Islandiaverso

YES

20 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La prueba de que el futuro te ha pasado por encima consiste en escuchar el concepto metaverso y pensar que es un tipo de endecasílabo. Enseguida la realidad te atropella y te comes a Mark Zuckerberg, con su aspecto de haber sido siempre un avatar, y alucinas con sus explicaciones sobre ese mundo virtual en el que todo será felicidad y posibilidades. Al otro lado de esa nueva frontera se quedan todas las cochinadas morales de una marca que afronta la mayor crisis de reputación de su historia tras comprobarse que en determinados países Facebook permite la venta de armas, drogas y personas, estas sí muy reales. O sea, pezones no, pero kalashnikovs, sí.

Del estruendo que ha acompañado al lanzamiento de Meta lo más regocijante ha sido la campaña turística pensada desde Islandia. Un clon de Zuckerberg llamado Zack Mosbergsson replica el tono del visionario americano para demostrar que las siete maravillas digitales en las que Meta deposita la felicidad y el futuro existen ahí fuera desde hace mucho tiempo. Los islandeses nos proponen lo real frente a lo real virtual, y de paso señalan lo absurdo que puede sonar el discurso de venta de Meta con toda su palabrería mindfullness. El Islandiaverso marca un camino muy interesante para quienes vivimos incómodas con esta prisa por meternos en gemelos digitales que empeoran los analógicos y desconfiamos de ese argot de felicidad y filtros de nubes con el que nos dirigen a la puerta de entrada del nuevo universo.

En 1973, Richard Fleischer dirigió a Charlton Heston en la insólita Soylent green en la que se retrata una humanidad devastada justo a la altura del año 2022. El calentamiento global ha dejado a la Tierra desabastecida de alimentos y solo una élite accede a la comida. El resto, sobrevive a base de un procesado cuyas ventas y producción controla la minoría. La película atiende los recelos que en aquel año 73 empezaba a despertar el futuro tecnológico y la explotación de los recursos. Cincuenta años después, la cumbre del clima se torna en fracaso y Zuckerberg nos propone abandonar el mundo real y disfrutar del metaverso. Que no es un endecasílabo.