha ido uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. Probablemente, el más grande de después de la Guerra. Esta mañana, cuando desperté en otro país, con un horario muy distinto del de aquí, tenía varias decenas de mensajes, llamadas telefónicas y correos electrónicos que me anunciaban su muerte y me daban el pésame. Mis amigos saben que le quería. Puede que, por lo tanto, no sea imparcial.

Pero lo cierto es que no recuerdo haber hablado con ningún lector español que no hubiera leído, al menos, una obra de Delibes. Las cifras de ventas de sus libros certifican la recepción multitudinaria que ha tenido su obra en España. Las traducciones a todos los idiomas importantes del mundo y a muchos de los minoritarios avalan su recepción fuera de nuestras fronteras. Esto puede resultar más sorprendente, porque Delibes, en apariencia, escribía sobre personajes y paisajes hiperlocales. Buena parte de su encanto y de su calidad literaria, además, residían en una prosa riquísima, entreverada de términos inusuales, y muy rítmica. Tanto su prosa como sus historias, por tanto, podrían parecer cualidades inadecuadas para la traducción, porque el sabor de ambas y su sentido no reúnen los requisitos de estandarización y homogeneización que caracteriza lo fácilmente exportable. Delibes, sin embargo, fue distinto y exportable, castellano leído con gusto en cualquier rincón de España y en cualquier lugar del mundo, porque acertó con lo esencial: decir la verdad sobre el corazón humano.

Delibes se nos ha ido, pero se queda: encarnado en más de un centenar de personajes que nos permiten entendernos mejor.