Agarraditos los dos

YES

08 abr 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

A veces la intimidad se manifiesta en un gesto sencillo. Como las prostitutas que comparten su sexo pero no su nombre. Te puedes sentir más desnuda al desvelar la manera en la que te llamaba tu padre de pequeña que al desprenderte de tu última prenda interior. Uno de los gestos que más compromete tu alma es pasear de la mano con alguien a quien amas. Es un gesto que no admite disimulos. Esa mano gordita de tu niña pequeña que aprietas mientras deslizas tu meñique por su muñeca sedosa. La primera vez que entrelazas los dedos con el amor de tu vida. Antes pudo haber sido un divertimento carnal pero el día que le cedes tus falanges comprendes que estás perdida.

Hace unos días, Jasper Vernes-Sewratan y Ronnie Sewratan-Vernes, de 35 y 31 años, casados y residentes en una localidad del este de Holanda, fueron salvajemente agredidos por un grupo de adolescentes. Los dos hombres caminaban por la calle cogidos de la mano. El gesto, inocente y blanco, desprendido de cualquier lujuria, desató la furia de la jauría. Casi los matan.

¿Qué tipo de agresividad puede observar alguien en dos manos que se entrelazan? ¿Cuánto hay de revolucionario en unos dedos que caminan juntos? Una periodista holandesa, Barbara Barendt, comprendió enseguida que en ese gesto inocente había muchas respuestas. Puso en marcha una campaña en las redes sociales pidiendo a los hombres holandeses que se diesen la mano, que caminaran en paralelo con otros señores con las extremidades anudadas. El país se ha ido llenando de parejas de hombres que caminan enlazados. Alexander Pechtold, líder de los liberales de izquierda, subió a Twitter una fotografía en la que se le ve llegando al Parlamento de la mano de uno de sus colaboradores, Wouter Koolmees. Observen la imagen. Ese uniforme rígido que reclama la política de siempre se desvanece en unas yemas que se tocan, en unas palmas que encajan. Han sido muchos. Algunos puede que hayan sentido por vez primera ese tacto estrecho tan distinto al que resulta de chocar las cinco a una persona que tienes enfrente, de la que buscas la misma mano que tú extiendes. Caminar de la mano es hacerlo en paralelo, es juntar tu derecha con la izquierda de otro, es aceptar un complemento. La agresión a los jóvenes holandeses ha sucedido más veces. Aquí también. Pregunten en las fronteras de Chueca. Así que caminar de la mano, agarraditos los dos, puede ser un acto de rebelión contra la estupidez, una vacuna contra la maldad. Un acto de amor verdadero. Qué fácil. Qué gusto.