Cerámica, la fórmula para resetear la mente

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M.MORALEJO

Es más que el yoga para las manos. Es moldear barro para crear una pieza que bebe de los sentimientos de su autor. La cerámica es un arte que desconecta del exterior para conectar con el interior. No es solo cuestión de moda.

18 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco más de una década un grupo de arqueólogos que trabajaban en una cueva de la provincia de Jiangxi, en el sureste de China, encontraron piezas de lo que parecía un gran tazón de cerámica que se habían guardado ocultas en un hueco de aquellas montañas cubiertas de arrozales durante unos 20.000 años. El hallazgo fue publicado en la revista Science porque aquellos trozos de barro cocido eran un indicio de que el hombre había comenzado a modelar el barro mucho antes de haber descubierto en el Neolítico la agricultura, como se creía hasta entonces. No cabe duda de que pudo comenzar a dar forma a la tierra por la necesidad de disponer de recipientes donde guardar las bayas que recolectaba o donde fermentar el alcohol que producía y, aunque veinte milenios después continúen dándose esos usos a materiales como la humilde arcilla o la sofisticada porcelana, la cerámica también se ha convertido en un modo de arte con el que desconectar del frenético estilo de vida que reina en las sociedades desarrolladas para poder conectar con la persona que se lleva dentro. En definitiva, una nueva fórmula para resetear la mente. Quizá por eso son tantos los ceramistas o alfareros que han abierto sus talleres para mostrar a otros cómo usar sus manos para conectar con esos materiales y crear algo bello olvidándose de todo lo demás. Galicia no es ajena a un fenómeno que es mucho más que una moda.

Porque como dice «la artista multidisciplinar y disfrutona» Inés Elorrieta, del estudio vigués Hey Juddy, «toda actividad artística es fundamental para el ser humano. Hay que dejarse llevar». Y precisamente eso es lo que trata de inculcar a los alumnos que recibe en su taller de San Paio, en Vigo, «un lugar ubicado frente a una Alameda, cerca de Samil, que es realmente inspirador», como dice. Ahí organiza talleres para niños y adultos durante los que les muestra cómo moldear barro usando churros o planchas. Cada pieza para convertirse luego en cerámica ha de cocerse a una temperatura mínima de unos 600 grados, que han de irse incrementando dependiendo del material. «Hace muchos años que en la Escola de Artes e Oficios de Vigo hay la especialidad de cerámica, pero ahora es algo que se ve más. Debe de ser por las redes sociales o por las revistas. Está de moda. Es un bum», dice Inés.

M.MORALEJO

Ella fue alumna del profesor y miembro de la Academia Internacional de Cerámica de Ginebra Miguel Vázquez, quien hace 37 años abrió la especialidad de cerámica en esa escuela viguesa. Aunque Galicia, desde Buño a Gundivós pasando por O Castro o Sargadelos, es tierra de alfareros o ceramistas.

Inés Elorrieta, que se inspiró en la famosa canción de The Beatles para bautizar su taller, además de las clases, dibuja, moldea y crea personajes. Porque no solo es ceramista, también es diseñadora gráfica, una huella que deja en sus piezas. «Hago vajillas personalizadas, figuras, macetas y muchas otras piezas», explica.

Y quizá por eso deja libertad, mucha libertad, a sus alumnos para crear. «Mucha gente viene aquí para desconectar. La cerámica es un arte en el que tienes que estar concentrado. A la mayor parte de los alumnos esto los relaja, los aparta de la rutina diaria», explica.

Ese es un denominador común entre las personas que van a clase de cerámica. No importa que lo hagan en una ciudad grande como Vigo o A Coruña que en un concello rural como puede ser Amoeiro, en la provincia de Ourense. Ahí es donde tiene su taller Nora Nebreda, una joven de Pamplona a la que la pandemia pilló en Indonesia y que, después de haber trabajado en un estudio en Barcelona, decidió abrir en la primavera del 2021 su taller en este concello ubicado a unos quince kilómetros de Ourense. 

MIGUEL VILLAR

DESPEDIDAS DE SOLTERA

Ahí realiza, en medio de la naturaleza, piezas que están inspiradas en toda esa exuberancia natural que la rodea y donde, como dice, usa estampaciones «de hojas reales cuando el barro está blandito». Y también organiza talleres para todo el que quiera acudir: «Sobre todo vienen mujeres de entre 25 y 35 años. Vienen porque quieren relajarse un rato, tener tiempo para ellas. Es un momento en el que desconectan porque tienen que estar concentradas, pero al mismo tiempo haces algo que luego te va a servir para beber, comer o hacer un regalo», explica Nora. Y no solo da clase en Amoeiro. «Me muevo a otros ayuntamientos porque me llaman de algunos concellos rurales para organizar talleres, lo mismo hacen algunos colegios, pero también me muevo a nivel particular. Hay quien llama porque quiere organizar esta actividad para una despedida de soltera...», dice esta artista que tanto modela a mano como con torno, «una técnica que resulta un poco más complicada».

A Nora enseñar a moldear el barro, la arcilla... le parece «un estilo de vida». Cuenta que es algo «que baja las revoluciones de la gente. Pueden venir a relajarse al mismo tiempo que aprenden un oficio».

Pero la cerámica también es una forma de expresarse. De gritar. De contar. Sandra Villar, una joven de Ponteceso que de la mano de la escultura acabó varando en la cerámica, cree que dar clase, además de ser gratificante y agradecido, «é unha forma de recuperar ou facer ver un oficio que se está perdendo».

MARCOS MÍGUEZ

Ella ofrece talleres en Rípula, el nombre del proyecto personal que emprendió hace año y medio en el barrio de Elviña, en A Coruña. No solo da clases ahí. También, con herramientas que ella misma fabrica, crea unas cerámicas en las que intenta reflejar las formas naturales que la rodean haciendo un fundido entre el bosque y las profundidades del mar. Pura inspiración natural que trata de transmitir a unos alumnos de todas las edades. «As fins de semana veñen moitos profesionais, pero despois pola semana vén xente maior ou rapaces ao sair de traballar. Hai homes e mulleres, aínda que elas son máis», explica. Y los motivos que los llevan hasta su taller son muchos, muy variados. Desde sentir el barro entre los dedos a descubrir que aunque algo salga mal puede volver a empezarse de cero para crear algo maravilloso. Pero, como apunta esta artista, «a maioría dos que veñen tratan de desconectar do traballo porque son dúas horas nas que non pensan niso e nas que fan algo que os motiva».

No hay que rebuscar mucho para descubrir, de todas formas, cuál es la clave de por qué la cerámica está conquistando a tanta gente. Lo dijo en su día el artista nipón Ryoji Koie, que fue uno de los alfareros de mayor prestigio del mundo: «En lugar de ver, hablar o escuchar cosas innecesarias, uno debe involucrarse en la creación. El significado oculto de las piezas es que uno puede hacer lo que quiera, en lugar de solo escuchar lo que dice la otra persona». En definitiva la pieza de cerámica que uno hace es un lienzo en el que expresar ideas con total libertad. No hay ninguna censura.