Rafuel, el influencer que arrasa en TikTok a los 65: «La tortilla de cruasán se hace en diez minutos»

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La sencillez con la que Rafael Antonín expone las cosas y la sensación de que cualquiera puede hacerlo le han catapultado. Las marcas ya lo fichan para promocionar sus productos y las grandes editoriales le editan libros

17 oct 2021 . Actualizado a las 10:44 h.

Rafael Antonín, conocido como Rafuel (@rafuel55), tiene 65 años. Es una celebridad en las redes sociales, especialmente entre los jóvenes. Cuenta con 625.000 seguidores en Instagram y muchos más en TikTok. Ha editado el libro Mis mejores recetas (Planeta), con el que ha obtenido un éxito notable. Y ahora colabora en el programa Saber vivir de TVE para dar consejos y recetas de comida práctica y sabrosa. Un hombre inquieto que disfruta metiendo las manos en la masa y divulgando lo que sabe hacer: comida rica, sencilla y... bueno, lo de saludable, como explica en esta entrevista, ya tiene su matices.

—¿Sorprendido por adónde ha llegado en las redes sociales?

—No, esto va llegando poco a poco. Yo llevo trabajando mucho tiempo en la cocina y haciendo las cosas más o menos bien. Esto en lo que estoy ahora llega, pero no por casualidad. Hay diez años de mucho trabajo constante detrás. A mí en estos diez años me han operado tres veces, y el mismo día que entré en quirófano, colgué una nueva receta en Instagram. Estuve 15 días ingresado por covid-19 y aproveché para grabar vídeos y contestar un montón de mensajes. Cada día respondía del orden de 1.500 mensajes diarios. Está muy bien, que así te activas.

—Habla de la importancia del ritual y el cuidado en la mesa.

—La receta casera bien hecha, con el tiempo necesario y con una mesa bien puesta, es buenísima. Yo siempre digo que, aunque te vayas a comer una ensalada, ponte el plato de Navidad y verás qué diferencia hay. Es cuestión de poner la mesa bien puesta, un buen plato y nada más. Hay que comer a gusto. Así siempre sabe mejor.

—Veo sus vídeos en Instagram y da la sensación de que todo «está chupado». ¿Si me pongo a ello será tan fácil como parece?

—Sí, yo no hago cosas complicadas, para nada. La cocina, sobre todo, es buen producto. Yo aconsejo ir en pareja a los mercados. Las grandes superficies son para comprar el jabón, la lejía y que nos la traigan a casa. En los mercados es donde escogeremos la receta. Tú vas a las pescaderías del mercado y no sabes si comerás lenguado o rape, harás lo que te diga el pescadero. Allí se decide el menú, no al revés. Vas, compras, luego cocinas, comes y has hecho una actividad de tres o cuatro horas en donde, además, te lo has pasado bomba.

—¿Recoge la tradición o inventa nuevas recetas?

—Yo no invento nada. Los últimos inventos no me cuadran. Veo que le ponen caviar al huevo frito o a un solomillo. No, eso no. Ahora hay mucho caviar porque todo es piscifactoría, entonces todo el mundo te intenta vender caviar y sus recetas. Yo cojo las recetas que hay y las que me cuadran. No soy inventor de platos.

—Sin embargo, uno de sus platos con mayor número de visitas en Instagram es la tortilla de cruasán. No parece algo muy tradicional, desde luego.

—Bueno, pero ya estaba inventada, no la inventé yo. A ver, teniendo en cuenta que un cruasán está hecho con mantequilla, ya cuadra. Cerca de mi casa hay una pastelería que tiene los mejores cruasanes de Barcelona. Entonces, vi que existía esta tortilla y lo que hice fue probarla con estos cruasanes. Y sabe sensacional. ¿Por qué la pongo? Porque se hace en 10 minutos. No hay que pochar una patata, ni cebolla. Simplemente, trituras el cruasán, lo hidratas con huevo y haces la tortilla. En nada tienes una tortilla muy buena y que gusta muchísimo. ¿Por qué no comemos una tortilla el lunes por la noche? Pues porque tenemos que pelar patatas, freírlas a fuego lento y, como mínimo, tardaremos una hora para que esté decente. Esta está buenísima pero, eso sí, no estará nunca tan buena como las que hacéis con la patata de Galicia.

—Antes de llamarlo vi las últimas recetas que subió: un minilibrito y pan con chorizo. Dos platos bastante calóricos. ¿Tiene en cuenta eso?

—En mi comunidad el 60 % tiene menos de 25 años. Si les pongo una ensalada me mandan a tomar viento, así de claro [risas]. Mi Instagram no es para seguir una dieta, ni un menú semanal. Son recetas para hacer algún día. Un librito es de las pocas carnes que se pueden transportar y comer en la oficina. Un rebozado a la semana encaja muchísimo. Las recetas las haces según lo que quieren los seguidores. Para lo otro hay muchas cuentas veganas y vegetarianas. El que quiera que vaya a ellas.

—¿La suya es para lo rico y apetecible?

—Claro. Pero hay que hacer deporte. Yo cada día hago una hora de gimnasio. El problema de comer cosas calóricas es luego quemarlo. No podemos ir reteniendo calorías. Pero, ojo, a mí un buen tomate en una ensalada me encanta. Pero no las puedo poner en Internet, porque es que no gustan. Y tienes que poner lo que tus seguidores quieren ver.

—¿Qué le llevó a publicar un libro?

—Cuando empezó la pandemia, se acababan de casar mis hijas. Estaba solo en el piso. Desde el primer vídeo cambié el contenido. Hice cosas muy fáciles con productos y utensilios que la gente tuviera en casa. Explicaba la receta y la escribía entera. Fui haciendo y haciendo. En 90 días fueron un montón de ellas. Cuando acabó el confinamiento, vino la editorial y me propuso el libro. Hicimos los platos de nuevo y las fotos. Cada día unos cuatro o cinco. Los fotógrafos venían, desayunaban, comían y aún se llevaban táperes para su familia. Aún ahora me escriben y me dicen: «Oye, ¿cuándo haces otro libro, que mi mujer quiere táperes?».

—¿Se come lo que cocina?

—No. Siempre hay alguien. Por ejemplo, a la chica del solario que hay debajo de mi casa, que está desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde y está delgadita, le bajo esto. Si no, mi hija está a dos manzanas y, según el vídeo que ha visto, ya me dice que haga otra comida, que esa es para ella [risas].

—Lo presentan como un «influencer» gastronómico. ¿Ya lo fichan marcas?

—Sí, pero en eso siempre he sido muy elitista. Solo quiero productos buenos. Como explicaba antes, defiendo a los mercados, no a las grandes cadenas de supermercados. Estoy en contra de ellas. Están intentando meter productos chinos cargándose muchos productos nacionales. Por ejemplo, los frutos secos. Yo no entiendo que se quieran cargar las nueces de España y vayamos a las de Macadamia. Lo mismo ocurre con las almendras y avellanas. Y luego te proponen que comas bayas y cosas de esas. No quiero pasar por el tubo.

—¿Está en contra del esnobismo en la cocina?

—No estoy contra el esnobismo, yo lo que estoy es a favor del producto bueno. A mí me gusta el jamón ibérico, el pescado del Cantábrico y todo eso. Tenemos más que suficiente con lo que tenemos, porque hay cosas buenas y muy desconocidas. Se me ocurre ahora, por ejemplo, la pluma ibérica. Está marchando toda a Japón. Se paga allí más que el famoso wagyu. Nosotros importamos wagyu a buen precio y ellos se llevan esta carne, la única que no tiene colesterol, que tiene una grasas impresionantes de la bellota. No se entiende lo que está pasando, ni los intereses que hay detrás de todo esto.

—¿Tiene un plato favorito?

—Sí, los huevos fritos con patatas fritas.

—Eso es insuperable.

—Sí, totalmente [se ríe]. Si al día siguiente no quieres repetir, pues le pongo un poco de jamón ibérico. Y si dos después ocurre lo mismo, pues le meto cuatro gambas. Para disfrutar de un plato de verdad no necesitamos más que hacerlo bien y tener buen producto. Galicia para esto es una zona estupenda.

—¿A qué se refiere?

—Ahí hay bastantes granjas de gallinas en semilibertad con una calidad de huevos impresionantes. De hecho, yo utilizo una marca de ahí que están sacando unos huevos que son fuera de serie. Y con mucha diferencia de los que proceden del resto del país. Hay fabricantes que son muy sensibles con eso y hacen cosas realmente buenas. Aquí parece que lo aprecia muy poca gente o no se acaba de aclarar.

—Quizá nos falte un márketing acorde a un producto tan bueno.

—Ocurre lo mismo en Castilla y León, que tienen unos vinos tremendos y lo sabe muy poca gente. El otro día me dieron a probar un queso de Cantabria impresionante. Pero mira, hoy mismo hemos estado diseñando una hamburguesa en uno de los sitios más importantes de Barcelona. Es con trufa y con queso gallego de Arzúa Ulloa, uno de mis favoritos.