Se confiesa un hombre de acción, romántico pero muy poco ingenuo. Mucho menos que sus personajes. Adicto a la moda, disfruta yendo de tiendas y cambiando de imagen, algo que en él es natural, como su sonrisa abierta. «No puedo evitarlo, mi carcajada es sonora», dice
12 sep 2015 . Actualizado a las 09:16 h.Aunque en Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981) caben todos los hombres -vistos sus camaleónicos cambios de imagen-, a él le va la acción. «Siempre fui de jugar a pistolitas en el patio, de matar ninjas invisibles, de dar patadas a lo Bruce Lee», confiesa. Por eso en su última película, Anacleto, ha disfrutado como un enano en su papel del hijo del agente secreto que interpreta Imanol Arias. A punto de estrenar el filme, reconoce que los últimos meses han sido un no parar -«si vieras mi casa ahora, es una vergüenza»-, pero con jet lag y todo, Quim se estira todo lo que da. Y da mucho, por lo que cuenta.
- Haces del hijo de Anacleto (Imanol Arias) en tu nueva película. ¿Cuál ha sido tu mayor reto a la hora de interpretarlo?
- Lo primero que me flipó fue la combinación de comedia y acción a tan alto nivel. Me pareció divertidísimo pensar en que habría momentos en que rodaría como si fuera Matt Damon en Bond y luego hacer comedia salvaje como Resacón en Las Vegas. Esa mezcla podía ser muy divertida, no solo como actor, sino de cara al público. Eso fue lo que me gustó; lo que me asustó fue estar a la altura del tono, de esa combinación.
- ¿Con qué has disfrutado más?
- He disfrutado muchísimo pegándome con actores de verdad, con un grupo de especialistas eficacísimo, tanto con Imanol como conmigo. Porque de pequeño jugué mucho a pistolitas y ninjas invisibles a los que tumbar. Luego está lo evidente, Imanol Arias haciendo un papel espectacular, está graciosísimo, y es muy valiente por su parte.
- ¿Es cierto que llamaste rápidamente a tu madre la primera vez que te saludó?
- Sí, sí. Fue en el Festival de Málaga y me impresionó. Yo estaba presentando Azul oscuro casi negro, y fue antes del estreno en salas, yo empezaba a asistir a algunos eventos. Y, claro, que se me acercara Imanol y me hablara con esa cercanía de la que él hace gala siempre, me impresionó.
- ¿Qué parte te pudo más en la peli: la de payaso o la de héroe?
- Yo diría que a partes iguales. Yo me siento cómodo en la comedia, pero en la acción también.
-¿Eres muy exagerado en tu día a día?
- Soy extremadamente moderado [risas]. Es mentira, es mentira... Tengo un humor bastante sobrio, no soy dado a histrionismos, luego es verdad que tengo una risa poco discreta, no puedo evitarlo, soy de carcajada sonora, no soy muy discreto. No soy de carcajada fácil, pero sí sonora.
-Repasando tus papeles y tu imagen, está claro que tú no necesitas ir a «Cámbiame» porque ya has cambiado todo. ¿Esa parte de icono de moda te tira mucho?
- Es algo que no se busca (bueno, a mí eso de icono es algo que te imponen, no es que a mí me guste). Pero en mí no forma parte de un plan consciente, es algo que forma parte de mí, cuidar la estética de manera natural. Cuando yo empecé a trabajar y a poder pagarme mis cosas, ya en casa de mis padres (soy hijo de los noventa) me ponía las zapatillas Jordan, luego las Martins y los pantalones pitillo negros con jerséis enormes, en plan grunge, y cuando pude pagarme las cosas empecé a decidir. Siempre me ha gustado, no tiene mucha más explicación.
-Pero no es nada trabajado, te sale.
- Sí, pero igual de trabajado que cuando uno llega a su casa y se mira las últimas declaraciones del Manchester United de por qué De Gea no fichó... Pues por placer, no por una cuestión de postura. Me encanta ir de tiendas, ver fotografía de moda, mucho arte. Todo lo que tenga que ver con la estética.
-Cuando ves un anuncio tuyo, ¿te sigue sorprendiendo?
- Mira, últimamente estoy muy harto de mí. Cuando estás de promoción hay esa parte de seleccionar el material que se va a publicar, que tienes que chequear, y entonces estás harto de verte en este perfil, en este otro. Y acabas un poco harto de ti mismo.
-Pero tú sabes que gustas mucho.
-Eso prefiero que lo piense quien quiera.
-Quizás ha tenido que ver con esa naturalidad que le impones a todo lo que haces. Esos personajes que se lanzan al vacío por amor, de romántico ingenuo.
-Yo soy muy romántico, pero poco ingenuo. Mucho menos ingenuo. Sí, sí, sí soy mucho menos ingenuo que mis personajes y muy, muy romántico. Soy muy intenso.
-De los que da sorpresas.
-Sí, de regalar cosas... y, bueno, en fin, la intensidad del romántico.
-Acabas también de ser el protagonista del anuncio del verano. ¿Te reconoces en ese espíritu mediterráneo?
-En realidad bastante. Para mí fue muy fácil, como catalán, todo en ese spot tenía que ver conmigo. Acabo de llegar de unas vacaciones en Formentera, en las que me levantaba lo suficientemente pronto como para hacer deporte, preparar el desayuno, irme a la playa, llegar a casa y hacer un pescado en la barbacoa...
-¿Eres cocinitas también?
- No tanto como me gustaría, y si ahora vieras mi casa es una vergüenza, ¡uf! Vengo de dos meses terribles también de rodajes, con lo cual hay ropa por todos los lados. No tengo todo lo ordenado que me gustaría, pero sí me gusta la cosa lúdica de alimentar a mi clan, de preparar el fuego.
-Has confesado que el gimnasio te ha dado un poder de transformación. ¿Sigues yendo?
-Sí, pero porque lo tengo incorporado como forma de vida. No es solo cuestión de físico visible, muchas veces nos quedamos en el número de abdominales o en la tersura de tu bíceps, pero hay beneficios como la resistencia física que se nota en la actividad diaria, que me aseguran una vejez saludable. Son cosas que se van cociendo lentamente, forman parte de mí. Yo no voy al gimnasio solo por una cuestión de imagen, que está muy presente, sino por mantener una rutina dentro de mis horarios caóticos.
-¿Eres más de día que de noche?
-Soy un tipo bastante polarizado, con la edad me he vuelto más diurno, pero en general soy nocturno. Intenso en salir con mis amigos, en la fiesta, me quedo de noche a leer, pero ahora con los madrugones del jet lag pues aprovechaba para salir temprano en Formentera y ver cómo salía el sol... Lo mismo cuando ruedo me levanto a las cinco para ir a correr que me acuesto tarde cuando no ruedo.
-De ti han dicho que eres el «guapifeo ideal». ¿A ti te han rechazado mucho?
-¡A mí me han rechazado un montón de veces! En lo profesional muchas veces no te enteras de por qué. El comodín suele ser la edad, o porque eres demasiado mayor o demasiado joven. Yo no tengo muchos complejos de edad, pero cuando me rechazan prefiero no saber el motivo.
-¿Y te verías forzado a cambiar por algo, si supieras lo que no gusta de ti?
-No, es que yo creo que no hay que cambiar nada. Si es que no, es porque no encajas. Cuesta mucho entender por qué, pero con el tiempo vas aceptándolo.
-¿Y en lo personal entiendes que te rechacen? [Risas].
-Síiii. Joder, claro que sí. Además con eso de ser popular no significa que aquellas chicas que a ti te gustan te reciban bien. Suele ser así. «Mira este conocidillo que se cree...». Por eso romper ese prejuicio es trabajo mío.
-A más popularidad cuesta más...
-No lo sé, no lo sé. Es cuestión de épocas.
-¿Qué te gustaría hacer sí o sí en los próximos años? ¿Cómo te ves dentro de diez?
-Estar con familia. He tenido la suerte de crecer en un entorno apacible, sano, y muy atento. Soy un tío muy estimulado para tener familia. Es algo que me gustaría.
-Volviendo a ?Anacleto?. ¿Esa pareja con Imanol fue fácil?
-Sí, sí. Imanol es una persona que enseguida conectas, es un tío muy generoso y a pesar de sus galones tiene una energía y una ilusión que a mí me encantaría tener a su edad. Hubo un entendimiento por eso, por la ilusión y la motivación. A mí hay una cosa que me echa para atrás, y es hacer las cosas a medias. E Imanol y yo coincidíamos en eso. Nos entregamos.
-No quisiste leer los cómics.
-No lo hice porque la película es un homenaje a Anacleto, 30 años después. Por eso no quería impregnarme demasiado del espíritu del cómic, naíf en algunos aspectos. Yo creo que la peli utiliza a Anacleto como pretexto para ser un filme de acción, una peli muy potente visualmente.
-¿Tú tienes ese lado peleón?
-Sí, yo fui el típico niño que en el patio prefería que unos hicieran de malos, yo hacer de bueno, pelearnos y listo. Prefería eso al fútbol. Me escondía matando a malos imaginarios. A mí mi madre me dijo a los 10 años que ya no tenía edad para ir jugando por la calle mientras íbamos al súper, y algo quedó hibernado en mí. Las pistolas de petarditos que mi abuelo me regalaba y todo eso quedó ahí, por eso he disfrutado como un enano. Eso es algo muy intuitivo en mí.