¿Se acabó el matrimonio para toda la vida?

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El discurso de «hasta que la muerte nos separe» parece haber llegado a su fin. Las generaciones más jóvenes apuestan por otros modelos de pareja, y las psicólogas explican por qué

23 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El «matrimonio para toda la vida o hasta que la muerte nos separe» se ha asumido en la narrativa cultural y social como un mandato. Una creencia envuelta en mitos y tradiciones familiares que suele influir en los hijos y cónyuges. Pero con el paso de los años estas concepciones han cambiado, y así lo confirman las psicólogas consultadas que apuntan que las nuevas generaciones apuestan por otro tipo de relaciones. En su opinión, son los más jóvenes quienes aparecen en el centro de atención en este caso. Las expertas nos explican los factores de este cambio y cómo se asume este modelo de pareja hoy en día.

«El patrón de matrimonio de hace 40 años atrás no encaja con la manera de pensar de la gente en la actualidad. Por lo general, tanto el afecto como la atracción sexual no suelen durar toda la vida y como se sabe que tenemos libertad para escoger pareja existe esa tendencia al cambio, lo que es normal», explica la psicosexóloga Aránzazu García. Según la especialista, somos seres más bien monógamos para los que el enamoramiento dura solo unos años, aunque en algunos casos, «el vínculo dura toda la vida, pero es más frecuente lo contrario», añade García. «Los más jóvenes ven el matrimonio como un contrato temporal que escogen dos personas durante el tiempo que creen que va a ir bien, un acuerdo que se puede romper cuando así lo consideren, por eso lo ven diferente», apunta.

En la misma línea, la psicóloga Alejandra Dotor agrega que otra diferencia respecto a décadas anteriores es que años atrás se aceptaban muchas cosas dentro de la relación a nivel social. «Por ejemplo, las infidelidades», apunta. «Además, cada uno tenía sus roles marcados sin ser cuestionados, y así se alargaba esa convivencia en la que ambas partes se dejaban llevar por la rutina. Sin embargo, actualmente muchas personas ya no toleran este tipo de comportamientos», dice.

Junto a estos cambios y el miedo al compromiso, también influye «que vamos muy deprisa, y lo queremos todo ya. Incluso tener relaciones sexuales en la primera cita o solucionar las crisis que surjan en la relación al momento -destaca Dotor-. Entonces aquellas parejas que no pueden solucionar pronto lo que les afecta, se escudan en que ese tipo de relación no es para ellas; hay mucha gente perdida en esos ideales», concluye la experta.

Además, «los jóvenes no tienen muy definido cuál es su proyecto de vida», advierte la psicóloga Eva Gil: «Como viven el presente, la sociedad tiende a pensar que no se comprometen y que no tienen parejas duraderas». «Para ellos ese modelo de ‘tengo una pareja y es para siempre' ha cambiado, su relación va a durar lo que dure. Así se manifiestan respecto a sus sentimientos. Y mientras sea así, lo importante es que suceda de la mejor manera posible», zanja Eva.

Lo irreal de las redes

Las redes sociales han llegado para transformarlo todo y generar nuevas formas y espacios para relacionarse, sobre todo en el plano emocional. «Con esto de Internet y las redes, los jóvenes están más desvirtuados de su realidad, por estar más tiempo idealizando un modelo de vida o un tipo de relación que no se adecúa a su vida real», asegura Alejandra Dotor. A lo que Aránzazu García añade: «En los adolescentes actuales paradójicamente ha habido un aumento de esos ideales románticos del amor para toda la vida. Y claro, no siempre es así, por eso muchas veces las parejas rompen». «De todas maneras tampoco está mal separarse si la relación no va bien; no es psicológicamente saludable tener esas expectativas idealizadas», apunta García.

Según las especialistas, esta nueva generación consume las relaciones de forma exprés porque simplemente tienen ganas de probar. Lo beneficioso sería analizar hasta dónde desean llevar juntos ese acuerdo de pareja. «Por eso sería bueno hablar más claramente de lo que tenemos -dice Alejandra Dotor-, porque el joven tiene el referente de sus padres sobre cómo debería ser una relación y tiende a pensar que esto implica fidelidad. ¿Pero si eso no lo queremos? ¿Y si creamos un nuevo tipo de relación tú y yo sin entrar en esquemas?», reflexiona la experta. Por tanto, lo que une y propicia que una pareja dure mayor o menor tiempo, «es que tengan también objetivos de vida comunes y que los vayan compartiendo a lo largo de la relación», añade Eva Gil.

A nivel social hay estudios que plantean que cambiar de pareja cada cinco años sería la fórmula para resolver los problemas de pareja y encontrar la felicidad. Algo a lo que las especialistas no dan crédito. «En absoluto», afirma Aránzazu García, que apunta que cambiar cada poco tiempo lo que provoca «es que nunca llegues a profundizar en ningún compromiso». «Y claro, no cargas con las cosas negativas de una relación larga, pero te pierdes lo enriquecedor que tiene también. No hay ninguna fórmula de la felicidad, ni cambiando de pareja a los tres, cinco o diez años. Lo importante es ser coherente con lo que somos para ser felices», asegura García.

Por su parte, Alejandra Dotor señala que «a muchísima gente le funciona». «Y si esos cinco años son vividos desde el disfrute y luego hay una separación naturalizada, no pasa nada», dice. «Todo tiene una caducidad -continúa-, como la obsolescencia programada para lo tecnológico», concluye Alejandra.

Las tres expertas coinciden en que las relaciones afectivas deben durar lo que duren en beneficio de ambas partes. La comunicación, la confianza y el respeto deben ser los cimientos de cualquier relación, «porque si falla esa base, por mucha pasión, intimidad y amor que haya, no será un amor libre ni limpio», destaca Eva Gil. «Cuando dos personas se conocen y deciden estar juntas lo primero que deben hacer es asentar esos cimientos. Y establecer una valoración del presente inmediato. Si me encuentro cómoda, lo quiero y me gusta, lo mejor es disfrutar de ese momento así», concluye Eva, que insiste en que las expectativas se deben ajustar a la realidad y la realidad solamente está en el presente. Lo de toda la vida ya se verá.