Después de «lidiar con problemas que no puedes controlar», Napolit abrió sus puertas en diciembre del año pasado. El horno, que, por cierto, no se apaga nunca, fue su peor pesadilla, asegura. 1.600 kilos que no conseguían encajar en el hueco que le habían reservado en el local. «Tuvo que venir a ayudarnos un ingeniero que trabaja para Audasa», recuerda Alice. Y aunque les queda mucho por hacer, en palabras de esta italiana, ya se han ganado la confianza de los coruñeses, que hacen que cada día salga de Napolit una media de 160 pizzas. Y, la clave, está en la masa. Siempre está en la masa. ¡Tienen delivery!
FOTO: MARCOS MÍGUEZ