Estos sitios no son historia

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MARCOS MÍGUEZ

Ya no existen, pero siguen ahí. La nostalgia está impresa en el ADN gallego. Os llevamos de ruta por esos sitios que no hemos dejado morir, aunque ya no estén. 

29 ago 2015 . Actualizado a las 20:58 h.

Hay sitios que se resisten a morir. Lugares que dejan un rastro, una huella que persiste más allá de sus propios cimientos. Ejemplos hailos por toda Galicia. Estructuras que han pasado a mejor vida, pero que atraparon a varias generaciones que se resisten a dejarlas ir. Tanto es así que alguna de estas joyas del pasado y del futuro siguen conservando su nombre, como queriendo que los que acaban de llegar sepan que siguen ahí, que tienen un espacio indiscutible. Cualquiera que haya visitado alguna vez el centro histórico de A Coruña se ha encontrado de bruces con una de esas leyendas que sobreviven al paso de las décadas. ¿Quién no ha quedado en el cine París? Vale, no hay cine. Concretamente, dejó de existir en el año 1999 tras 90 años de existencia. 

MARCOS MÍGUEZ

EDUARDO

En su lugar, abrió en el año 2000 un flamante Pull and Bear que, a su llegada, donó el proyector de uno de los referentes del cine comercial en Galicia al Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. El caso es que hoy, quince años después, todavía se puede leer «cine París» en la inscripción de piedra que encabeza una de las tiendas más emblemáticas del gigante Inditex. Nadie se atrevería a borrar casi un siglo de historia de un plumazo. La oscuridad de los cines da para mucho. Por eso en la misma ciudad se sigue hablando del Avenida, de la placita del cine Coruña... Pero otro de los sitios de quedada por excelencia es el cine Equitativa. En plena plaza de Vigo, estas salas de butacas cerradas en el 2006 se han convertido ahora en la sede del Registro Civil. No queda rastro de ellas, pero siguen en boca de todos. Como dijo nuestro compañero Luís Pousa, «más o menos donde antes se daban el lote las parejas, ahora esas mismas parejas contraen matrimonio para magrearse, pero con papeles». 

Del Barros de la calle Torreiro tampoco queda ni rastro. La firma cerró su última tienda en el 2010, pero cuando abrió en Torreiro en el 87 era un gran centro comercial con más de cien empleados. Normal que dejase huella. Hasta el punto de que aunque hoy ocupe su espacio una cafetería, prácticamente todo coruñés sigue llamándole como antaño. Lo mismo pasa con El Pote, un mito del comercio local que se encontraba en la calle de Juan Flórez y donde, aunque ahora haya un hotel, siguen citándose muchos coruñeses bajo el nombre del antiguo centro comercial. 

Casas que ya no lo son

Sigamos por el norte, que hay más rincones que han sobrevivido a la muerte. En Celeiro (Viveiro) el local social donde ahora se celebran actividades de tipo lúdico mantiene su nombre antiguo: Casa do Forno. A lo que siguen llamando Casa do Mar en Ribadeo es en realidad la sede de la Escola Municipal de Música, al igual que la Casa das Algas está reconvertida en centro de interpretación. Nada que ver con lo que son hoy. En O Valadouro la gente se sigue citando en el Matadero, cuando en verdad lo que hacen es acudir a un centro de tipo social. 

En A Mariña, varias Casas do Mar ya no funcionan como antaño: San Cibrao (Cervo) es el lugar donde el próximo curso jugarán y aprenderán los niños del Punto de Atención Infantil (PAI), y en la de Foz son las asociaciones las que se reúnen en sus instalaciones, no marineros. Por otro lado, la praza de Abastos de Burela hace mucho que dejó de ser tal cosa. Donde antes había puestos con alimentos a la venta, ahora hay locales para colectivos en los que también se organizan fiestas e incluso algún que otro desfile de moda. Cuenta con el aliciente de que es un espacio cubierto, cosa que en Galicia se agradece, y mucho.

Ourense no iba a ser menos. Allí es mítico quedar en La Ibense, la heladería donde hacían los mejores helados de la provincia y seguramente más allá. Cerró sus puertas hace años, pero son muchos los ourensanos que siguen quedando a las puertas del local en el que estaba este templo del frío situado en pleno centro, en la calle del Paseo. Lo mismo pasa con el cine Xesteira, que solo recuerdan los jóvenes entrados en la treintena y que también dejó de existir. Aunque en el edificio le tomaron el relevo otros negocios como por ejemplo un restaurante japonés, muchos se siguen refiriendo al Xesteira como lugar de encuentro. 

Recuerdos de discoteca

Los vigueses no lo pueden evitar. Siguen encontrándose en el antiguo cine-teatro Fraga y en la discoteca Nova Olimpia, que cerraron hace más o menos una década dejando un vacío que de momento no ha cubierto ningún otro negocio. Hay quien empieza a dejar estos recuerdos a un lado y ya queda en la cercana ?farola? de Urzaiz, pero al Fraga aún le queda cuerda para rato. 

Valle Inclán se llamaban los cines de Santiago que proyectaron las mejores películas de los 80 y 90. Estaban en pleno Ensanche, en unas galerías de Frei Rosendo Salvado a las que todos los compostelanos y habitantes ocasionales (es una zona de pisos universitarios) se refirieron y refieren con el nombre del escritor. Las salas cerraron hace más de dos años tras mucho tiempo de agonía y el local sigue vacío sin excesivo éxito en el mercado. Pero de algo han valido sus servicios, porque los negocios vecinos siguen utilizando esa referencia para ubicarse, hasta el punto de que la vecina Boutique del Sexo las ha rebautizado como Galerías Valle Inclán, y así lo incluyen en su dirección. El Espagat, un veterano gimnasio que en los últimos años se ha modernizado y se ha ido expandiendo en este mismo espacio comercial, tiene ante sí el reto de hacer olvidar los añorados cines y arrebatarle el nombre genérico a las galerías.

Información elaborada por: Noelia Silvosa, Yolanda García, Raquel Iglesias, Carmen García de Burgos, Juan Capeáns y Enrique Vázquez Pita