Treinta años de Tosar: de Cospeito al estrellato

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MARCOS MÍGUEZ

El actor gallego más internacional es un orgullo con tres premios Goya y una proyección que no deja de crecer

28 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El pequeño Luis jugaba a imaginarse que Lugo era Nueva York y veía en Xustás, la parroquia de Cospeito que lo vio nacer hace 52 años, una especie de paraíso terrenal. Sus raíces fueron fundamentales en la configuración de uno de los actores con más peso del cine español. De hecho, siguen muy presentes en él. También en sus hijos, León y Luana. «Yo a mis hijos les hablo en gallego. Sé que no lo van a hablar porque se están criando en Madrid, pero intento que tengan el idioma presente para que cuando hablen con sus abuelos, los entiendan. A veces les cuesta. Pero, por lo menos, que la sonoridad y el vocabulario los tengan en algún lugar de su memoria», declaró a esta revista en una ocasión el actor, que siempre recuerda a su profesora de literatura del colegio, Mavisa, como la persona que le impulsó a dedicarse a la interpretación.

Nada le hacía imaginar, ni entonces en la aldea ni después, cuando empezó a despuntar en la televisión como el juez más famoso de Portozás, lo que estaba por venir. «Yo tenía ganas de hacer lo que hacía, de ser actor. Iba disfrutando de cada momento sin tener ni idea de lo que iba a pasar en el minuto siguiente», aseguró en una entrevista. El primer capítulo de Mareas Vivas se estrenó en enero de 1999. Poco antes, en 1998, estrenó Atilano presidente y el cortometraje La extraña mirada. Este es el relato oficial de sus comienzos. Ahí nació Luis Tosar de cara a la galería, pero su carrera empezó antes. Y lo hizo con un proyecto rodado en Galicia del que poco se sabe. Tan solo que se estrenó en 1994, hace justamente ahora 30 años, y que no triunfó demasiado en los circuitos: Ni en sueños. El filme estuvo dirigido por Alber Ponte, con quien luego trabajaría en otros. Por qué no obtuvo el éxito o la distribución esperados es un misterio.

«Recuerdo a Luis Tosar en un primer encuentro en Cineuropa. Premiábamos al añorado José Luis Borau por una soberbia película, Leo. Y a Borau lo acompañaba Luis, que tenía uno de sus primeros papeles de relieve en ese filme, aunque ya había obtenido el año anterior —el siglo pasado— la primera de sus nominaciones al Goya nacida de su fecunda colaboración con Icíar Bollaín, por Flores de otro mundo. De aquel momento me quedé con el respeto, la admiración que se percibía que Luis sentía por Borau. Saber escuchar a los sabios, a los jefes autorales de la tribu, es una condición necesaria de los que van a ser luego grandes», recuerda el crítico de cine José Luis Losa.

Tras sus primeros proyectos vendrían muchas otras películas de éxito, pero el primer premio de la Academia de Cine llegaría de la mano de Los lunes al sol en el 2003 con el Goya a mejor actor de reparto. Tan solo un año después, en el 2004, ganaría el Goya al mejor actor protagonista por Te doy mis ojos y en el 2009 por su inolvidable interpretación de Malamadre en Celda 211. Su carrera en el cine es prolífica y ha habido años en los que llegó a estrenar seis películas. Tosar lo hace todo y lo hace bien. Es un valor seguro. También es un auténtico escaparate para el cine gallego. Difícil olvidar aquel rodaje que revolucionó A Coruña con El desconocido, dirigida por Dani de la Torre, o títulos como Quien a hierro mata (Paco Plaza) o Cien años de perdón (Daniel Calparsoro).

A nivel nacional ha trabajado con infinidad de directores. Álex de la Iglesia en La comunidad, Icíar Bollaín en varias ocasiones, una de ellas con premio Goya incluido; Julio Medem en Ma Ma, donde compartió rodaje con Penélope Cruz, con la que protagonizó cartel varias veces; Juan Diego Botto con En los márgenes, Daniel Monzón en Yucatán, Salvador Calvo en Adú... La lista es infinita.

Célebre por su famoso «¡que le den por culo a Hollywood!», incluso allí hizo alguna que otra incursión, como Miami Vice. «Cuando hay algo que interesa y apetece, pues bien; pero no tengo una meta ahí. No la tengo en general con nada, como para colocarla en Hollywood, ¿no?», razona Tosar.

«Sería caer en la obviedad hablar de la intensidad hacia los adentros que caracteriza a Luis en tantos papeles dramáticos en los que ha ido perfeccionando en el curso del tiempo esa capacidad para apoderarse de personajes convulsos hasta alcanzar la que es para mí su cima, Maixabel, en donde logra expresar todo lo que hay en la entrañas de un hombre deshabitado con la aparente economía de registros de los actores ya mayúsculos», señala Losa, que destaca su faceta menos conocida: la de actor cómico, en Inconscientes y Yucatán.

De Cospeito a Hollywood como uno de los actores más reconocidos del cine español es el viaje emprendido con éxito por Tosar, que tuvo su primer contacto con el mundo del espectáculo en el colegio de monjas de su hermana. Como quería colarse dentro con un amigo, aprendió a tocar la guitarra para poder actuar allí. Sobra decir que lo consiguió.

Como buen músico, y además rockero —es el vocalista de un grupo musical de rock gallego, Di Elas—, disfruta poniéndoles a sus hijos canciones del Xabarín. Aunque discreto con su vida privada, no es Luis un entrevistado que rehúse contestar a lo que se le plantea. Se moja con facilidad, especialmente cuando toca hablar de feminismo, pero también sobre paternidad. «Es una especie de mensaje que la naturaleza te envía y te dice: ‘Bueno, colega, tú no lo controlas todo’», declaró a este medio pocas horas después de conocerse que su pareja, María Luisa Mayol, estaba embarazada de su primer hijo, León. Con Luana aseguró que cerró el círculo de su vida. Como padre, no deja de llevarles a Lugo y a la aldea para que tengan bien presentes sus orígenes. Ese es el verdadero valor de Tosar: no olvidarse de quién es, aunque habite tantas pieles.