Alba, cinco años usando la copa menstrual: «No quiero saber nada de las compresas ni de los tampones, y no he vuelto a manchar un pijama»

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ALBERTO LÓPEZ

«El mejor invento», así define Alba la copa menstrual. Ahorra dinero, ayuda al medio ambiente, tiene menos infecciones y se olvida de que la lleva puesta, también por las noches

08 may 2022 . Actualizado a las 19:21 h.

Un win-win. Eso es para Alba Fernández la copa menstrual en su vida. «Todo ventajas. Ahorras dinero, ayudas al medio ambiente, es mejor para ti porque te ahorras infecciones y enfermedades, no sientes que la llevas, no te tienes que cambiar más que una o dos veces durante el día y, encima, hay marcas como Intimina que han sacado un modelo para poder mantener relaciones sexuales con ella sin preocuparte de nada», explica Alba Fernández. Esta lucense de 29 años no quiere ni oír hablar de las compresas o los tampones desde que empezó a utilizarla hace cinco años. Paradójicamente, le cambió la vida al permitirle llevar una vida normal durante los días de regla.

Ella tuvo suerte porque acertó a la primera. Acudió a una farmacia donde le asesoraron bien para saber qué talla utilizar. «Yo estaba más perdida que un pulpo en un garaje. Además tengo mucho flujo, pero afortunadamente no me dejaron llevar la talla grande, más indicada para mujeres que han sido madres por parto vaginal. A mí me parecía que me hacía falta, pero no era así», indica. Lo de ponérsela bien ya no fue a la primera. De hecho, la colocación es lo que más suele tirar para atrás de la copa, visualmente tan grande en comparación con un tampón.

Alba reconoce que «al principio la liaba un poco, ja, ja. Y eso que te recomiendan de doblarla en forma de rosa, nada. Yo la doblo a la mitad, en forma de U, porque me resulta más cómoda para introducirla —una vez dentro, se suelta para que se abra del todo adaptándose a la pared vaginal y creando el vacío que hará que no se desborde el flujo—. Pero al empezar es verdad que la pones, la vuelves a sacar...». Nada que no hayan pasado la mayoría de las mujeres cuando aprendieron a ponerse un tampón. Aún ahora, confiesa ella, no es la primera mañana que se levanta medio dormida y le da la sensación de que no sabe ponérsela. Le dura poco.

Alba la probó hace ya cinco años, cuando tenía 24, a raíz de que un par de compañeras de la universidad que la usaban se lo comentaron un día que fueron a la piscina. «Una de ellas fue a cambiársela, y dijo que era supersencillo. Y eso que hace cinco años, que aún no tenían el reborde que tienen ahora para que no se desborde nada», añade. La sensación de llevarla puesta a la playa y a la piscina no tiene nada que ver con lo que estaba acostumbrada con los tampones: «Estoy muy contenta, porque a mí me dura unas ocho horas sin cambiarla. No tengo que estar pendiente de eso, y al adaptarse por completo a tu cuerpo no notas absolutamente nada. Con él tampón, y sobre todo con la compresa, yo sí que sentía el flujo. Yo es que ya no quiero saber más de compresas ni tampones, es que no puedo usarlos. Son mucho más incómodos y te pasas el día con el miedo de mancharte».

Por sentir, Alba siente hasta menos dolor menstrual con la copa. «No creo que el dolor tenga nada que ver con ella, pero sí tengo esa sensación de que me ha ido a menos. Quizás porque el tampón no deja de ser celulosa y sigue hinchando», indica la lucense, que destaca que tanto el material de la copa —silicona médica— como el hecho de esterilizarla entre ciclo y ciclo, la convierten en un producto mucho más higiénico y eficaz para reducir el riesgo de infecciones. También el de acabar con el síndrome del shock tóxico por olvidarse el tampón puesto durante más tiempo del debido. Una higiene que, asegura, se traslada a la noche.

«No he vuelto a manchar un pijama ni una sábana. Con las compresas me pasaba mucho. Tenía esa sensación de suciedad, de que se te pega, que se te mueve... Que no es nada sucio en realidad, porque es natural. Lo que hago es cambiarla cuando me voy a ir a la cama, y a veces como mucho me pongo un salvaslip por si acaso. De hecho, estoy pensando en comprar una braguita menstrual para contaminar menos. Pero desde luego, duermo más tranquila, como un día normal del mes», manifiesta. Esa libertad de movimiento también la nota mucho a la hora de hacer deporte e incluso, dice, para salir de fiesta sin pensar 'se me nota la compresa'». El ahorro económico es otro punto a favor para este método. «Recuerdo gastar un paquete de día y otro de noche en cada ciclo. Ves los precios de las compresas y de los tampones, y te das cuenta de que puedes amortizar la copa en dos o tres reglas. La mía tiene un año, y tengo dos que voy intercambiando y esterilizando», comenta.

LA PONE HASTA SIN REGLA

Tan poco se nota la copa cuando se lleva puesta, que Alba se la coloca incluso antes de que le baje la regla. «Es genial, porque a veces yo, que tengo el ciclo irregular, me la pongo por si acaso si estoy previa a que me venga, o cuando ya sé que me toca, pero aún no me ha venido, y ya está. Es maravillosa», insiste. El argumento que esgrimen muchas mujeres es el contacto con la sangre al vaciarla cuando toca cambiarla. «La gente dice: 'Ay, es que te manchas con la sangre'. Es tu regla y es tu cuerpo, pero es que además la tiras por el váter y con echar un poco de agua ya está. Si por lo que sea alguna vez en el baño no hay un lavabo, con pasarle a la copa un poco de papel o una toallita de las que no desequilibran el PH, ya está limpia y lista para volver a poner», resume.

Alba se revuelve contra los anuncios de higiene íntima femenina. «Todo es antiolor, como si la regla fuera algo muy sucio. No es que quiera hacer un discurso feminista, pero es lo que promueven. Yo tenía un compañero de piso que era muy sensible a los olores y me decía: 'Ay, cómo se nota que estás con la regla, que hueles'. Y yo, con perdón, le contestaba: 'Disculpa, como si a ti no te oliesen los huevos'. Los productos de higiene masculina no se publicitan así. Por ejemplo, dicen: 'Con este desodorante vas a atraer a más mujeres'. Pero nadie les dice: 'Dúchate, porque estás sucio'. ¿Y qué diferencia hay entre tu sudor y el mío? En todo caso, el suyo huele peor», zanja.