Un cabaceiro en Loewe

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE V TELEVISIÓN

YES

06 mar 2015 . Actualizado a las 16:39 h.

Ha sido colocar un hórreo en su suntuosa tienda de Miami y concluir que Loewe entiende mejor que la Xunta las posibilidades que este país tiene de vender modernidad desde la identidad. Lo digo por el vídeo de Enrique Iglesias, que ha obligado a la galaxia pepera a tirar de argumento cuantitativo, como si la porquería se convirtiera en gloria solo porque millones de personas la consuman. Se ha dicho que el Noche y de día del hijo de la Preysler ha sido una buena decisión promocional porque tropecientos millones de personas van a ver ese vídeo previsible y vulgar que nada aporta a la música y en el que se espolvorean postales de Galicia sin ninguna justificación argumental y que, estarán conmigo, le quedan al producto final como ó porco os frenos. Los groupies siempre han sido unos cándidos con el espíritu crítico diezmado y en este asunto la Xunta se ha comportado como una fan desmelenada de un producto menor que también identifica a quien lo apoya. 

Se sabe quién es un hombre por los libros que lee y lo mismo sucede con la banda sonora de nuestras vidas, con las canciones que tarareas en la ducha y que explican mucho mejor de qué pasta estás hecha que una confesión de identidad atropellada bajo el extravertido y confuso desparpajo que proporciona bajarse a lo loco un Don Perignon. 

La foto del cabaceiro en Loewe también ha corrido como la pólvora estos días. Al verla se detecta enseguida que han sido listos los creativos de la marca, porque esa sobria estructura de piedra es de lo más chic. Concisa y rotunda, fiable, evocadora y consistente. Vamos, igualito que Enrique Iglesias y sus cheerleaders del montón contoneándose en Carboeiro.

Aunque solo fuera porque por el interés te quiero Andrés, los responsables de la promoción turística de Galicia deberían conocer mejor nuestro tirón y explotarlo sin necesidad de contratar prescindibles gorgoritos de quienes conceden a Galicia la complexión de un territorio tópico habitado por meigas y en donde los percebes crecen en los árboles. La UPG, sí sí, la Unión do Pobo Galego, aún no se ha recuperado de unas declaraciones que hace unas semanas realizaba Gala González, la it girl por antonomasia, sobrina de la mujer de Adolfo Domínguez, coruñesa de nacimiento, una de las princesas del estilo internacional y en su momento chica Loewe. En una entrevista concedida a la revista Icon el reportero explica: «Esa Gala, la que se oculta tras un fa-bu-lo-so perfil de Instagram, no es fácil de captar. La que, cuando le hablas de política, te suelta sin reparos que no le pone cara a Pablo Iglesias; que nunca vota, que cuando lo ha hecho ha sido en blanco pero que ella es de Bloque Galego [sic]». Y a continuación confiesa la muchacha: «No soy muy diva, la verdad. No exijo siempre volar en business, ni me gustan los baños de leche, ni el champán. Prefiero el vodka y las patatas fritas. Siempre se lo digo a los tíos: ¡Yo soy una cheap date [cita barata]!». O sea que se puede escribir en la misma frase Bloque Galego y cheap date y nadie implosiona. En el consejo de ancianos de la aldea gala alguien debería tomar nota y relajar los requisitos de expedición de los carnés de identidad.

Por cierto, el hórreo de Loewe no es exactamente gallego. Procede de Monçao, al otro lado de la raia húmeda. ¿Será que la firma de lujo también comprende mejor los contornos de la eurorregión?