Cristina Chantada, médica estética: «Hay gente que con 22 años ya tiene arrugas»

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Esta doctora coruñesa desmonta los mitos que hay en torno a la medicina estética, y aborda el arma de doble filo que pueden suponer las redes sociales en los pacientes jóvenes: «Siempre intento explicarles a los pacientes que los filtros son irreales»

14 ago 2021 . Actualizado a las 09:44 h.

Su vocación por la medicina la tuvo desde pequeña. Su padre también es médico y lo pudo vivir en su casa. No obstante, la coruñesa Cristina Chantada (1991) optó por hacer algo distinto a lo que enseñan en la universidad, enfocada principalmente hacia el MIR, y exploró el campo de la medicina estética. Ahora compagina su consulta en Madrid, en la Clínica Esquivel, con su propia clínica en Marbella, Beauty Lab, en la que aporta una revisión interior y exterior con la farmacéutica y cosmetóloga Estefanía Blanco.

¿Cómo comenzaste en la medicina estética?

Lo que tenía muy claro es que si lo hacía quería formarme de la mejor forma, porque médicos estéticos cada vez hay más. Es verdad que hay un bum últimamente, y yo quiero diferenciarme del resto. Entonces me apunté a un máster que hay en Mallorca, que es el más antiguo de España, y la formación se divide en dos trimestres. Ese tiempo que tuve ahí quise invertirlo en seguir formándome de la forma más diferente. Estudiar en diferentes países, con profesores distintos, es lo que hace que puedas coger de muchos sitios y ver realmente cómo quieres enfocar la medicina estética. Hice otro máster que hay en Harvard, que lo hacen en Boston, y luego otro de la Sociedad Americana de Medicina Estética, en Miami. También fui haciendo formaciones durante ese año hasta que empecé a trabajar. Tuve la suerte de que en mi primer trimestre ya me cogieron en Mallorca en una clínica. Entonces hacía el máster, esos cursos, y a la vez trabajaba. Antes de terminar me contactaron de la clínica Esquivel, en Madrid, y me dijeron que me querían.

¿Es una especialidad que requiere una formación constante?

Es algo que, como es tan puntero y tan nuevo, está evolucionando de forma constante. Entonces yo dije, pues si empiezo ahora tengo que hacerme el curso de Harvard, que lo hacen cada año o cada dos años, en el que se reúnen expertos de todos los Estados Unidos, doctores que son superpunteros en el campo para poner al día, con revisiones y estudios, todas las novedades que se producen. Por eso siempre he estado buscando el ‘no vas a hacer todo como lo hacen los demás, pero sí tener toda la información' para saber lo que a mí me gusta y, dentro de la forma en que trabajas, qué es lo que quieres coger de cada uno. Es hacer un máster que casi nadie hacía, entonces también era tener algo que me hace diferente al resto.

La medicina estética ha sido tabú durante muchos años. ¿Por qué se habla ahora de una forma más abierta?

Para mí hay dos diferencias. Una es, como dices tú, el tema de los tabúes, que es una especialidad que cada vez se habla más de ella y que tiene que ver mucho con cómo evoluciona la sociedad. Creo que hay un cambio con Instagram, con todo el tema de la belleza, de los influencers. Cada vez la gente se preocupa mucho más por el aspecto físico y lo cuenta. Yo lo comparo mucho con el tema de que hace 20 años nadie decía que iba al gimnasio porque parecía hasta mal que fueras, y ahora es bueno decir que vas, te tomas tu zumito después... El cambio de la sociedad va muy unido al cambio de la medicina estética. Y lo segundo es que este campo ha evolucionado mucho. Antes, la medicina estética estaba muy enfocada simplemente al tema muy de vanidad estética. Se utilizaban productos como las siliconas y los biopolímeros, cuya única función era cambiar tu aspecto físico. Hoy en día todos los productos que utilizamos, como puede ser el hialurónico o los inductores de colágeno, ya no van enfocados solo al cambio del aspecto de algo de la cara, sino que además estoy ayudando a inducir el colágeno, a que mi piel se mantenga bien durante años, a prevenir el envejecimiento, y a que ahora somos doctores que lo que hacemos es acompañar al paciente en su envejecimiento. No queremos tanto cambiar el aspecto de la persona, sino ayudarla a envejecer, pero que sea de la mejor forma posible.

¿Ha supuesto un cambio que las celebridades aborden estos tratamientos de una forma más abierta en sus cuentas oficiales?

Exacto. Cada vez que muchos famosos hablan de esto, hablan de ‘me lo he hecho', cosa que antes no se hacía, se rompen muchos tópicos, porque además hay tabúes y muchísimos mitos en esto. Hay veces que yo en Instagram, cuando hago un test o pregunto cosas a la gente, me doy cuenta de que hay mucho desconocimiento. Hay gente que piensa que los productos son para siempre, que te pueden deformar la cara, que nunca se van a llegar a reabsorber. Es cierto que eso sí era verdad con los productos de antes, pero ahora han cambiado. Ahora también hay mucha gente que, como en todo, va a límites extremos y que se asocia mucho ese paciente con el ‘me va a pasar a mí esto'. La clave es que toda la gente que publica y todos los famosos que hablan de ello están usando esta medicina estética natural y sutil, que es la que queremos que todo el mundo vea. El paciente que se hace cosas y que nadie se lo nota, y el que luego lo publica y lo cuenta, es el paciente que rompe ese tabú. En Instagram, cada vez hay más doctores que facilitan que al final se pueda ver todo esto a nivel mundial. Las redes sociales son una forma de educar y de enseñar al paciente.

¿Este bum ha hecho que se reduzca la edad media del paciente?

Sí. Antes era más una mujer de 40 o 50 años y ahora somos capaces de mostrarle al paciente que lo importante es la prevención. Es decir, esto es como tomar el sol. No es ‘cuando tenga 50 años y tenga arrugas me pongo protección solar'. No, cuando tengo 20 empiezo a cuidarme. Esto es lo mismo si quieres tener una piel mejor, con una calidad mejor y que se mantenga durante más tiempo. No actuar cuando tenemos el problema, sino intentar que ese problema lo prevengamos y que vaya a menos. Cada vez se va entendiendo más y la gente tiene menos miedo a empezar antes. Es algo que aún cuesta, porque la gente dice: «Uff, ¿pero con 25 años? ¡Cómo voy a empezar tan pronto!». Poco a poco lo vamos consiguiendo, comparando con ejemplos como lo de tomar el sol.

Entonces, ¿es bueno empezar antes con este tipo de tratamientos?

Nunca hay una edad establecida, porque depende muchísimo. Yo siempre recuerdo un ejemplo del curso de Boston que decía: «Yo a mi hija le empecé a poner bótox con 22 años, porque era miope». Hay condiciones fisiológicas, incluso previsiones que hacen que cada uno marque una arruga más o menos, o cómo gesticulamos. Hay gente que con 22 años ya tiene arrugas y gente que no. Por eso no hay una edad en la que se diga que haya que empezar. Pero sí que suele ser entre los 25 y 30 años, cosa que antes no se contemplaba.

También tenéis una labor de explicar a los pacientes que quieren parecerse a los filtros de las redes sociales que esa belleza es falsa.

Es muy importante para mí este aspecto. Un tratamiento bien realizado es un tratamiento que cumple las expectativas. Siempre hay que explicar al paciente lo que se puede conseguir con un tratamiento. Yo, y es verdad y parece mentira, tengo muchos pacientes que vienen a la consulta con una foto de Instagram con un filtro y me dicen: «Es que quiero ser como el filtro», «es que quiero el labio como me lo hace el filtro». Siempre intento explicar y educar en que los filtros son algo irreal, tenemos que ser muy conscientes de esto. No se puede conseguir lo que muestra el filtro por la gravedad. Es importante ser muy reales con lo que se puede lograr. Enseñar al paciente que ni siquiera es bonito ser como un filtro, porque muchos pacientes buscan la perfección, y yo siempre digo que, para mí, la belleza es lo bonito, no lo perfecto. Es conseguir algo bonito y que te quede bien a ti. No buscar la perfección, que parece que es el daño que hacen las redes ahora. Hay que enfocarse en tener la mejor versión de uno mismo y ser bonita o bella.