La crisis del Toblerone

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE V TELEVISIÓN

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19 nov 2016 . Actualizado a las 05:20 h.

En el año 1908, el chocolatero suizo Theodor Tobler elabora por vez primera un chocolate con leche al que añade miel y guirlache de almendras. La mezcla se la sugiere su primo Emil Baumann, inspirado en los turrones que entonces se fabricaban en Italia. Tobler introduce la pasta en un molde triangular y dentado y consigue una chocolatina que en 1909 se convierte en la primera que patenta la reputada industria suiza. El dulce tenía todos los ingredientes precisos para alcanzar el éxito, incluida una confusa leyenda sobre las razones de su diseño. Oficialmente el Toblerone está inspirado en el monte Cervino, aunque los descendientes de Theodor se encargaron de difundir otras hipótesis. Una de ellas vinculaba el chocolate con las bailarinas del Folies Bergére y el triángulo que acaban formando durante sus actuaciones; la otra, avalada por el nieto del fundador, el historiador Andreas Tobler, convertía los triángulos del Toblerone en un homenaje masón: «Mi abuelo era francmasón -aseguraba el familiar-. El triángulo podría ser una ilustración de esa pertenencia, porque para ellos esa forma simboliza la llama».

Como otras marcas, Toblerone enseguida empezó a adquirir significantes más allá de sus valores culinarios. Durante la guerra fría solo se podía introducir en los países comunistas por valija diplomática y en 1995 bautizó un escándalo que abocó a la dimisión a una política sueca de trayectoria imparable. Mona Sahlin era viceprimera ministra y principal aspirante a sustituir al líder del poderoso partido socialdemócrata sueco. Una carrera bruscamente interrumpida por haber utilizado su tarjeta de crédito del gobierno para comprar dos tabletas de toblerone y un vestido. La factura total fue de 35,12 euros, suficientes para que los ciudadanos desconfiaran de una política que no respetaba de los límites de lo público y lo privado aunque fuera por un puñado de monedas.

A partir de 1970 Toblerone inicia un camino empresarial vinculado al momento. En 1990 acaba en manos de Kraft Foods que expande la marca a nivel internacional y la convierte en habitual en los supermercados de toda Europa.

Así que desde hace años, el Toblerone está plenamente introducido en España pero a finales de los setenta comerse una de estas chocolatinas con un envoltorio tan original era un ejercicio de modernidad solo reservado a los que viajaban un poco. En las tiendas de alimentación de la mayor parte de Galicia la oferta de chocolates era tan limitada que encontrar algo que no fueran las onzas de Nestlé de la tableta roja o los chocolates que elaboraban las pequeñas fábricas locales era una extravagancia.

Las últimas noticias vuelven a darle al Toblerone una complexión contemporánea. Las noticias proceden ahora de Gran Bretaña, reconocidos lambones y en donde miles de enfurecidos fans de esta chocolatina no están dispuestos a tolerar la argucia llevada a cabo por el fabricante para abaratar costes. Desde hace unas semanas, la angulosa chocolatina cuyas medidas están ya en el subconsciente de todos ha experimentado un doloroso proceso de adelgazamiento para vender al mismo precio un producto dolorosamente achicado. El proceso, además de un fraude al consumidor, ha sido interpretado como un signo de los tiempos. «Creo que el nuevo Toblerone refleja el mundo actual. Menos cumbres y pensamientos insatisfactorios».