Mantener divididos los ingresos ya no es solo cosa de millennials. Un abogado, un asesor fiscal, una entidad bancaria y una terapeuta lo confirman, y explican por qué crece esta fórmula entre las parejas
22 nov 2021 . Actualizado a las 15:57 h.Juntos, pero no revueltos... al menos económicamente. Esa es la elección de cada vez más parejas en Galicia, que optan por mantener sus ingresos separados. La fórmula más habitual es la de la triple cuenta, una privada de cada miembro de la pareja para recibir en ella sus ingresos y una tercera común para los gastos fijos mensuales. Hipoteca o alquiler, luz, telefonía... todos esos cargos domésticos que entran a día 1 son los que se sufragan con la cuenta conjunta, en la que cada integrante de la pareja deposita una cantidad mensual. ¿Más complicado que tener solo una? Probablemente. Pero también es más seguro en caso de disputa. Quizás sea esa la explicación de una tendencia al alza que confirman las fuentes consultadas en este reportaje. Abanca avala que han advertido que entre los jóvenes, triunfa esto de mantener las cuentas claras. Lo mismo sostiene Víctor González, asesor fiscal de Atingra Asesores, que empieza precisamente señalando que no es una práctica exclusiva de los jóvenes. «La tendencia actual, de los millennials y no tanto, es tener las cuentas corrientes separadas, y como mucho tener una cuenta conjunta para los gastos del hogar, independientemente de que estén casados o no, sean pareja de hecho, etcétera», indica el profesional, que incluso da un paso más y señala que tener las cuentas en entidades distintas «permite beneficiarse a cada uno de las condiciones de la entidad financiera, que ahora es algo importante por el tema de las comisiones».
A nivel fiscal, Hacienda no se complica. Todos los titulares de una cuenta conjunta deberán tributar por ello, repartiendo al 50 % los intereses y el saldo existente en ella. «Aquí viene la primera cuestión, si uno de los dos aporta más que el otro, tendrá que informarlo fehacientemente, ya que la norma general es repartir a la mitad lo que haya», precisa el asesor, que añade que en el término medio está la virtud: «Lo cierto es que cuantas menos cuentas bancarias tengas, menos problemas tendrás también de cara al fisco, pero hay que tener claros los conceptos de lo nuestro, lo tuyo y lo mío».
Tener una cuenta corriente de titularidad compartida es un arma de doble filo: más sencillo para la pareja, pero al mismo tiempo menos privado. «Es una ventaja y un inconveniente a la vez, porque te permite ver claramente los movimientos bancarios, pero al mismo tiempo eso te priva de autonomía y libertad. No se pueden tomar decisiones sin que tu pareja se entere, ¿estás dispuesto a ello?», pregunta Víctor González.
Más seguro legalmente
De esos conflictos sabe mucho el abogado experto en derecho de familia Ignacio Bermúdez de Castro, que afronta constantemente rupturas en las que la cuestión económica suele ser un gran motivo de disputa. También las discusiones sobre quién aportó más en la cuenta para los gastos comunes cuando se trata de parejas que conservan la suya propia individualmente y comparten una tercera para afrontar las cargas mensuales. «Me pasa todos los días, ayer mismo. Se puede acreditar que en esa cuenta uno puso mil y el otro quinientos, pero es muy difícil hacerlo, salvo que el banco expida un oficio que le pidan judicialmente», explica el letrado, que dice que el dinero ya gastado en ese tipo de conceptos del hogar es prácticamente imposible reclamarlo por vía judicial: «En una ruptura de una pareja o de un matrimonio, mientras el dinero se haya empleado para la familia, es muy complicado, porque son hechos consumidos en el seno familiar. Otra cosa es la amortización de una casa. Si tú amortizas cien mil y el otro cincuenta mil, es muy fácil de demostrar. Pero no es así en el día a día».
La cantidad que se tiene en la cuenta en la fecha de disolución del matrimonio o de la pareja es la que se tiene en cuenta a la hora de repartir. Si es matrimonio y está en régimen de bienes gananciales, se hará al 50 %. Si hay separación de bienes, cada uno tendrá lo suyo sin discusión alguna: «Si tú pones 600 euros y tu pareja 400, la casa es un poco más tuya», indica el abogado. A día de hoy, al despacho de Bermúdez de Castro llegan conflictos económicos casi de más parejas more uxorio, las llamadas uniones paramatrimoniales de convivencia sin enlace, que matrimonios. «Vienen para dividir la cosa común, ver quién se queda con la casa, establecer la custodia de los hijos...», indica el abogado, que especifica que la cifra de parejas de edad y matrimonios que se apuntan a la fórmula de la triple cuenta se acerca cada vez más a la de las uniones jóvenes. «Es una división más enrevesada, pero más segura para las partes. Desde luego, si en un futuro hay problemas, lo mejor es tener las dos cuentas individuales y otra común. Ahí metes el dinero para los gastos, y el resto es tuyo. Claro que esto solo tiene sentido si no estás casado en régimen de gananciales», matiza. Pero hay otro tipo de aportes que no se cuentan monetariamente. «Hay quien aporta más domésticamente, y se tiene muy en cuenta en los divorcios. Quién ha dedicado más tiempo y atención al cuidado de los hijos, a las tareas del hogar... Y de ahí se establecen las pensiones compensatorias, especialmente relevantes en los casos de matrimonios ya de edad en los que ella se ha dedicado toda la vida a la casa», explica.
¿AFECTA A LA RELACIÓN?
A nivel fiscal, suele ser fácil elegir la opción más conveniente. En este sentido, Víctor González indica que si se trata de un matrimonio, casi siempre sale mejor la opción de tributación conjunta, «aunque creo que este sería otro debate», apunta el asesor, que matiza que la decisión va a depender mucho de los ingresos que entren en la pareja, «porque luego está el gran problema, si uno es derrochador y otro tacaño, que ya afecta a la relación».
Cuando la relación está tocada, Eva Gil los recibe en su consulta de Santiago. La terapeuta de parejas confirma que cuando hay gastos extras, «como el juego, las compras compulsivas o la tecnología, el económico sí puede ser un cisma, aunque en esos casos hay una problemática detrás». Confirma también la tendencia de separar los ingresos, y la lleva más allá de una simple opción contable. «Es por un tema de individualidad. Cada uno tiene su propia parcela en cuanto a gastos y todo lo que conllevan. También lo hacen las parejas no tan jóvenes, en muchos casos estando ya en matrimonio. Incluso las tengo que pagan todo a medias, viajes, cenas, las copas de la noche... Un poco por mantener esa autonomía, por fomentarla, y no tanto por el control de gastos», sostiene Gil, que añade que en otros escenarios sí se produce ese control: «En algunos casos de celotipias sí lo hay, pero son puntuales y ya atienden a una casuística especial de control de llamadas telefónicas y de las cuentas». Conjuntas o no, la independencia es vital para que salgan bien las cuentas de cualquier relación.
Cuatro razones por las que triunfa esta opción
- Lo nuestro, lo tuyo... y lo mío. Son los tres conceptos que Víctor González, asesor fiscal de Atingra, recomienda tener claros a la hora de plantear la economía doméstica.
- Más garantías a nivel judicial. La fórmula de las tres cuentas, dos individuales y una conjunta para gastos comunes, es mejor en caso de conflicto, indica Ignacio Bermúdez de Castro.
- Fuente de conflictos en la relación. La terapeuta Eva Gil asegura que los problemas crecen cuando uno de los dos hace gastos extra, y asegura que quienes separan las cuentas buscan fomentar la autonomía.
- ¿Qué compensa a nivel fiscal? Casados, casi siempre la tributación conjunta. Pero el asesor avisa del hándicap de la cuenta única: «No puedes tomar decisiones sin que tu pareja se entere, ¿estás dispuesto?»