Carmiña Burana

La Voz YES

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Luis Millan

02 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El peloteo de estos días en Twitter lo soporta el alcalde de Madrid y su desternillante dotación de cuerpo y espíritu a la cantata Carmina Burana. Almeida animó a los madrileños (y a sus ex, se supone) a disfrutar en el parque del Retiro de la actuación de Carmina Burana, que si no existe ya como grupo debería hacerlo, a la vista del empeño que los políticos del PP tienen en facilitarle corporeidad, con su carne y sus huesos.

En Galicia, el trasunto humanoide de la obra compuesta por Carl Orff en 1935 inspirada en un códice medieval es una vieja conocida. El exconselleiro de Cultura de Fraga, Xesús Pérez Varela, nos la presentó en el año 2000, cuando compartió con los medios su intención de acudir al concierto de Carmina Burana «que es una de las buenas cantantes de este país, con la Orquesta Sinfónica de Galicia». Pérez Varela acabó siendo un clásico al que los periodistas aguardaban con expectación por su intransferible dicción. La lista de los grupos que actuaron en el Monte do Gozo en el año 2004 es ya un clásico popular mil veces recordado, a la altura del vídeo de Fraga con un cabreo del veinte mientras grababa un mensaje de Navidad o el Desván de los Monjes que siempre acompañará a Roberto Varela. En el caso de Pérez Varela acabó cundiendo la sospecha de que el desparrame de errores era un acto de pillería de un político que valoraba el poder de la comunicación, una especie de previa encapsulada de lo que Abel Caballero ha convertido en grotesco.

En los años ochenta, una parte de la opinión pública consideraba al brillante y culto ministro socialista Fernando Morán un simplón con la encarnadura perfecta para chotearse de él. No se ha llegado a saber si la categoría «chistes de Morán» fue una maldad de la derecha o una de esas bolas sociales que medran con alegría sin llegar a ser verdad.