Lorenza Machín: «Estuve 40 años casada con un hombre y con 77 estoy enamorada hasta las trancas de una mujer»

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Lorenza Machín, a la izquierda, con su mujer, Carmen Cazorla
Lorenza Machín, a la izquierda, con su mujer, Carmen Cazorla

Lorenza y Carmen se conocieron por Facebook y se casaron en el 2019 culminando su historia de amor. Lorenza estuvo casada antes con un hombre, al que conoció a los 14 años, con el que estuvo más de cuatro décadas y tuvo dos hijos. Pero cuando ella había cumplido los 58 puso fin a este matrimonio: «Yo estaba deprimida y no era feliz. Me descubrí tiempo después»

28 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lorenza Machín tiene 77 años, pero nada más empezar a hablar quiere hacer un matiz: «En realidad tengo 17, porque vivir, lo que se dice vivir con mayúsculas, lo he hecho a partir de los 60 años». «Enamorarme, enamorarme, eso me llegó a los 60 —prosigue—, ahí fue cuando yo sentí por primera vez que el corazón se me aceleraba, que el estómago se me revolvía. En ese momento empecé a vivir como yo deseaba y a expresar mi verdadera realidad». Desde Fuerteventura, Lorenza habla con la sabiduría de una experiencia que quiere compartir con el mundo por si su historia le sirve a alguien, a alguna persona mayor —dice—, que aún no sepa quién es. «Cada segundo es vida, y siempre lo cuento cuando me encuentro con gente de mi edad, porque tal vez a algunos les haya pasado como a mí, y muchas mujeres habrán sufrido, sufran y estén calladas. A todas ellas yo les digo: ‘Vivan, porque yo me iré, y a lo mejor alguien se acordará de mí, pero cómo viví, eso solo me lo llevo yo’. Mucha gente se muere sin conocer el amor», alienta Lorenza.

Ella es una mujer valiente, la segunda de ocho hermanos, que tuvo que dejar a los 12 años el colegio para ponerse a trabajar, aunque siempre fue una luchadora que buscó una manera de formarse más autodidacta. «A los 14, cuando los dos aún éramos chiquillos, conocí al que fue mi marido. Fue mi único hombre. Estuvimos 38 años casados y 44 juntos, hasta que cuando cumplí los 58 decidí separarme de él. Me casé a los 20 y tuvimos dos hijos», relata Lorenza, que reconoce que cuando inició la relación con él no tenían ninguna información.

«Los dos ayudábamos mucho de niños a nuestras familias, fue lo que nos unió, al acercarse un muchacho, yo, como chiquilla, me ilusioné, pero entonces llegabas a la juventud ignorando todo, como niña soñabas con un príncipe azul», expresa Lorenza, que desde bien joven ha sido una mujer comprometida con muchas causas. Ese activismo la condujo a una movilización social en varios ámbitos: en la defensa de su tierra, de que no se construyeran hoteles en lugares protegidos en los que no se debía, en cuidar su particular forma de hablar, en el respeto por los derechos humanos y la paz... «La lucha es una cadena con muchos eslabones y yo prácticamente he estado en todos: la sanidad, la educación, el respeto de unos seres para con otros seres...», insiste.

Lorenza era conocida en la isla por su sindicalismo y por su sensibilidad, pero, aunque ya había cumplido los 58 cuando se separó, no había luchado por sí misma ni se había visto bien por dentro. «Yo tomé la decisión porque estaba en constantes depresiones, no sabía lo que me sucedía, solo que estaba apagada. Recuerdo que vi la película Las horas, que cuenta la historia de Virginia Woolf, y yo me sentía como la señora Dalloway, me veía reflejada. Después de verla tomé la determinación de divorciarme. Lo decidí y ya está. Para mí ya no era», expresa. En ese vacío, Lorenza, que no ha vuelto a tener contacto con su exmarido, seguía buscando donde no debía. «Parece increíble que las mujeres pensemos que el hombre es el bastón de nuestra vida. Que no somos capaces de salir adelante por nosotras mismas, pero yo cuando me divorcié, sentía que me faltaba una muleta, que me había quedado coja y lo que buscaba era encontrar a alguien que llenara ese hueco tan grande, pero, claro, buscaba en un hombre», señala, para profundizar en lo equivocada que estaba. «Somos nosotras mismas las que tenemos que rellenar ese vacío, ¡pero si las mujeres somos el sostén de todas las casas, si somos muy fuertes, porque yo desde los 20 años he tirado para adelante con dos hijos!», se convence.

«SUCEDIÓ ALGO BONITO»

En plena crisis vital, Lorenza decidió hacer teatro en el colectivo LGTBI, porque ella siempre había defendido a esas personas, pero aun teniéndolas cerca, jamás se le pasó por la cabeza que sentía exactamente igual que ellas. «Cuando cumplí 60 sucedió algo bonito. Me fui a una tienda, y allí había una muchacha despachando, me sentí a gusto y me llamó la atención su mirada, su pelo. Poco a poco empezamos a hablar, y un día fuimos a cenar, charlamos mucho tiempo, la acompañé en mi coche, y a las dos o tres horas de dejarla en casa, me escribió diciendo que aún conservaba el calor de mi hombro, porque yo le había echado la mano por encima por el frío. Ahí es cuando me descubro y amanecieron en mi mesilla de noche unos poemas de amor. Empecé a escribir y a escribir. Yo no tenía 60 años, ¡tenía 15 o 20! Era la primera vez que sentía eso y fue cuando se me cayó el velo de los ojos y entendí muchísimas cosas. En ese momento escuché la voz de mi niña interior que me decía: ‘Menos mal, menos mal’. Pasó un tiempo, pero ella se echó para atrás, tenía la edad de mi hija y creo que le dio miedo; pero gracias a ella descubrí mi verdadera realidad», confiesa.

¿Cómo se lo contaste a tus hijos?, le pregunto. «Mi hijo, con 40 y pico, me vio llorando en casa y me preguntó qué me pasaba. Y entonces le expliqué: ‘Es que, fíjate, a los 60 años, me he enamorado de una mujer’. Y él me dijo: ‘¿Y tú crees que yo no me había dado cuenta? Y siguió: «Esa muchacha ha hecho mal en dejarte, porque tarde o temprano se hubiera dado cuenta del tesoro que tenía a su lado’. Mis dos hijos me entendieron estupendamente, ¡si fueron los padrinos de mi boda! Pero esa boda llegó posteriormente, cuando se enamoró de su mujer actual, Carmen Cazorla, de 68 años, a la que conoció por Facebook.

«Fue a finales del 2017, colgué una foto en el muro de una amiga y le dio un like y me pidió amistad. Me escribió por el Messenger y me puso: ‘¿Puedo seguirte? y yo le puse: ‘Sí, pero no me sigas, camina a mi lado’. Yo le contesté eso porque una vez me traje de Cuba una tablita con un grabado que decía: ‘No vengas detrás de mí que temo perderte; no camines delante, que temo no alcanzarte. Camina siempre a mi lado’. Lo he tenido como lema. Las luchas, si las haces, las tienes que hacer de cara y no esconderte, dar tu pecho con la frente alta, exigir lo que nos pertenece», apunta Lorenza. «Entonces seguimos escribiéndonos y esa amistad cogió más profundidad, nos dimos los teléfonos y nos llamábamos por videollamada; lo sabíamos todo una de la otra, pero personalmente nos conocimos meses después, en marzo del 2018», dice Lorenza.

«Además, aunque teníamos esa amistad y ya sentíamos, las dos habíamos decidido que hasta que no nos viéramos frente a frente, nos tocáramos y nos oliéramos, no íbamos a dar el paso de una relación, porque no sabíamos si era solo amistad o amor. Yo llegué a la estación de Atocha, en Madrid, un poquito antes, la vi llegar y la llamé: ‘Carmen’. Se giró, me miró y tengo esa expresión grabada, fue como si cogiera aire. Nos abrazamos, nos dimos un beso, nos dimos la mano y hasta hoy», se emociona Lorenza.

Lorenza y Carmen, el día de su boda, el 8 de septiembre del 2019
Lorenza y Carmen, el día de su boda, el 8 de septiembre del 2019

Ella desde el año pasado está a tratamiento por un cáncer de pecho y asegura que ha perdido mucha energía. «El tratamiento ha hecho estragos en mi cuerpo, es muy agresivo, pero ya le he dicho al oncólogo que prefiero firmar dos años de calidad que vivir cinco mal. No quiero perder este tiempo al lado de mi mujer». Lorenza solo desea disfrutar de su presente, pero sigue luchando por que se respeten los derechos de gais y lesbianas. «Quiero que la gente mayor no se sienta discriminada por ir a una residencia, que se puedan besar o abrazar con sus parejas sin que los miren atravesados», reclama, para reivindicar por qué hizo una boda por todo lo alto con su mujer. «Fue un fiestón, que celebramos el 8 de septiembre del 2019 en el Ayuntamiento de Agaete. ¿Sabes por qué? «Primero, para decirle a las personas mayores, que yo con 70 y pico, puedo tener el corazón joven y estar enamorada hasta las trancas. Segundo, porque si nos pasaba algo a una de nosotras, la otra quedaba amparada. Y tercero, porque si los heteros tienen unos derechos, nosotras también», proclama en su activismo Lorenza que, bajito, me confiesa: «Al día siguiente de estar con Carmen ya le pedí que se casara conmigo». El suyo es un amor total.