¡Nosotros abrimos la playa...y nosotras la cerramos!

YES

MARCOS MÍGUEZ

¿ERES DE MAÑANAS O DE TARDES? Ir a la playa es un placer. Para algunos lo mejor es estrenarla, y para otros, no es comparable con la sensación de cerrarla. En YES recogemos los testimonios de quienes defienden su momento junto al mar. ¿Cuál es el tuyo?

03 jul 2018 . Actualizado a las 00:44 h.

Son las nueve y media de la mañana y el sol comienza a asomarse por Riazor. Algunas personas caminan por el paseo marítimo antes de entrar a trabajar. La ciudad comienza a despertarse, pero al fondo, en el rincón de las Esclavas, donde empiezan las rocas, un grupo de jubilados estiran la toalla para disfrutar de los primeros rayos de sol de una playa que poco tardará en llenarse. Comienzan las vacaciones y se nota en la afluencia de gente. Aunque da igual que sea verano o invierno porque nuestros protagonistas no saben de estaciones y hasta en diciembre los vemos bañándose en el mar. Nunca fallan.

Son ellos los que abren la playa, los primeros en llegar y poder gozar de las olas sin el agobio de la gente. Tienen todo el espacio todavía libre para estirarse, la arena más limpia, aunque ellos prefieren las rocas, y el sol que todavía no pica.

Paco, a la derecha en la imagen, un ferroviario jubilado de 66 años, ha empezado ahora a utilizar su nombre, después de llevar toda la vida siendo conocido en el trabajo por su apellido. Él es un fijo que acude todos los días del año a esta solana coruñesa donde no hace falta carné de socio. Nada más llegar, tiene asegurada su parcela, ese espacio es casi de su propiedad, que para eso se lo curra a diario. El tiempo que haga le da igual, aunque si hay temporal no se baña, y solo viene a pasear. La playa no tiene secretos para él, conoce a la perfección el movimiento de las mareas y hasta los tipos de rocas. Aunque llega solo, conforme avanza la mañana se junta con un grupo de 10 personas. Todas coinciden por las mañanas en este oasis popular dentro de la ciudad. A lo largo del día sus compañeros se van yendo a casa. La mayoría están jubilados pero «aunque parezca raro, hay alguno de nuestro grupo que todavía trabaja», afirma riéndose. Pero él no se va. Suele comer en algún restaurante de la zona y por la tarde vuelve otra vez a la playa, al mismo rincón.

Su compañero de foto y de playa es Victorino (a la izquierda en la imagen). A sus 74 años, este jubilado natural de Valladolid, suma ya 35 viviendo en A Coruña, que ha sido su hogar durante la mitad de su vida. Este verano será especial para él porque cuando acabe se despedirá de su «plaza» en Riazor para regresar a Valladolid y disfrutar de sus hijos y sus nietos. Seguro que lo que más echará de menos será dejar su rutina pegada al mar en este rincón de A Coruña.

Al contrario que Paco, él no baja a la playa en invierno, pero en esta temporada no se pierde una. «Me encanta madrugar, llegar a primera hora y sentir que soy el primero en estrenar la playa», indica. Victorino es uno de los clásicos de este grupo y uno de los que desafía al sol, se embadurna de pies a cabeza con crema de oliva, porque dice que con el salitre se pone moreno más rápido. Solo hay que verlo. Él no pasa desapercibido, y cualquiera que vaya por ahí habitualmente seguro que lo conoce, claro que Victorino, al igual que Paco, también tiene fichadas a todas las personas que suelen venir a la playa. «¡Qué tarde llega ese hoy!», dicen entre ellos cuando ven acercarse entre las rocas del fondo a otro de sus compañeros de «fatigas». Son solo las 10 de la mañana, pero para ellos ya ha pasado la mitad de su jornada. Su moreno es obrero, y no es para menos, pocas personas hay que le pongan tanto esfuerzo a disfrutar de la playa. Gafas, cremas de todo tipo y la toalla, siempre orientada en dirección al sol. No les falta detalle. Dicen que estar en Riazor todas las mañanas es la suerte del jubilado. Y juntos, ellos son los reyes de las rocas.

... Y nosotras la cerramos!

MARCOS MÍGUEZ

Y desde el madrugón, van pasando las horas y llegamos hasta la noche. Durante todo el día ha venido gente a pasear, a bañarse, a correr y a disfrutar de la playa. Y cuando todos se van, ellas llegan. Este es su momento.

Son cuatro amigas, todas diferentes pero que comparten la misma pasión, el deporte y la playa. Son María, Alicia y las Andreas, amigas desde hace tres años y medio. Como las cuatro estudian en el INEF y su universidad está en Oleiros, su playa favorita para cerrar el día es la de Bastiagueiro. «Esta playa es muy larga, la mejor para venir a correr», afirma María, de 23 años.

Al atardecer las podéis ver corriendo por la parte más dura, la de la orilla, porque ellas destinan cada franja de arena a un uso. En la parte superior de la playa practican yoga y en la zona de la mitad del arenal juegan al Frisbie. Y cuando los músculos ya no pueden más, se sientan con los táper que prepararon unas horas antes para cenar al lado del mar. «Es nuestro momento para hablar y mirar la puesta de sol», dice Andrea. Todos los días del año por la tarde, María y Alicia juegan al rugbi en Bastiagueiro. Tienen un equipo mixto, en el que se juntan 15 chicos y chicas. «En Riazor la arena es artificial, tiene más piedras y no se puede correr bien, en cambio, aquí sí podemos», dice Alicia empezando un derbi con los que abrieron la playa al inicio de este reportaje. Una de las Andreas juega al hockey y la otra hace gimnasia, pero no pierden la costumbre de juntarse en la arena cuando acaba su jornada.

«Esta es la playa de INEF», dicen barriendo para casa. Y no les falta razón, es una de las más juveniles de toda Coruña, siempre llena de deportistas en cualquier momento del día. Las redes de vóley, los campos de fútbol improvisados y los balones por la arena son el paisaje que caracteriza este lugar.

Uno de los mejores momentos playeros que han vivido en Bastiagueiro estas cuatro amigas es la fiesta de la espicha, una celebración asturiana, que cada año reúne en esta playa de Oleiros a jóvenes de distintos puntos para celebrar el paso de ecuador de la carrera. «De esa fiesta tenemos los mejores recuerdos y por eso también es especial para nosotras esta playa», afirman.

No se olvidan de destacar que ofrece una de las mejores vistas para la puesta de sol, que aquí se ve solo de lado.

"La playa por la noche es un momento único"

MARCOS MÍGUEZ

También a Bastiagueiro vienen todos los días Juanjo y Saúl, un matrimonio que va con la música a todas partes. Juanjo, gallego de 32 años que imparte clases en el conservatorio de As Pontes además de tocar en la orquesta sinfónica de Galicia, conoció a Saúl, su marido, hace cinco años, y solo pierden de vista el mar en vacaciones. La pareja viene todos los días a la playa a pasear a última hora de la tarde, cuando empieza a anochecer. «Esta es la playa que mejor orientación tiene, es donde se ve mejor el ocaso», dicen, y no queremos llevarles la contraria. Desde la orilla, se puede apreciar cómo cae el sol por el horizonte mientras se reflejan los últimos rayos en la arena. «A nosotros nos encanta venir al anochecer, porque nos transmite mucha paz, es un momento único», aseguran.

En la playa las costumbres también hacen leyes. «Aquí terminamos conociéndonos todos -indica Juanjo- y te acabas encontrando todos los días con la misma gente. Incluso una compañera mía de la orquesta también es habitual de los paseos de última hora por la playa».

El paisaje que se refleja el final del día y la tranquilidad que se proyecta son los motivos por los que este matrimonio se apunta a la hora del cierre, cuando la playa está más despejada de gente. Y entonces aprovechan para caminar de punta a punta por todo el arenal, y en ocasiones pueden pegarse hasta dos horas y media.

«Antes era un forofo de la playa, me bañaba y me pasaba parte del día tomando el sol, como hace la mayoría de la gente. Pero ahora busco cada vez más la tranquilidad», dice Juanjo, que de adolescente solía venir con su hermano a torrarse al sol. «Yo, que soy de Ferrol, descubrí esta playa, gracias a Juanjo», confiesa Saúl, quien también valora la sensación de placer que se siente al poder acabar el día en la playa.

Aunque sus paseos no dependen del tiempo, es más difícil que los veáis de diciembre a febrero. «Octubre fue una pasada, ¿te acuerdas de qué buen tiempo hacía?», le dice Saúl a Juanjo. Estas vacaciones huirán del calor y es que con tantos paseos al lado del mar, llega el verano y prefieren elegir otro destino, una ciudad grande como París o Londres, aunque siempre están de vuelta para disfrutar de su rutina playera.

 "Venimos a nuestra hora de palique"

MARCOS MÍGUEZ

Luz madre, Luz hija y Claudia, la nieta, no fallan a su cita para cerrar la playa ni un día del año. Son el reflejo de varias generaciones junto al mar.

Ellas eligen el final de la tarde porque Luz trabaja en un banco durante el día y Claudia tiene que estudiar. La abuela, jubilada, espera a que lleguen sus chicas para disfrutar del mejor momento de la jornada. Es una todoterreno, tiene 69 años, aunque nadie lo diría. ¿Su secreto será la brisa del mar? Aficionada a los viajes, a la lectura y a disfrutar en familia, Luz abuela, que tiene tres hijos no duda en visitarlos cada cierto tiempo. Hace menos de un año que estuvo en Lima, ahora es la reina de Oleiros y no se pierde un paseo por la orilla con tranquilidad. El running sobre la arena lo deja para su hija. «Antes solía venir a correr por la playa, pero ahora ya no tengo tiempo», nos cuenta Luz hija, que trabaja todo el día hasta las siete y media de la tarde. «El poco tiempo que tengo lo disfruto con mi madre, mi marido y mi hija, siempre que puedo cerca del mar», dice sonriendo.

Claudia, que tiene doce años y toca el fagot, cuando sale del conservatorio se mete en su traje de neopreno y la podemos encontrar con su tabla de surf pillando las mejores olas en la playa.

«Vivimos muy cerca, eso es lo bueno», afirma Luz hija, que prefiere pasear en invierno porque no hay tantas personas como en verano. Aunque sus playas favoritas están en Oleiros, también bajan a las playas de la ría de Pontevedra. Y si salen de Galicia siempre eligen un destino de montaña, por cambiar.

Sus caminatas son su receta para relajarse, pero no solo vienen a eso. Lo más importante del día es para ellas «la hora del palique». Así es como llama Luz abuela al rato que tienen las mujeres de la familia para poder hablar de sus cosas. Amores, trabajo o cualquier anécdota curiosa o divertida es tema de conversación.

«A esta hora no hay nadie, nos gusta el relax y la intimidad que transmite la playa», dice la abuela. Y mientras la luz del día se apaga, las Luces vuelven a casa.Cuando anochece no hay nadie. Nos gusta la intimidad que transmite la playa al final del día”.