Vida por 1,5

YES

12 jun 2021 . Actualizado a las 10:19 h.

La última actualización de WhatsApp permite acelerar la velocidad de escucha de las notas de voz que te llegan al teléfono. Escribo la frase y me percato del galimatías que supondría para cualquiera de los que ya estamos vacunados si la hubiésemos leído hace treinta años. Actualización, notas de audio e incluso WhatsApp eran hasta un par de telediarios puros sueños de androide. Pero evitemos deslizarnos por esta perplejidad de señora mayor que pelea como un titán por abrirse paso y ocupémonos no más de la noticia que encierra el enunciado: multiplicar la velocidad de reproducción de los audios para acabar antes. El apaño no solo lo ofrece la aplicación de mensajes sino también plataformas como Netflix que invitan a sus clientes a destrozar el primoroso tempo que los creadores intentan imprimir a sus obras y convertir un monólogo de Kate Winslet en una réplica a Cantinflas, con todo el amor escénico que hay que profesarle al mexicano.

El asunto aquí es averiguar si el aceleramiento de la vida en las pantallas es una petición de la humanidad o una inducción de los demiurgos digitales, esas supercorporaciones con más poder que los estados y que con esta herramienta toquetean una última dimensión sagrada: la del tiempo. Mientras la vida real transcurre como debe, la que sucede en las pantallas va a un ritmo ajustable a nuestro umbral de aburrimiento, de ansiedad, de incapacidad para concentrarnos, de urgencia o de este corre-corre en el que se nos incita a vivir como si el final del camino fuese a cambiar.

Es verdad que en el caso de Netflix la opción no solo permite acelerar los vídeos sino también frenarlos, de forma que podemos escuchar a un mismo actor en el modo desbardallado Antonio Ozores o en el modo melopea ni la lengua revuelvo.

En realidad, al acelerar las proyecciones los más ansiosos del lugar están rindiendo homenaje involuntario al primer cine, aquel que era mudo y apresurado por una cuestión técnica que en unos años quedó resuelta. Entonces se filmaba a una velocidad y se exhibía a otra. De ahí a Bergman, con su elogio de la lentitud.

Por eso la señora mayor vacunada que pelea por abrirse paso se pregunta: ¿pero era necesario?