Aquí aún hay sol para rato

YES

Agostiño Iglesias

LOS VERANOS DURAN MÁS EN ESTOS CLUBES donde la temporada cálida se extiende casi a todo el año. Algunos presumen de microclima especial. Nos zambullimos en septiembre siguiendo la ruta deportiva del chapuzón, fitness y spa incluidos, de A Coruña a Vigo, con parada en Lugo y Ourense. Seguimos al sol pasados por agua. ¡No nos moverán!

03 sep 2018 . Actualizado a las 17:48 h.

Hay rincones en los que el verano no se acaba de acabar, lugares en los que el sol empieza a dorar en mayo y no obliga a ponerse el sayo hasta octubre o, viendo la pauta de los últimos años, incluso casi hasta Navidad. Tengamos «veroño» o no, en estos clubes, donde mandan el relax y el disfrute deportivo, el moreno y la sensación de buen tiempo y las tardes entre amigos cunden más.

MIRADOR A LA RÍA DE VIGO

M.MORALEJO

Iniciamos la ruta del chapuzón extendiendo la toalla sobre el césped, a pie de piscina, en el Náutico de Vigo, en las instalaciones que ha sumado a sus servicios en el 87. Fue cuando este real club con solera (que tuvo a Alfonso XIII como presidente de honor; aceptó la presidencia en agosto de 1906) adquirió Los Abetos de Nigrán, sumando este nombre al suyo. La zona del club en Nigrán suele ser la favorita para la temporada de verano, y, si en vez del cuerpo a tierra, se prefiere la tumbona, «aquí siempre encuentras una», dice Alicia Magdalena, que disfruta en familia todo el verano (y más) del club. «Veraneamos por aquí cerca y nos gusta compaginar playa y piscina. Las tardes que a mis hijos [tiene tres, de 7, 11 y 13 años] les apetece, las pasamos en la piscina. Es un club familiar, un espacio para sentirse a gusto con amigos, para estar tranquilo con los niños sin tener sensación de peligro. Ahora, van a hacer un carnaval de temporada. Y tienen fiesta de la espuma y otras muchas actividades, como el tenis o el pádel, además de campamentos de verano», comparte Alicia, socia de Los Abetos que destaca las buenas vistas sobre playa América.

También las aprecia Fernando Rodríguez, que lleva más de un cuarto de siglo vinculado al Náutico, recuerda echando la vista atrás. «¡Me siento como un dinosaurio!... Puedo llevar 26 años de socio. Mis padres lo eran, y cuando me casé, traje a mi mujer y luego hice socios a mis hijos. Mi hija pequeña, de 13 años, viene a clases de tenis todos los sábados», cuenta.

Durante la semana, Fernando y su familia disfrutan de la piscina. De las piscinas, tanto de la del Náutico en Vigo como de las de Nigrán. Desde mediados de junio se vienen a estas últimas instalaciones con «mirador» sobre la ría de Vigo, y no cierran la temporada hasta septiembre. «Mis padres siguen viniendo casi todos los fines de semana. Y su deporte es..., vamos a decir..., mucho más tranquilo. Aquí juegan al dominó, a las cartas, o también disfrutan de la piscina», comparte quien ha visto crecer el club. «Hay caras que se han ido manteniendo con el tiempo, pero desde hace unos años ha habido un proceso de modernización, y se ven muchas caras nuevas. Cada verano hay más niños, más gente joven», afirma.

SOLÁRIUM CORUÑÉS

ANGEL MANSO

Bajo el sol que más calienta, ponemos rumbo al Norte. Directos a la pared (mítica) de La Solana coruñesa, donde pega el sol de marzo a noviembre. Este solárium natural, desde el que hoy muchos cruzan de las piscinas (climatizadas, de agua salada) a darse un baño en el mar, tiene un volumen notable de socios fundadores... Y un microclima especial, subraya el director de la que se llama actualmente Metropolitan La Solana. «Tú mira por dónde sale y por dónde se pone el sol», invita Carlos Filgueiras, al frente de un club del que casi todo coruñés ha sido socio y en el que nunca entrarás sin encontrarte a un viejo conocido o un familiar.

En diez minutos de reportaje, veo una cara de toda la vida, y a una compañera de trabajo que me invita a entrar en los vestuarios de mujeres (a ver la zona de la sauna, los secadores y las nuevas planchas para el pelo). Aunque no ha perdido su identidad, La Solana ha visto una evolución desde los años cuarenta, cuando nació. A su esencia familiar y su «salpicón» de generaciones se ha unido la apuesta por el deporte y el fitness. Elena es socia de toda la vida, aprendió a nadar aquí, en un club que le viene ya de los abuelos y al que sumó hace unos años un socio, su marido, Carlos, que se vino «emigrado», apunta sonriendo, desde Ribeira y es hoy un feliz «exiliado» al sol que valora la dinámica deportiva de su club. «Hacemos actividades como met-pump o cicling. Los monitores son muy buenos, te corrigen, motivan, y ayudan a romper el hielo con la gente», dice esta pareja que posa en el spa de la olímpica, un rincón de anuncio. «En Ibiza tienen sus calas. Aquí, nuestros rincones, sostiene Carlos Filgueiras.

OS REMEDIOS, LA ÚNICA PISCINA DEL CENTRO DE OURENSE 

Agostiño Iglesias

Ojo al dato, amantes del sol. Ourense es la segunda ciudad de España donde más se alarga el verano. Es un dato que ha revelado recientemente un estudio elaborado por la Agencia Estatal de Meteorología. César Rodríguez Ballesteros, profesional de la Aemet, estudió las temperaturas de 44 estaciones meteorológicas repartidas por todo el país entre los meses de mayo y octubre de 1971 al 2016 para concluir que la época estival se prolonga cada año un día más.

Siendo así, no es de extrañar que los ourensanos busquen un lugar en el que estirar lo máximo posible su momento de disfrute al sol. Ese oasis es para algunos la piscina exterior del Pabellón dos Remedios. Se trata de la única ubicada en pleno corazón de la ciudad y suele abrir desde el comienzo de la temporada estival hasta la vuelta al cole de los más pequeños.

Hay lujos muy baratos. Por tres euros, el visitante que no es socio del complejo deportivo, tiene acceso a la piscina y a un amplio vestuario. Los que pagan una cuota durante todo el año tienen incluido el servicio durante la temporada estival, como es el caso de Nati Pacios, Lucía Sampayo, Noa Codeso, Sonia Pacios y María Arias. «Nosotras jugamos a fútbol sala y antes de entrenar venimos aquí a refrescarnos y pasar un rato juntas», cuentan entre chapuzón y chapuzón. Solo le ponen un «pero» al recinto. Y es que no dispone de ningún chiringuito o bar en el que tomarse un helado o comprar un refresco. «La verdad es que estaría bien no tener que ir hasta la cafetería interior del pabellón», señalan sin perder de vista el refresco de la piscina.

DE OURENSE A LUGO 

ALBERTO LÓPEZ

Llegamos a Lugo y nos metemos directamente en el río. Sí, aunque no lo parezca, estamos dentro de un club de verano y en plena naturaleza a la vez. El río es, precisamente, uno de los grandes atractivos del Club Fluvial. Allí nos encontramos en plena faena a Jose Valle y a su hijo Andrés, de 5 años. Trueiro en mano, el peque se dispone a pescar. «Le encanta venir, podemos tirarnos dos o tres horas, que para él no pasa el tiempo...», asegura su padre, que se ha hecho socio hace poco tiempo: «Lo disfrutamos todos, pero el que más es él. Tengo una niña, pero aún tiene un año y medio. Andrés, entre el río y el pequeño parque acuático que hay, está encantado». Amortizan muy bien sus carnés, porque vienen todo el año. «Hay actividades para niños -Andrés va a natación, que está disponible con cursos para todas las edades-, sección de piragüismo, triatlón, tenis, gimnasio, rutas de senderismo... «Y las instalaciones están genial, en los últimos años mejoraron muchísimo», asegura el socio, que nos confirma que en el club el verano no solo se alarga, sino que también se adelanta. «De vacaciones aprovechamos todo el día. Pero ahora que se empieza a trabajar y los niños vuelven al cole, puedes acercarte un rato y desconectar. E incluso antes, en junio. Si sale el sol aquí ya puedes darte un baño», asegura. En esa mejora de las instalaciones tiene mucho que ver la actual directiva del club, en la que se encuentra Moncho Busto: «Llevamos tres años y nuestra idea era actualizarlas. Ampliamos el gimnasio, con salas nuevas de fitness y más actividades, y en eso seguimos». El directivo define muy bien lo que es el club para los lucenses: «Es el equivalente a lo que puede ser Samil en Vigo o Riazor en A Coruña, es nuestra playa. Son casi 20.000 socios, un 20 % de la población», indica.

Aquí donde lo veis, nuestro socio del Club Fluvial Jose es padre, pero también es míster. No de la pasarela, sino del Club Voleibol Emevé. «Vamos a empezar la pretemporada», apunta. El gaje del entrenador es que muy pronto dejará de tener los fines de semana libres, porque ya empiezan los amistosos. «Así tendrás menos tiempo para venir al Fluvial», le comentamos. «Pues sí, efectivamente, ja, ja, porque además retomo también mi trabajo habitual». Él irá menos al club... pero Andrés no tiene pinta de abandonar el trueiro.