Jon Kortajarena: «Siempre he sabido que no soy el hombre perfecto»

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VALERO RIOJA

Desde los 17 soñaba con ser actor y no solo ha cumplido su sueño sino que está en racha. La moda lo encorsetaba en un único papel y el cine, apunta, ha sido muy liberador. Ahora estrena comedia con Carmen Machi y saca su vis cómica: «Sé reírme de mí mismo, soy un disfrutón»

13 jul 2019 . Actualizado a las 12:45 h.

Jon Kortajarena (Bilbao, 1985) es una meta, es un sueño cumplido y un motivo de celebración. Así que esta no es una entrevista normal, es LA entrevista que una lleva mucho tiempo peleando, incluso desde antes de que Jon se hubiera plantado en A Coruña para asistir a la boda de Marta Ortega el pasado noviembre. Fue entonces cuando él se encumbró como un auténtico relaciones públicas de la ciudad subiendo a Instagram comentarios y fotografías en las que quedaba claro su amor a esta tierra. Así es Jon, tiene ese poder de convocatoria que mueve a miles de fans que pisan por donde él pisa, que admiran lo que él admira. Y en esa orilla estoy yo, que le respondí en una crónica coruñesa que lo que había que celebrar era el San Xoán Kortajarena. Un mensaje en la red que él recogió como un guante y que provocó que, sin vernos la cara, iniciásemos un contacto. Un contacto fugaz, pero suficiente para tener que desvelar antes de hacer esta entrevista que yo soy esa, la del San Xoán Kortajarena, la que lideró el movimiento para que se venga en agosto con nosotros a las fiestas. «Ay, qué mona eres -dice-, me hizo mucha ilusión cuando lo escribiste, lo subí a Instagram enseguida».

Mientras me atiende y lo atiendo, Jon tiene que parar varias veces para responder a los admiradores que lo reclaman y le piden fotos: «No puedo, reina, ahora estoy en una entrevista», advierte una y otra vez, al tiempo que relata lo contento que está de estrenar Lo nunca visto, una comedia en la que trabaja con Carmen Machi y Pepón Nieto. En ella interpreta a un hippy que vive retirado en un pueblo perdido con muy pocos habitantes que se ven alterados con la llegada de cuatro negros.

-En esta peli haces de guiri, ¿dónde te has sentido tú más guiri?

-Muchas veces. Cuando he viajado como modelo me he sentido guiri, también cuando he estado en círculos que no se abren, cuando no te quieren integrar. Para ser un guiri no hace falta estar fuera de tu casa, sino en un círculo cerrado.

-Pero uno de Bilbao, puede ser de cualquier sitio, ¿no?

-Por supuesto, de eso que no te quepa duda.

-También puede ser coruñés.

-Claro, claro. Yo te nombro bilbaína a ti también [risas].

-¿Has sufrido tú, el más top, alguna situación de rechazo? ¿Algún desprecio?

-Absolutamente. Todo el mundo ha sufrido alguna vez rechazo, hay gente siempre que tiene prejuicios, gente que en lugar de querer descubrirte, elige rechazarte. Eso también te ayuda a que luego tú no lo hagas. Es tan importante aprender lo que uno quiere ser como lo que uno nunca puede caer en la tentación de ser. Tener prejuicios hace tu vida más limitada, te hace una persona con mucho menor espesor. Al final cada uno decide vivir y relacionarse de forma diferente y yo he elegido abrirme, afrontar mis miedos y romper barreras porque creo que, aunque quizás se sufre más, también se pueden experimentar cosas más interesantes y maravillosas.

-¿Cuál ha sido ese miedo?

-Miedo a tomar decisiones importantes de mi vida, miedo a, después de estar en un momento excelente como modelo, empezar de cero e iniciar la carrera de actor y cumplir mi sueño. Miedo a preguntarme quién soy yo, a ser consecuente. Miedos tienes siempre, lo difícil es escucharlos y actuar en consecuencia para poder afrontarlos. Creo que cuando eres una persona que estás en contacto con tus miedos, tu inseguridad y tu vulnerabilidad también entiendes mucho más la de los demás. Eso te libra de prejuicios, de etiquetas, de cosas que a mí me parecen muy antiguas y obsoletas.

 

VALERO RIOJA

-Tú sacas tu vis cómica en esta comedia, ¿eres muy payaso?

-Sí, yo creo que sé reírme de las cosas. Mientras tengas un buen equilibrio entre el respeto y poder reírte se puede llegar a sitios muy interesantes. Luego también es verdad que me tomo otras cosas muy en serio y me como la cabeza cuando podía ser más fácil, pero también tengo la capacidad de reírme.

-Pero tú has dicho de ti mismo que eres muy golfo.

-Sí, sí, claro, en el sentido de que soy juguetón.

-Eres una persona hedonista, disfrutona…

-Sí, me gusta el placer, apostar y arriesgar. Y eso da miedo también, porque si luego las cosas salen mal, dices: ‘Ay, si no hubiera disfrutado, ¿me habría salido bien? Pues seguramente no, lo que no tiene que ser no tiene que ser, y lo que sí, sí.

-¿Tú vas haciendo lo que te pide el cuerpo?

-Yo voy haciendo lo que dice mi instinto, muchas veces mi instinto me ha hecho pasar por sitios que daban miedo, pero también por sitios maravillosos. Prefiero seguir mi instinto.

-¿Ser actor ahora ha sido una liberación después de tantos años como modelo? De broma una compañera me decía que lo que necesitabas era hablar.

-Ja, ja. Hablar no he dejado de hablar nunca. Yo sí siento que como modelo he disfrutado muchísimo. Hay gente que dice: ‘Es que ser modelo es muy frívolo’, pero la frivolidad, si la sabes utilizar, puede ser muy divertida y muy liberadora también, el problema es cuando dejas que la frivolidad se convierta en todo lo que eres. O que no tengas más que frivolidad, ahí es cuando tienes un problema. Pero si sabes utilizarla, no. Yo he utilizado la moda y la moda a mí, hemos sacado provecho uno del otro y tan contentos. Lo sigo haciendo, me parece una etapa de mi vida superinteresante y enriquecedora. Es más, ahora que soy actor y puedo permitirme mostrar mi vulnerabilidad, mi fragilidad, el estado en el que estoy en mi trabajo, siento que todas esas experiencias en los años que he trabajado como modelo son herramientas que puedo utilizar para hacer mi interpretación más real, para empatizar mejor con los personajes que hago.

-Como modelo era un único papel.

-Sí, como modelo te pedían que fueras siempre el hombre perfecto y yo siempre he sabido que no soy el hombre perfecto. Y en el momento en que piensas: ‘¿Qué puedo hacer para ser el hombre perfecto? Ahí estás perdido. Y ya si te lo crees, vamos, ni te cuento.

-No me creo que no seas el hombre perfecto. Convénceme con tus defectos.

-Tengo muchísimos. Para empezar que soy Tauro y soy muy cabezón, a veces demasiado.

-¿Dónde pones el ojo, pones la bala? ¿Turras?

-Sí, a veces parece que me ayuda a alcanzar mis metas, pero otras no te creas. Es cierto que esa cabezonería para conseguir lo que te propones pues puede ser también una virtud. Pero pretender ser el hombre perfecto o pretender dar la imagen de serlo yo creo que es irreal, es una exigencia que te pones o te ponen los demás y que nunca vas a conseguir. Eso es una batalla perdida. Como actor no necesito dar esa impresión y es ¡tan liberador! Si un día estoy triste, lo puedo meter en mi trabajo y lo va a enriquecer, lo va a hacer más grande. Si un día estoy nervioso, si me sale un grano... es parte de mi personaje y no pasa nada.

-En el mundo de la moda, y volviendo a la frivolidad que decías, ¿has tenido que hacerte el tonto?

-Bueno, hay veces que hacerte el tonto es de listos [risas], mientras sepas por lo que lo estás haciendo no está mal. La historia es que yo he sabido siempre que no soy tonto, entonces si alguien se lo quiere creer o pensar eso de mí sin conocerme, pues, ¿quién es el tonto?

-Hay quien se empeña en ver solo una cara.

-Son prejuicios y ya está. Hace mucho tiempo que aprendí que los prejuicios que tenga la gente sobre mí no son responsabilidad mía. Mi responsabilidad es luchar por conseguir lo que quiero, respetarme, aprender a quererme y utilizar la voz que tengo para enviar mensajes que vayan más allá de la cara bonita.

-Estás ahora muy concienciado en la lucha contra el plástico.

-Sí, con los niños también, soy embajador de Save The Children, estoy en Greenpeace, eso me ha dado mucha conciencia. Me ha permitido viajar con ellos, aprender y valorar la voz que tengo para aportar mi granito de arena y cambiar las cosas.

-Eres actor y un actor en racha, no has parado de trabajar.

-La verdad es que me está yendo muy bien, soy afortunado. He estudiado, me he formado, era mi sueño y voy a seguir avanzando en contar historias que puedan llegar a tocar el corazón y el alma de la gente.

-Esta película es también una denuncia social.

-Sí, está basada en un estudio real que se hizo: querían integrar a gente de Siria en la España vacía, y cuando se pusieron a hacer ese experimento se dieron cuenta de que los del pueblo no querían estar con la gente nueva, que tiene una cultura diferente. Y los sirios, que en su mayoría están muy formados en sus profesiones, no veían en el pueblo la oportunidad que estaban buscando. A partir de ahí, la directora de esta peli se planteó: ¿qué pasaría si fuésemos capaces de quitarnos los prejuicios? ¿De romper barreras y estar abiertos a los desconocido? Y el resultado es que las dos partes se enriquecen. Yo decía: ¿cómo vamos a hablar de temas tan serios, de racismo, de integración, desde la comedia? Pues creo que lo hemos conseguido porque se habla de los prejuicios sin prejuicios, a través del humor y del lenguaje directo, te ríes de lo ridículo que podemos llegar a ser, tomas conciencia y esa es la única vía para llegar al cambio.

-Tú que has vivido en tantos sitios, ¿dónde te has sentido más cómodo?

-Yo creo que se vive mejor donde tienes amor, donde tienes oportunidades, donde te respetan, donde te sientes válido. Nosotros somos unos privilegiados, vivimos en una parte del mundo en que encontrar todo eso es relativamente fácil, pero para el 90% del planeta no es así. Tener esa empatía con quien no lo tiene tan sencillo y poder ayudar, a mí me sirve de mucho, hay tanto placer en poder ayudar que no sé cómo explicarlo. Somos unos afortunados, tenemos que disfrutarlo, por supuesto, pero también hay que tener conciencia de que eso no le pasa a todo el mundo. Tenemos una responsabilidad de echar una mano al que lo necesita, a los niños, al medio ambiente, a los más desfavorecidos, y creo que cada uno puede hacerse responsable del metro cuadrado que le toca. Yo lo intento.

-¿Tú te irías a vivir a un pueblo alejado o necesitas gente alrededor?

-A mí me encantaría. A ver, solo no [risas]. Pero en una comunidad pequeña sí me gustaría, no sé si es únicamente la idea y luego a lo mejor la realidad me costaría mucho más. A mí me parece interesante y me gustaría experimentarlo en algún momento de mi vida.

-¿Y dónde has celebrado tu mejor fiesta? A mí me das mucha envidia en Instagram, qué bien te lo pasas.

-Yo creo que en Nueva York he tenido fiestas muy guais y en Bilbao también. Por razones diferentes, pero me quedo con esos dos sitios.

-Te queda la de Coruña, la boda de Marta Ortega…

-¡Bueno, bueno! La de Coruña fue espectacular. Mira, voy a poner a Coruña también, que se me había olvidado. Qué gente tan maravillosa, todo el mundo estaba con ganas de pasárselo bien, muy relajado, y la energía del grupo hizo que se convirtiera en una noche inolvidable.

-Nosotros te podemos hacer gallego, iniciamos los trámites sin problema.

-¡Me encantaría! Vascos y gallegos estamos a un paso, comemos rico, tenemos una identidad propia maravillosa. Nos unen muchas cosas, estoy a un paso de ser gallego, si me apadrinas.

-Bueno, yo te amadrino y hago lo que haga falta [risas]. Como decimos en Galicia: «Tú aquí casa tienes».

-Ja, ja. ¡Y tú en Bilbao!

-Antes pensaba que me dirías que fue grande la fiesta de los Óscar. ¿Tú te ves ganando uno?

-Yo me veo trabajando como actor y dándolo todo, luego lo que la vida me pueda dar… Las metas que puedas tener no siempre están al alcance de tu mano. ¿Que me haría ilusión? Muchísima, pero no hipotecaría toda mi vida por conseguir un Óscar.

-Tienes sueños altos...

-Hombre, los sueños es lo más alto que tengo. Hay que soñar a lo grande, tiempo de volver a la realidad pues ya habrá.

-Dime una canción de karaoke que no tenga fallo para que la cantemos juntos.

-Cualquiera de Raffaella Carrà, ¿no?

-Sí, la que quieras.

-Explota, explótame, expló… [risas].

-O «Para hacer bien el amor hay que venir al sur»...

-Esa justo no, porque en el norte se hace muy bien [risas], cualquiera de Raffaella sería buena.

-Has confesado que te gustaría ser padre, ¿sigues en esa idea?

-Sí, sí, sí. Me apetece ser padre desde que tengo 20 años, lo que pasa es que la vida te va llevando por diferentes caminos. Mira, también quería ser actor con 17 años y lo he conseguido con 30. Los sueños hay que tenerlos ahí y pasarán cuando tengan que pasar.

-Desde luego, como hijo eres adorable con tu madre. Lo que vemos en las redes es de quitarse el sombrero.

-Claro, mi madre es lo más grande que tengo. No es algo que doy por hecho. Intento demostrarle mi cariño y mi respeto cada día. Las madres son tan importantes en tantos niveles; soy consciente de la suerte que tengo por tenerla cerca, por ser como es. A las madres tenemos que reconocerlas, admirarlas y elevarlas. Yo intento hacerlo con mi madre porque se lo merece todo.