Comer, beber, bailar... ¡Y todo a ciegas!

YES

03 jul 2017 . Actualizado a las 05:30 h.

Es a la vez sugerente y angustioso. Tiene algo de misterioso y desconcertante. Fascina y agobia a partes iguales. Bueno, eso es lo que siento yo, porque algunos de los cien invitados a la denominada Comida de los sentidos se hubiesen quedado con el antifaz puesto más tiempo. La firma González Byass decidió tirar el castillo por la ventana para presentar dos vinos de elaboración limitada, el Lusco Albariño 2016 y el Pazo Piñeiro 2015, dos proyectos enológicos que nacen en la subzona del Condado de Tea. «Son dos tesoros que se elaboran con técnicas artesanas y con el empleo de levaduras autóctonas en su fermentación», me explican. En esta época de primavera se suceden las presentaciones de nuevas añadas, pero esta fue a lo grande. La cita fue en el castillo de Doña Urraca en Salvaterra de Miño y, antes incluso de entrar al recinto, todos se quedaron a ciegas con la ayuda de un antifaz. Recuerdo haber asistido alguna vez a una cena similar, incluso existe en Londres algún restaurante en los que la cena se sirve en un espacio totalmente a oscuras, pero esto son dos horas en las que pasa de todo. «Aquí no se trata de adivinar lo que comías o lo que bebías, el objetivo es olvidarse del mundo durante todo ese tiempo», apunta Carlos Tierno, delegado en Galicia de la firma. Para todo el montaje se desplazaron una veintena de personas de la empresa La cena de los sentidos de Valencia que se dedica a este tipo de experiencias gastrosensoriales. Se utilizan todos los sentidos menos la vista en una comida-espectáculo en la que alguien te da un masaje en la cabeza, te acarician con una pluma, e incluso te sacan a bailar sin que puedas ver a tu pareja. «Es una sensación de indefensión grande, pero poco a poco vas disfrutando y se convierte en algo divertido», confiesa Luis Paadín, autor de la Guía de Vinos y destilados de Galicia, que también se dejó seducir por la surrealista propuesta de González Byass. Ya sin antifaz la fiesta terminó en la terraza con una degustación de la extensa gama de productos de la citada empresa. Alguno creyó ver a Doña Urraca con antifaz.

SEMILLAS DE OLIVO

Me voy a otro condado. Finca Las Manillas es una empresa fundada en 1878 y que se dedica al cultivo del olivar y tiene la sede en Arquillos (Jaén), dentro de la comarca del Condado, al pie de sierra Morena, entre las sierras de Andújar y el parque natural de Despeñaperros. Beatriz Castilla, gerente de la firma, estuvo en el Club Financiero de A Coruña y dirigió una cata-maridaje de su aceite de oliva virgen extra y de otros productos complementarios que comercializan, como la jalea de aove (aceite de oliva virgen extra), las perlas elaboradas con el mismo oro líquido, y, lo más sorprendente, las semillas de olivo. «Empezamos con ellas esta campaña, al igual que la jalea. Es lo que hay en el interior del hueso de la aceituna. Se abre con una máquina especial para que no rompa y se separa del hueso. Después se envasa y ya está», comenta sobre estas pequeñas semillas de tamaño parecido a una pipa cuyo sabor recuerda al aceite o a una aceituna. «Más del cincuenta por ciento de su contenido es aceite», precisa Beatriz. Dice que la recomiendan para acompañar cualquier tipo de ensalada, incluso de pasta, para hacer pan, como condimento de pizza, como muesli e, incluso, para añadir al gin tonic. «Por ahora solo se puede adquirir a través de nuestra web y esperamos poder estar pronto en tiendas gourmet de Galicia», anuncia. Si se prueban con antifaz sería difícil adivinar que se trata de semillas de olivo.