El tabaco acampa en el Cunqueiro

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La dirección del hospital se marca el objetivo de acabar con los pitillos este año

04 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los médicos se desgañitan en las consultas para que sus pacientes dejen de fumar, pero cuando salen a dar un paseo por el hospital se encuentran a decenas de personas consumiendo tabaco. En el Hospital Álvaro Cunqueiro se fuma. Se fuma ante la puerta principal, se fuma junto a las cafeterías, se fuma delante de urgencias. Se fuma en varias escaleras interiores y se fuma en el aparcamiento, tanto en el de usuarios como en el de trabajadores. Por fumar, se fuma hasta en las escaleras de emergencia que están junto a las habitaciones de pediatría. Y se fuma, cómo no, incluso debajo de los carteles que advierten que el tabaco está prohibido. Fuman algunos pacientes, fuman algunos usuarios y fuman también algunos trabajadores. La ley 42/2010, que expulsó el humo de media España, se infringe a diario en el nuevo hospital de Vigo.

Y eso que es bien clara. Consumir está prohibido en «centros, servicios o establecimientos sanitarios, así como en los espacios al aire libre o cubiertos, comprendidos en sus recintos», advierte. Dicho de otra manera, si alguien estuviera en el Álvaro Cunqueiro y quisiera echarse una calada tendría que bajar hasta el vial Clara Campoamor y allí, tranquilamente y al azote del viento, poner el cigarrillo a la lumbre del mechero y aspirar su humo.

Si la ley se cumpliera.

XOAN CARLOS GIL

Pero como no se cumple, y la dirección del hospital sabe que no se cumple, se ha marcado el objetivo de acabar con el tabaco a lo largo de este año. En el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo ya existió un comité del tabaco -o del antitabaco- cuando los gobiernos de Zapatero impulsaron las sucesivas regulaciones. Lo constituían profesionales de distintas áreas, como medicina preventiva, neumología, prevención de riesgos laborales y otros. Probablemente, ahora se abordará de la misma manera. Ese comité estudiará cómo aplicar las medidas y con qué intensidad, porque no es lo mismo un trabajador que un paciente psiquiátrico. El objetivo es acabar con el tabaco este año, aunque la campaña todavía no está diseñada.

El gerente, Félix Rubial solo avanza que «en primeiro lugar hai que optar pola persuasión antes da disuasión». El hospital no tiene capacidad de multar a nadie, pero puede llamar a la policía. No parece que de primeras se vaya a optar por esa vía. Sí se colocarán nuevos carteles que advertirán que el tabaco está prohibido en todo el recinto del hospital, según fuentes del complejo y, previsiblemente, se fomentarán los tratamientos para la deshabituación tabáquica, para que no sea solo algo estético.

«Hai situacións que nos avergoñan», admite Rubial, sin querer ir más lejos. Al menos, en público. En una reunión privada que mantuvo el viernes con profesionales para hacer balance del 2017 y trazar los objetivos del 2018, el gerente dijo lo mismo. La sugerencia que apunta su frase es evidente: hay mucho fumador con fonendoscopio al cuello.

XOAN CARLOS GIL

En el asunto del tabaco, dice Rubial, los trabajadores sanitarios deben ejercer «un liderado moral». Algo de eso hay, en un país con un 28 % de fumadores, el 30 % de los cuales desarrollan una enfermedad respiratoria crónica: «Cabe señalar la importancia del papel modélico de los profesionales docentes y sanitarios, en su labor educativa, de sensibilización, concienciación y prevención, fomentando modos de vida sin tabaco», dice en su preámbulo la primera ley antitabaco, la del año 2005. La teoría era buena.