ALGUNOS YA LO HAN VIVIDO, mientras que otros solo nos lo hemos imaginado. Que sepas que los que tienen experiencia eligen menos equipaje que los no iniciados.
05 sep 2015 . Actualizado a las 11:57 h.TEXTO: Pablo Gómez
Las islas desiertas no están tan desiertas para el polifacético gallego Iván Piñeiro Novo (A Coruña, 1980). «Simplemente, no hay humanos», matiza el exconcursante del programa televisivo Adán y Eva, en el que los protagonistas convivían desnudos en busca del amor en la isla de Mljet, Croacia. Entonces, decidió llevarse un colgante de cristales «con funciones cósmicas» y su guitarra. «El mar es mi centro de inspiración, y emplearía las horas muertas pescando y tocando música; de hecho, la guitarra no la llevé para conquistar a nadie, la llevé por mí», argumenta este recepcionista de un centro deportivo público en A Coruña, profesor de paddle surf y viajero incansable.
«Repetiría la experiencia de Adán y Eva, pero sin compañía. Lo haría como aventura personal, para buscarme a mí mismo», relata mientras transmite su pasión por todos los aspectos que puede ofrecer la vida. «Fue una experiencia única, me sentía parte de la naturaleza, no lo tomé como un programa, me abstraje de las cámaras. No por estar desnudo, sino por la naturaleza. Creé una introspección, al contrario que en otros programas en los que participé, en los que el factor televisivo era más evidente», analiza. En el caso de que la llegada a la isla desierta fuese forzada, Iván Piñeiro conservaría el optimismo: «Me apenaría por mi familia, pero la isla me lo daría todo. Yo sería la parte del puzle que faltaría».
OLAS VÍRGENES Y POCA GENTE
En cierto modo, es lo que busca cuando acude a lugares remotos para practicar otra de sus pasiones (y modo de vida): el surf. «Busco olas vírgenes, ausencia de gente para sentir más el mar. Busco la contemplación del mar y su lectura», dice. Recuerda con intensidad su último viaje a una isla desierta en busca de olas para surfear, en Indonesia, que derivó en un accidente en una gruta que a punto estuvo de costarle la vida. «También repetiría, pero más preparado médicamente. Por lo que nos pasó y los animales que había, puedo decir que fue un viaje bastante peligroso?, describe mientras apunta su nuevo destino para el mes de marzo: Namibia o Madagascar. Aquel viaje marcó su vida de tal manera que lleva tatuada en su muñeca la fecha de su ?segundo nacimiento».
«Cuando volví de Indonesia sentí que la experiencia que me faltaba por vivir era la supervivencia pero desnudo, vincular ambas experiencias anteriores. Estar totalmente indefenso», relata. «En Adán y Eva no sentí esa indefensión, claro, porque no había ningún peligro. Yo estaba como en casa, no notaba diferencia por no llevar ropa. Eso está en los prejuicios de la gente. Realmente, se cuidaba mucho la imagen para evitar obscenidades. Era todo muy fluido», explica.
Dejarse llevar está entre los pilares vitales de este coruñés, que sacia sus inquietudes musicales junto a su mellizo Diego Frikipaldi (líder de una banda tributo a Fito y los Fitipaldis), que le propuso dejarlo todo para vivir de la música, como él. «Es mi vía de escape, leer el mar o crear vibraciones sonoras con mi música, y con Os Piñeiros disfruto, pero no hasta el punto de ser profesional», dice Iván Piñeiro. «Mi intención realmente es vivir del mar. Doy clases de paddle surf y después de veinte años surfeando puedo decir que esto te permite sentirte parte del océano, sin la ambición y competitividad del surf, donde remas codo con codo en el agua», describe. «Ahora pienso en vincular el yoga y el mar», avanza.
«Claro que digo que soy recepcionista, eso es lo que soy. Pero mis ideales son la música y el mar, me considero agradecido, soñador, extrovertido y amante de la naturaleza». Queda dicho.
Paula Vázquez: «No me llevaría nada porque ya me dejé todo allí»
Texto: Noelia Silvosa
Paula Vázquez lo tiene claro: no se llevaría absolutamente nada a una isla desierta. «¡Ya me lo dejé todo allí la última vez que estuve!», exclama para YES cuando le preguntamos por el tema desde algún lugar de sus vacaciones de ensueño. Pensándolo bien, casi que es normal. Porque Paula no estuvo una, sino cuatro veces al frente de las retransmisiones de La isla de los famosos desde Honduras entre los años 2003 y 2005. Una experiencia que vivió a tope, pero que le acarreó serios problemas de salud en forma de parásito intestinal. Un mal trago que le dejó sin vesícula y con secuelas que arrastró hasta este mismo año. De hecho, este verano se hizo un montón de fotos en las que presumió de los kilos que ha conseguido ganar y que no había recuperado hasta ahora. Precisamente ese fue el motivo por el que no siguió al frente del programa desde la isla. Y eso que sus looks eran de lo más comentado en las cuatro ediciones a las que puso cara con su cuerpo serrano y una enorme sonrisa que le sigue acompañando allá donde va.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Ella siempre dijo que hubo un antes y un después de la isla. Y ahora, a una década de aquello, está aprendiendo a disfrutar de este período de relax después de mucho tiempo en el candelero de la televisión. Paula entraba en los hogares de todos, pero rara vez podía estar en el suyo. Vamos, que ahora es feliz y no lo esconde. Pero, a veces, aún echa de menos la adrenalina del directo. Hace poco volvió a ser noticia cuando compartió uno de esos recuerdos en Twitter, coincidiendo con el arranque de la última edición de Pekín Express. Justo antes de su debut al frente del programa, la ferrolana quiso darle muchos ánimos a su última incorporación, Cristina Pedroche: «Hoy se estrena Pekín Express y la mente se me llena de recuerdos. ¡Así hicimos 7.500 kilómetros! Mucha suerte @cristipedroche», comentó la presentadora subiendo una foto suya de aquella época, montada en una moto en medio de la nada. De momento, y alcanzada la cuarentena, Paula no se plantea nada en concreto. Tampoco es momento para ello. Por primera vez, está al otro lado de la pantalla. A ver cuánto le dura.
Celia Freijeiro: «Escondería chocolate en algún hueco de la mochila»
Texto: Vera Eirín
La actriz Celia Freijeiro (Vigo, 1983) tiene el espíritu aventurero y el positivismo propios de la mejor de las supervivientes. Y, aunque nunca ha probado la experiencia de encontrarse en una isla desierta, tiene claro que se iría «con los ojos cerrados y feliz». Y más después de una temporada de largas horas de rodaje en donde un descanso lejos del ajetreo de la gran ciudad es todo un privilegio. «No se me ocurre plan mejor». Con estas palabras Celia deja claro que poco tiempo le llevaría hacer la mochila y marcharse a una isla desierta si se lo propusieran. Una de las principales razones para embarcarse en esta aventura sería el poder tener la oportunidad de dedicarse tiempo a sí misma.
Esta viguesa considera esencial el saber estar en compañía de uno mismo de vez en cuando y sentirse «a gusto con tu propia piel», además de poder disfrutar de la isla en sí y de aquellos objetos que se pueda llevar. Un bolígrafo y un cuaderno son dos cosas que siempre viajan con ella, y no podía ser menos la ocasión si se encontrase rodeada de mar, de arena y de vegetación. Son amigos incondicionales que le permiten organizarse mejor y con los que consigue pensar con tranquilidad, y por eso serían entre las pocas pertenencias que estarían a su lado en medio de esa soledad.
A LA ISLA: CULTURA
Pero Celia no duda en intentar incorporar más y más objetos en la mochila, por si nadie se da cuenta, porque quiere ir equipada con todo aquello que le permita disfrutar de la buena cultura, como la música o los libros. Entre sus lecturas imprescindibles están los de Elvira Lindo, en especial el último titulado Lo que me queda por vivir, aunque sus favoritos siempre serán Los sonetos del amor oscuro de Lorca. Tampoco querría quedarse sin escuchar la gran variedad musical que tiene en su iPod, para que pueda oír grandes voces como la de «Billy Holiday o Etta James», que consigan que el tiempo le pase volando y que le den a la atmósfera un toque de jazz. Y todo esto, por supuesto, mientras disfruta del rico sabor del chocolate, que se llevaría escondido en «algún hueco de la mochila». Eso sí, un imprescindible por exigencias de contrato tendría que ser un gran sombrero para que no le diera el sol en la cara. Una Audrey Hepburn moderna en medio de una isla desierta que lo único que quiere es «simplemente respirar, escuchar y caminar».
Borja Quiza: «Me llevaría un aparato con Spoty premium instalado»
Texto: Lara Fernández
El barítono Borja Quiza podría atraer a los animales que quisiese utilizando tan solo su poderosa voz en la isla desierta a la que lo llevasen. A pesar de vivir en Madrid, no pierde sus instintos que lo atan al mar gallego y a los paisajes verdes y vírgenes propios de la tierra. Reconoce ser una persona sociable e hiperactiva, y siendo un profesional acostumbrado a viajar constantemente, no le importaría ir a una isla despoblada para disfrutar de la soledad que la experiencia conlleva. Eso sí, con fecha límite, ya que no prescindiría de la gente hasta el fin de sus días por nada del mundo.
MÚSICA DE ACOMPAÑANTE
«Creo que a todos nos vendría muy bien estar una temporada en una isla desierta para hacer un viaje de introspección y aprender a soportarse a uno mismo». Si tuviese que hacer una comparación de la estancia en la isla con la vida real, no lo duda: «Encontrar el equilibrio en soledad es fundamental para encontrar el equilibrio en la pareja, la familia, la amistad...». Si Borja decidiese coger los bártulos y emprender una aventura en territorio desconocido y perdido en el océano, lo tiene claro. La música sería su acompañante preferido para afrontar los retos que se le pusiesen por delante. «Me llevaría cualquier aparato con Spotify premium instalado. Un iPad, un portátil o un teléfono, pero no por las llamadas, que no me iban a servir para nada, sino por la música, mi pasión». Su vida gira alrededor de este arte que solo algunos privilegiados pueden transmitir de la forma en la que él lo hace. «El objeto con Spotify sería una forma de simbolizar eso, la música. Como Spotify es una herramienta de compilación bastante amplia, podría contar con una suscripción que me permitiese acceder a todo tipo de música, que es fundamental». A pesar de que la andanza sería, en un principio, de él solo ante las adversidades de la naturaleza, Borja preferiría disfrutar de la compañía de sus seres queridos: «Me llevaría a mi familia, mis dos hijas y mi mujer, sin duda alguna». De esta forma, sería más soportable la idea de adentrarse en tierras hostiles. Borja parece no tener miedo a lo que pudiese ocurrir. Mientras pudiese matar el tiempo con sus pasiones, todo estaría bajo control. Ni siquiera le importaría descuidar su apariencia y, por primera vez, podría cantar a gusto en su «hogar» sin recibir quejas de los vecinos por el ruido ocasionado. Todo un aventurero que encajaría perfectamente en el selecto grupo de los «mejores supervivientes».