Rubén Castro, «papá gestante»: «No está siendo difícil criar a Luar sin género»

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Este madrileño derribó todas las barreras gestando a su bebé. Casi un año después, nos cuenta cómo está siendo la crianza

22 mar 2022 . Actualizado a las 10:53 h.

Sus últimas semanas de embarazo despertaron una inmensa expectación. Se iba a convertir en una de las primeras personas transmasculinas que podrían contar en primer persona la experiencia de traer una vida al mundo. Sucedió el 1 mayo del 2021. Rubén Castro dio a luz a Luar. Cuando hablamos con él, apenas unos días antes de que se produjera el alumbramiento, nos contaba cómo se imaginaba el parto. «Me gustaría que fuera en el agua y sin medicalizar», decía por aquel entonces. «No se pareció para nada a lo que yo tenía en mi cabeza que quería que pasara», dice Rubén, que acaba de debutar encima de los escenarios con Lengua Madre, una obra de teatro documental que aborda la maternidad/paternidad desde nueve puntos de vista diferentes, entre ellos el suyo.

 A veces, y más en estas situaciones, las expectativas no van a la par de la realidad. Aun así, él ya contaba con ello. «Al final, no hubo un inicio espontáneo del parto, se fisuró la bolsa, y con la bolsa rota tuve que ir a la inducción, fueron muchas horas, además Luar estaba en posición posterior, y terminé con la epidural, que no quería, pero fue necesario. Me libré de la cesárea, algo que agradezco, pero fue muy complicado, desde el inicio ya no fue lo que quería que pasara», explica. De hecho, cuando fue al hospital a que le comprobaran si estaba perdiendo líquido amniótico nunca pensó que ya saldría de allí con su bebé en brazos. «Fui con lo puesto, le dije a todo el mundo: ‘Ahora vuelvo’, pero me dijeron: ‘Te tienes que quedar ingresado’. El inicio fue un poco abrupto, pero todo salió bien. Luar estaba bien, y mientras todo eso estaba sucediendo yo estaba muy bien cuidado, el equipo fue maravilloso, en ese sentido sí que me sentí cómodo», relata el papá gestante, como se le conoce en redes.

Su vida ha cambiado por completo. Ya no recuerda lo que es dormir más de tres o cuatro horas seguidas, y se ha acostumbrado a depender de alguna forma de su madre, que es quien le ayuda con la criatura. «Pero las noches no me las quita nadie, son para mí, ella bastante me ayuda ya por el día. Además, como practico colecho con Luar pues... Los seis primeros meses ha estado viviendo conmigo, y ahora como me he incorporado a este proyecto de la obra, y trabajo de tarde, se va a quedar en casa casi otros dos meses, que es lo que dura, para ayudarme, porque si no, sería imposible», asegura. Los horarios del trabajo no siempre van a la par de los de los pequeños, y siendo una crianza monoparental hay que hacer malabares para encajar las piezas del puzle. Cuenta que, incluso cuando él trabaja por la mañana, aprovechando que Luar está en la escuela infantil, no le queda otra que recurrir a su madre alguna tarde para que atienda a su bebé mientras él se implica, por ejemplo, con las tareas domésticas. 

COMPRENDER EL POSPARTO

Aunque es primerizo, a Rubén la paternidad no le cogió de nuevas. Es educador infantil y cuenta con experiencia cuidando peques, incluso ha trabajado para personas de forma particular, antes de empezar en la escuela, por lo que ya tenía una idea previa de cómo era convivir y mirar por sus necesidades. «Ahora bien, hacerlo 24 horas permanentemente es muy exhausto la verdad. A mí lo que más me ha sorprendido para mal es que la gente de tu alrededor no sepa acompañar un posparto. Yo desde el inicio he necesitado estar más aislado, mucha tranquilidad, mirar por mí, por Luar... Además, yo apenas dormía, estaba luchando con la lactancia para que fuera exclusiva, hubo un montón de complicaciones... Yo no podía estar para nadie y tampoco me apetecía que nadie estuviera en casa. No quería ver a nadie, y esto es complicado, porque la gente que tenía más cercana lo interpretó como un abandono», señala.

Rubén y Luar
Rubén y Luar Celia Avilés y Bake Gómez

En esta etapa de su vida prefiere rodearse de personas que lo entiendan, «que comprendan de lo que estás hablando, que no haya una mirada de que exageras, de tú lo has elegido...». «Por mucho que sea una paternidad elegida, yo no elegí no dormir. No he elegido muchas cosas. Hay gente que duerme y otra que no, esto es aleatorio», señala Rubén al mismo tiempo que dice que en el grupo de teatro casi todas las personas han pasado o están pasando por la crianza, y esto le hace sentirse muy cómodo.

No hay duda de que el madrileño de 28 años se ha implicado a fondo en la crianza de Luar. Siempre tuvo muy claro que quería una lactancia exclusiva, y aunque no pudo ser, lo intentó hasta el final. «Al principio, había una baja producción, no metí chupete ni biberón para que no hubiera la confusión de tetina-pezón, desde el inicio estuve con jeringuilla, luego con el relactador, después sacaleches... He intentando todo lo habido y por haber. Hasta que dije: ‘Esto no me puede estar costando la salud’, acabé con mastitis, se repitió, así que decidí comenzar el destete», cuenta Rubén. Este proceso no lo ha vivido como algo traumático, ya que confiesa que lo necesitaba. «Me costó bastante pensar que se tenía que acabar porque no podía seguir así, pero una vez que lo encajé, lo asumí y ya está. Tenía en mente retomar el tratamiento con la testosterona de nuevo, y de hecho, lo hice antes de terminar con la lactancia porque no es incompatible, simplemente baja la producción, pero como yo ya estaba en destete, era lo que quería».

El parto no fue el esperado, la lactancia le trajo bastantes problemas... ¿Tenemos un poco idealizada la crianza? «Yo creo que sí. A mí me era bastante familiar porque era una persona ligada a este ámbito, además, ya había leído otras experiencias, y tenía una idea previa de lo que podía pasar, a pesar de que en mi cabeza quisiera que no pasara, pero luego cuando te ves dentro tienes que ir encajando estas cosas. Para mí ha sido vivir duelo tras duelo, el duelo del parto que quería y no fue, el de la lactancia que quería y no ha sido, hay que ir asumiendo todo esto cuando estás totalmente vulnerable, con las hormonas revolucionadas, en un momento vital muy de descoloque, y justo ahí tener que vivir esto te hace estar aún más perdido».

Pero como todo, la paternidad también tiene otra cara, y cuenta que lo más gratificante está siendo ver crecer a Luar. «Ver lo rápido que aprende, todo lo que interactúa tanto conmigo como con el entorno... ¡Me hace muy feliz!», añade. 

¿NIÑO O NIÑA?

Rubén ha elegido una crianza sin género para Luar, es decir, se dirige a su bebé en modo neutro. A pesar de que le preguntan cientos de veces si es niño o niña, él ha optado siempre por preservar «el género impuesto por los genitales», prefiere que experimente, que descubra su identidad, y luego sea «elle quien lo verbalice». «No me está resultando difícil, porque no soy muy rígido en cuanto a que yo no impongo que el resto hable con Luar en modo neutro. En la escuela, por ejemplo, sí, porque pasa muchas horas y es un sitio muy de referencia, pero en el día a día, cuando vamos por la calle, cada quien trata a Luar como percibe, y está bien, yo no corrijo a nadie. Luar ha pasado en media hora de ser: ‘¡vamos campeón!’ a ‘¡qué bonita princesa!’, con la misma ropa y el mismo pelo». Y continúa: «Al final es utópico e imposible pretender que todo el mundo trate en neutro Luar, y tampoco es lo que busco, porque la gente ante el desconocimiento lo que va a hacer es no nombrar a Luar, y se crea un clima de tensión que yo no quiero».

Encantado de la vida con esta experiencia vital, Rubén asegura que en algún momento llegará la bipaternidad, aunque todavía no sabe ni cuándo ni cómo, solo que le encantaría tener «otre hije». De momento, va a celebrar su primer día del padre.

¡Felicidades!