
Esta divulgadora sexual nos enseña a desnudarnos y arder para conectar con nuestra verdadera identidad: «Te puedes comer el mundo también a los 60. Lo que pasa es que nuestras prioridades siempre son los demás. Por eso hay que incendiar todas estas cuestiones»
04 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Noemí Casquet (Barcelona, 1992) tiene más de 2,5 millones de seguidores en Instagram y otro millón más en TikTok. Esta escritora y periodista lleva más de 13 años especializada en divulgación sexual. Tras varias novelas publicadas, regresa a las librerías con su proyecto más personal, Pirómanas, una guía revolucionaria hacia la transformación profunda de las mujeres para volver a conectarnos con nuestra identidad, «reclamar el poder, potenciar el placer y construir el amor sano».
—«Pirómanas» es toda una declaración de intenciones...
—Sí, es un libro bastante provocador, donde abarco todo lo que tiene que ver con la identidad de las mujeres, el poder, el placer y el amor. Y cómo tantos mitos, que nos han interferido e interpelado a lo largo de nuestra vida, se rompen de algún modo en este libro. En ciertos momentos parece que nos perdemos, y que estamos constantemente por y para los demás. Ya no solo a nivel familiar, sino también a nivel laboral. Y si ya tenemos hijos, olvídate. Ya pierdes tu identidad, tus sueños y tu placer. Y no solo hablo de placer sexual, sino de placer vital, del placer de estar vivas, de descansar... ¿Cuántas veces las mujeres no nos permitimos enfermar? Tenemos un montón de prioridades, que son los demás, antes que nosotras. Entonces, es necesario que se incendien todas estas cuestiones.
—Por no hablar de la presión de los cánones estéticos...
—Tenemos una voz en nuestra cabeza que nos va diciendo cómo tenemos que ser dentro de ese paradigma y ese traje que es ser mujer. Pero ¿qué es lo que quieres hacer tú y cómo te gustaría vestir? Independientemente de tu edad, de tu familia. En muchas ocasiones nos cortamos porque pensamos que adónde vamos con 60 años. Pues, querida, tienes aún mucha vida por delante, ¿adónde no vas? Te puedes comer el mundo también a los 60. Pero ese pensamiento nos lo han quitado. Entendemos que a los 18 nos gusta salir de fiesta, pero a los 60 no puedes estar encontrando aún tu vocación.
—Entonces, a los 60 es una buena edad para empezar de cero también.
—A los 60, a los 70, a los 80 y a los 90. Mientras sigas respirando. ¿Por qué nos tienen que quitar la identidad y la capacidad de vivir simplemente por que cumplimos años? Para mí esta es una de las estrategias sociales que hay hacia las mujeres para dirigirlas al aislamiento y la soledad. Es una manera de quitarnos el poder. Cuando entramos en la menopausia, sentimos que ya no somos deseables, pero solo tienes que volver a conocerte, y volver a encontrar a la mujer en la que te has convertido. Que no digo que sea fácil. Pero estamos en una sociedad en la que a esa edad se aboga por que te pinches bótox... Estamos perdiendo el foco de lo natural.
—Con apenas 33 años ya tienes una legión de seguidores en redes sociales, ¿cómo empezaste?
—Empecé con la divulgación sexual casi a los 14 años. Sin saberlo. Porque cuando yo estaba experimentando con mi sexualidad, le hacía preguntas a mi madre. Y tuve la suerte increíble de que mi madre nunca me negó la información. Tuviese la edad que tuviese. Porque sabía que si preguntaba es porque estaba preparada para ello. Entonces, a los 14 años, empecé a preguntar mucho sobre sexualidad, porque empecé a mantener mis primeros encuentros. Y mi madre siempre me dio mucha información. Al final, yo era también una fuente de información para mis amigas. Entonces, ya hacía un poco lo que hago ahora. Iba a una fuente, preguntaba sobre una cosa, investigaba sobre el tema y luego lo divulgaba con mis amigas. Y a los 18 años, en la universidad, empecé con un blog que decidí enfocar sobre la sexualidad. Pero el profesor me llamó guarra delante de toda la clase. Dijo que lo había hecho para llamar la atención del público masculino. Y ese fue un momento muy importante en mi vida.
—¿Por qué?
—Porque era el blog más avanzado de toda la clase con diferencia, pero simplemente por tratar temas de sexo, ya era menos. Ahí me prometí a mí misma que me iba a dedicar toda mi vida a cambiar esto. Y me he especializado y he investigado sobre ello. Después vino el posgrado de Terapia Sexual y de Pareja y ahora estoy con un máster en Sexología. Y más allá de las formaciones que he hecho, hace ocho años decidí grabar vídeos en YouTube sobre las relaciones no monógamas, y a partir de ahí me empezó a seguir mucha gente. Después, seguí divulgando sobre sexualidad y di el salto a Instagram. Pero esta es mi tercera cuenta, porque me han cerrado ya dos por tratar temas de sexualidad.
—¿Hay censura en la divulgación sexual en redes?
—Absolutamente, sí. Curiosamente a mí, por ejemplo, me censuran si digo la palabra orgasmo, pero no censuran a una persona que tiene un microbikini que solo le tapa los pezones. Todavía hay mucha incongruencia.
—En tu libro alertas del neomaltratador, ¿cómo es este perfil?
—Son esos falsos aliados que han utilizado el feminismo para su propia validación sexual y social. Y ya no tienen un perfil de maltratador misógino, que odia a las mujeres, que es machista y que tenemos tan identificado. Sino que tiene otro tipo de tácticas aplicadas más hacia lo que las mujeres estamos luchando, a nuestro feminismo. Y utilizan muchos eslóganes y frases para crear un falso espacio de seguridad, donde tú puedas bajar la guardia y tener confianza, pero siguen realizando maniobras de luz de gas, de manipulación, de control y de maltrato. A día de hoy, hemos visto que están saliendo algunos nombres de falsos aliados dentro del feminismo. Pero todavía queda mucha gente por salir. Yo también alerté sobre una relación que tuve con una persona y que era un gran aliado feminista. Y voy a seguir alertando, porque me parece que es un insulto a nuestro movimiento y hacia las mujeres.
—¿Y el príncipe violeta?
—Es el mismo concepto. Lo de violeta no es porque es el color del feminismo. Hemos identificado a esos príncipes azules que nos hacen promesas de todo tipo y sabemos que ahí ya vamos un poco con la alerta de «uy, uy, uy, cuidado que puede salir rana». Pero cuando conocemos a estos príncipes violetas, ellos te dan todos los eslóganes con los que tú te puedes sentir segura y luego empieza la manipulación. En mi caso, al principio no me di cuenta, pero luego yo veía cosas y, cuando le decía lo que había visto, él lo negaba y decía que lo estaba malinterpretando. Después ya fue bastante más exagerado, y tú vas perdiendo confianza en ti misma, en tu propia visión de la realidad. Y te haces dependiente de esa persona. Es un círculo del que resulta muy difícil salir. Porque cuando te das cuenta, ahí ya no confías en ti misma. Y temes tener otra relación por si te vuelve a pasar. Mi consejo para las personas que están sufriendo luz de gas es que lo graben o que escriban lo que les dicen. Para así corroborar que lo que tú dices es lo que ha pasado. Yo, por ejemplo, empecé a escribir todo lo que había dicho para después comprobar que había sido así y que me estaba haciendo luz de gas en mi cara. Es muy difícil salir de ahí, necesitas terapia, porque te revienta la autoestima y te genera mucha inseguridad. Yo, a día de hoy, y un año más tarde, sigo teniendo secuelas.
—¿Cómo se puede disfrutar del sexo a partir de la menopausia?
—Lo primero que tienes que hacer es darte permiso para tener placer. Tienes que creerte con el derecho de poder sentir placer a los 60 años. O a los 80. A volver a enamorarte, o a querer buscar tu propósito. Nacemos y morimos con unos genitales pegados a nuestro cuerpo. Y, por lo tanto, somos seres sexuados. La sexualidad está en nosotros. Otra cosa es que queramos experimentarla o no. El problema es que solo se ofrece educación sexual a la gente joven, nadie te explica qué pasa cuando tienes la menopausia y no lubricas o no puedes tener una erección. A la gente de 50, 60, 70..., a todas las edades, les tienen que dar información para cada momento vital de su existencia. A esas edades hay un cambio, pero eso no significa que no podamos mantener relaciones sexuales. Tal vez el ritmo ya no sea el mismo, tal vez debamos empezar a entrenar nuestro placer, no solo el genital, sino el corporal. Pero se puede sentir placer más allá del sexo genital.