Que Vigo es una ciudad atractiva para el turismo lo demuestran las cifras del último verano, en el que se han batido todos los récords de ocupación hotelera. Cuando ya llegamos al cierre del 2017 llegan otros datos alentadores. El auditorio Mar de Vigo ha sumado este año 11.000 asistentes a congresos, con un espectacular incremento del 45% con respecto a 2016. Así que también somos una ciudad para congresistas. Que funciona desde que tenemos un espacio adecuado y una gestión profesional, a cargo del Vigo Convention Bureau. De esta manera se explican congresos internacionales como el que en julio reunió durante una semana a 3.500 profesionales de la salud en Vigo. O los 700 especialistas en sida congregados recientemente. O los 600 ingenieros que nos visitaron en el Mesic 2017. O las 1.400 personas que abarrotaron el Salón de la Camelia, con notable presencia japonesa. El turismo de congresos es un jugoso negocio. Los participantes en estos eventos se gastan un tercio más que un viajero convencional. Con frecuencia recurren a los mejores hoteles y restaurantes. España, donde no todo va a ser vender sol y playa, está situada ahora como el quinto país en el ránking mundial de reuniones internacionales, por detrás de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia. Madrid y Barcelona compiten con las ciudades más demandadas del mundo. Les siguen Sevilla, Valencia y Bilbao. Pero ya se acercan en cifras urbes como Vigo, A Coruña, Santiago, Santander y San Sebastián.
Así que sí: Vigo es una ciudad para congresos. Y un gran destino turístico. Alegra mucho ver que por fin nos sacudimos absurdos complejos.