¡Una casa con 250 papanoeles!

La Voz PERIODISTA

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MARCOS MÍGUEZ

25 nov 2022 . Actualizado a las 17:50 h.

En una vivienda de Oleiros, A Coruña, Papá Noel está por todas partes. «Mi casa es Laponia», comenta con buen humor Fátima Ucieda. Esta coruñesa es la propietaria de una colección de 250 papanoeles de todo tipo de formas y tamaños. «Que conste que a mí el que me gusta es el peluche clásico, el de toda la vida. También tengo unos que mueven el trasero y otro al que se le baja el pantalón que a los niños les encanta», asegura sonriente. La colección pasa la mayor parte del año conservada con mimo en cajas y bolsas en el garaje del domicilio de Fátima. Ella es la que se encarga de la liturgia anual de colocarlos en distintos lugares de la casa y volverlos a guardar hasta la siguiente Navidad. «Este año me adelanté y ya los coloqué a mediados de noviembre. Es algo que solo sacas una vez y cuanto antes, mejor. Además, con todo el asunto de la pandemia apetece un poco de color», analiza. 

Chocolate con churros

El Papá Noel que marcó el inicio de la colección es de 1976. «Me lo regaló mi marido el primer año de casados. Lo compró en El Pote (unas tiendas y grandes almacenes muy conocidas en aquella época en A Coruña). Era una monada, no como los de ahora, que son tiesos.», recuerda. Aunque dice que en casa de sus padres la tradición que hubo toda la vida fue la de los Reyes Magos, reconoce que Santa Claus siempre le «resultó gracioso. Es un personaje al que encuentro simpatiquísimo y me acompaña». Después del primero, llegaron más. «Me fueron regalando, yo compré algunos y poco a poco la colección fue creciendo. El otro día mi hijo me mandó uno como regalo anticipado para que lo pudiese disfrutar durante estas semanas», asegura desde su casa rodeada de 250 papanoeles. Es espectacular. Los hay por todos lados. Unos cuelgan de las columnas de la vivienda, hay otro que asoma por la chimenea, en las estanterías y muebles del precioso domicilio de Fátima descansan infinidad de barbudas piezas... Parece una imagen de cuento, pero es real. «Ahora es más complicado por todo lo que está pasando, pero traigo a sobrinos y a niños de amigos y se quedan con la boca abierta. Les pongo un chocolate con churros y se lo pasan genial entre los peluches. A ellos les encantan los que se mueven», comenta con ilusión. En estas fiestas en las que todos estaremos un poco más lejos de nuestras familias, ella cuenta con 250 convivientes que la reconfortan. El día de Reyes todo se termina. «Es cuando empiezo a recoger. Me divierte mucho todo el proceso y lo tengo muy bien organizado», reconoce. Mientras llega ese momento, ahí la tienen con su extraordinaria colección. Laponia está aquí al lado, en el ayuntamiento de Oleiros, a pocos kilómetros del centro de A Coruña. 

Guía generosa

El año de la pandemia acabó con dos grandes noticias para la gastronomía gallega. La histórica segunda estrella para Javier Olleros es un peldaño importante que sube nuestra cocina. Es posible que otros la merecieran antes, pero no hay duda que Javi se la ha ganado. Al igual que el reconocimiento a otros locales como el Eirado da Leña o el hotel rústico San Jaime de Miguel González, una preciosa casona donde comí el día que se presentó el colectivo de cocineros ourensanos. Y el Silabario, que hace unos años sorprendió con su estrella en Tui, ahora reaparece en el firmamento desde la cúpula de la sede del Celta. Algo bueno tenía que traer este año para la hostelería gallega. Y todavía hay otros que merecen la estrella.