Ha habido este verano un esfuerzo conmovedor en repetir una fotografía. Y no hablo de las colas para vacunarse, las terrazas con restricciones intermitentes o los conciertos a medio gas del II año pandémico. En la imagen aparece el rostro de un hombre maduro de gesto plácido en el que apenas se reconoce a la estrella que fue. Se llama Richard Gere y durante algunas décadas ocupó la pantalla grande desde el universo en el que habitan los héroes pop, un mundo lejano e inasible que jamás interfería con nuestro ecosistema de carne y hueso, coches en doble fila y olor a fritanga. Lo extraordinario de la foto es el lugar en el que fue tomada. Porque el Edward Lewis de Pretty Woman, el Dixie Dwyer de Cotton Club, el Zack Mayo de Oficial y caballero y hasta el Julian Kay de American Gigolo se ha convertido en un veraneante que come en El Refugio de Oleiros y pasea por escenarios que reconoces y no por los lugares de cartón piedra de lujo en los que solía habitar. La foto de Gere en Coruña activa una curiosa reacción visual que mantiene la mirada sobre su rostro durante un tiempo absurdo. Escrutas y escrutas esa cara como si tratases de desentrañar un misterio, como si quisieras convencer a tu cerebro de una certeza a la que se resiste.
Hace unos meses, otra estrella del lejano firmamento del cine, ese que deslumbra tanto porque en realidad no existe, fue fotografiado en un figón de Póboa de Trives. Resulta que el Joseph Fiennes de El cuento de la criada veranea en Pena Folenche, una aldea diminuta de la que un día partieron los padres de su mujer para instalarse en Suiza. Fiennes rehabilita desde hace un tiempo casa propia y comparte rutinas con los vecinos, incluidos baños en la piscina municipal lo que definitivamente convierte a Trives en el lugar glamuroso que siempre fue pero que quizás no reconocíamos. Mira tú si la meca del cine estaba en realidad aquí….