Julia, 9 años: «Yo vi nacer a mi hermano»

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Julia con sus hermanos Paz y Fiz, a los que vio llegar al mundo
Julia con sus hermanos Paz y Fiz, a los que vio llegar al mundo MARCOS MÍGUEZ

Muy pocos han vivido la experiencia de Julia, Fiz y Eume, tres niños gallegos que saben lo que es el «big bang» de dar a luz. Ellos participaron de la llegada al mundo de sus hermanos. Y lo cuentan así

20 jun 2021 . Actualizado a las 14:52 h.

Son pequeños por la edad, pero han vivido una experiencia que muy pocos, pequeños o mayores, pueden contar: un nacimiento, el acontecimiento que hizo que la foto de Jacee Dellapena, una niña de 12 años de Misisipi, diese la vuelta al mundo hace unos años por su hazaña de ayudar a nacer a su hermano, al que le cortó el cordón umbilical. En condiciones normales, los menores no pueden entrar en un paritorio, pero hay niños que atesoran algo similar a lo que vivió Jacee al otro lado del charco.

 Julia: «Yo quería ir corriendo a cogerlo, pero no me dejaron. Cuando lo limpiaron, y mamá estaba mejor, se tumbaron en la cama y cogí a Fiz»

Julia, que tiene 9 flexibles años (solo hay que verla hacer el spagat), vio nacer con 3 a su hermano Fiz. «Tres años y ocho meses», matiza. Fue en el 2015. «Yo nací en un hospital, en Vilagarcía de Arousa , pero mamá quería que Fiz naciera en casa -cuenta esta fan de Bones que quiere ser veterinaria o antropóloga forense-. Cuando nació Fiz, yo estaba en la puerta con mi papá. Cuando salió el bebé, le pregunté a mamá: ‘¿Cómo se va a llamar la hermanita?’. Y ella dijo: ‘¡Si tiene pito!’». Julia recuerda eso, y a las matronas acompañando a su madre, y el deseo de que fuese niña para ponerle Greta, y las ganas de ir corriendo a coger a su hermano cuando salió.

Julia en un momento del parto de su madre, poco antes de que diese a luz a Fiz.
Julia en un momento del parto de su madre, poco antes de que diese a luz a Fiz. DIANA FAJARDO

Él nació el 8 de diciembre del 2015 «en la habitación de mamá, en la calle Adelaida Muro, 55, en el primero». Julia lo recuerda, con esa luz natural de los niños al hablar de lo importante, al lado del balcón, y cómo una vecina, amiga suya, le dio «semillas y tomates para plantar», que crecieron poco después de que saliese Fiz. El nacimiento fue tal como lo planeó su madre, la matrona Silvia Álvaro, que fue supervisora de partos en el Hospital Teresa Herrera, una profesional con experiencia en partos en casa que actualmente trabaja en el Centro de Orientación Familiar de Orillamar. «Con Fiz no tuve duda, porque no me planteaba separarme de Julia. Para mí era importante que ella estuviera presente, por eso di a luz en casa. Con Paz ya me daba más igual. Lo que más me importaba eran las personas que me iban a acompañar en ese momento, mis compañeras y amigas», subraya Silvia.

«Las matronas pusieron una toalla en el suelo y mamá se puso de pie, y Fiz estaba saliendo», cuenta la hermana mayor. «Yo quería ir corriendo a cogerlo, pero no me dejaron. Cuando lo limpiaron, y mamá estaba mejor, se tumbaron en la cama y cogí a Fiz». La manera de contarlo de Julia es un cielo despejado. «Me gustó», asegura ella, que recuerda a Fiz dormido en sus primeros minutos de vida. A Paz, la pequeña, la última en llegar, Julia la vio nacer solo lo justo. Llegó el 12 de marzo del 2019: «Vi el primer momento y me fui. Vi cómo sacaba la cabeza, pero, como mamá gritaba, quise irme a casa de la abuela».

¿Cuándo es seguro parir en casa? «Lo tiene que decidir la mujer y además deben cumplirse unos criterios: ser un embarazo de bajo riesgo, bien llevado, estar a menos de 30 minutos de un hospital y que esté asistido por matronas, por profesionales», señala Silvia. «El riesgo cero no existe, ni en el hospital ni en casa. El parto en casa se basa en acompañar el proceso desde la normalidad y cuando se aleja de la normalidad se deriva al hospital», explica la matrona.

Fiz recuerda que estaba medio dormido cuando «mamá estaba sacando a Paz con las amigas». «Y fui a preguntarle a mamá: ‘¿Qué estás haciendo?’. Y ella: ‘Cogiendo a Paz’», cuenta este futuro policía de 5 años que quiere detener a todos los malos para ponerlos «en una jaula pequeñita hasta que digan la verdad». Él, como su hermana mayor, Julia, también vio nacer a Paz, sabe cómo llegan los bebés al mundo, desde muy dentro de la mamá. «Cuando sacaron a Paz, la abracé», cuenta él, que dice que tuvo que esperar un poco para darle ese primer abrazo a su hermanita. «Ahora Paz muerde pero también abraza», dice Fiz, un seguidor de Ben Ten que promete darnos una entrevista cuando se convierta en policía y capture a los malvados. Con una condición: «Llámame Fiz, porque ese es mi nombre».

Eume (derecha) con su hermano Deo, al que cortó el cordón umbilical
Eume (derecha) con su hermano Deo, al que cortó el cordón umbilical MARCOS MÍGUEZ

LA EXCLUSIVA DE EUME

Eume, que hace entrevistas de primera en el periódico de su colegio, Pangea, lleva un río gallego de nombre, como su hermano Deo, al que ayudó a nacer con emoción y sorpresa en su casa de Miño. Fue él quien a los 5 años le cortó el cordón umbilical. Su madre, Henar, quiso que su hijo mayor estuviese en el nacimiento del segundo niño, «porque é recibir a un novo membro da familia, algo moi especial». A Deo lo vieron llegar su padre, su madre, su hermano Eume y la matrona. El de su madre fue un embarazo normal, sin riesgos, que siguió los controles de la sanidad pública, «salvo algunhas probas invasivas, que no resto de Europa non se fan, como o test de glucosa», cuenta Henar, que se vio «moi ben acompañada» en su segundo parto, largo, natural.

Eume: «Cando naceu Deo non era como imaxinaba, non o imaxinaba tan vermello! Eu cortei o cordón umbilical»

Eume siguió desde el principio el embarazo de su madre, asistió a los controles, escuchó muy pronto el latido del bebé, el de ese hermanito en camino al que le decía «bebeciño» tocando la barriga de mamá. «Cando naceu Deo non era como imaxinaba, non o imaxinaba tan vermello!», destaca Eume, que recuerda de manera especial aquel día de verano. El día anterior bajó a la playa con su padre y estrenaron un hinchable con forma de cocodrilo. Su madre se quedó en casa con contracciones fuertes de preparto. Ella lo tomó con calma, su niño mayor también. Eume la recuerda cosiendo una manta para el bebé entre contracción y contracción.

El preparto era intenso durante el día, pero las contracciones paraban por la noche, y fue así durante tres días. Y Deo salió. «Vino cando empezaba a asomar a cabeza e despois fun eu quen cortou o cordón umbilical», cuenta Eume, que fue un matrón de refuerzo para la profesional que asistió a su madre en el parto.

«Recordas que pasou despois de que saíse Deo, e a placenta?», le pregunta su madre. «Si, a matrona coseuche», responde Eume, que se quedó tranquilamente a mirar mientras que su padre, impresionado, tuvo que irse corriendo, «mareadísimo».

Eume no sintió miedo («só un pouco polos berros de mamá, pero non moito»), vivió con naturalidad el dolor y la ternura de ese momento que su madre quiso compartir con él. Y pudo coger a su hermano el día siguiente al parto: «Temos unha foto do momento, con el chorando!», dice sonriendo. Deo lo mira en silencio, escuchando cómo fue su salida al mundo, atendiendo cómo su hermano mayor dice que, si llegase otro bebé a casa, le gustaría vivirlo muy de cerca, como fue con él. Eume volvería a ver nacer a Deo, dice, al que quería llamar «Raposiño» hasta que descubrir el bonito río Deo le hizo cambiar de opinión.