
Rape, gambas, langostinos, solomillo o costilla. El arroz es un clásico que combina bien con lo que sea. En estos restaurantes te sirven los mejores...
04 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cada vez los hacen mejor. Nunca comí tan buenos y variados arroces como estos últimos meses. Por ejemplo, en el Cantón 23 de A Coruña tienen en carta cuatro, dos de mar y dos de montaña. Lo complicado es decidirse. El jefe de cocina, Gonzalo Fernández Echeverría, y Jordi García de Alcaraz, encargado del único restaurante de los Cantones coruñeses, explican los detalles.
En el primer caso elaboran un fumet con pescado de roca, espinas de rape, cigalitas y nécoras. Para el de carne utilizan carcasas de pollo y recortes de solomillos asados. Con estas bases ya solo queda bordarlo. Proponen el arroz del señorito, con rape y gambas bien peladas para no tener que mancharnos las manos, o un arroz negro con sepia y langostinos y alioli. Y en el lado cárnico, un arroz de boletus con solomillo de vaca y foie y otro de costilla y vieira. El resultado en todos los casos es fantástico.
Los cuatro arroces del Cantón son un descubrimiento. Al margen de este asunto, me cuentan que esta semana pusieron en marcha una novedad, un menú ejecutivo por 18 euros. Incluye aperitivo del día, dos platos principales a elegir, postre o café y agua. También muy buenos están los arroces del restaurante Samaná, en la calle Rosalía de Castro, o los del Terreo, en San Andrés, que son lo más demandado de su carta. Y a principios de año tomé otro muy bueno en el restaurante Olas del hotel Noa de Santa Cruz, Oleiros. Y si vamos de ruta por Galicia los de Meloxeira Praia, en O Grove, o en Vigo, los de El Temporal, en la céntrica calle Reconquista o las propuestas de Malasangre, al lado de la iglesia de Santiago de Vigo. Dice mi amigo Jorge Guitián que están muy buenos los del Pampín Bar de Santiago. Las dos veces que fui siempre pedí otra cosa, así que apunto la recomendación para que a la tercera vaya la vencida.
La caracola de Donón
Desde este lugar parece que puedes tocar las islas Cíes, si estiras un poco los brazos. Es uno de los muchos puntos maravillosos que esconde la Costa da Vela. Ir de faro en faro y atravesar la playa de Melide siempre con las Cíes vigilándote es uno de los mejores paseos de Galicia. La señalización es mejorable, pero eso es algo común en todas las rutas. Casi mejor así, porque si no, habría todavía más gente.
Justo donde está el monumento de la caracola hay un complejo que lleva su nombre y que cuenta con una terraza maravillosa para pasar un rato al mediodía o una tarde de sol. Ya no digamos una buena noche de verano. Pedí una empanadilla que vi en una fuente al lado del mostrador y resultó que estaba realmente buena. «Las hacemos aquí, como la mayoría de cosas», me dijo el encargado para destacar la cocina casera del local. Mientras tanto, seguían llegando más personas a este mirador único y, lo que es peor, cantidad de coches. En este tipo de lugares hay que habilitar sí o sí aparcamientos cercanos que impidan que los vehículos lleguen hasta justo el acantilado. Es lo único que desentona en un paisaje de ensueño.
Los del bar La Caracola tienen cerca otro restaurante (lo supuse porque una camarera era la misma en ambos locales) que se llama Cabo Home. Sorprende su apuesta por el producto de la zona que demuestran con un gran expositor de pescados y mariscos. Muy rica la caldeirada de coruxo con unas patatas deliciosas. El comedor es bullicioso, de esos en los que el televisor está encendido, aunque nadie repare en lo que están emitiendo. Un lugar muy recomendable para terminar una jornada de senderismo con vistas a las islas Cíes. «Los domingos tenemos cocido», me dijo el camarero. Gracias a Dios que era sábado porque si no, hubiese caído en la tentación.