La era de las rotondas-espectáculo

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Marcos Canosa

La rotonda pantalla, un paso más en la escalada de originalidades para decorar glorietas

13 jul 2017 . Actualizado a las 09:15 h.

Los vigueses antiguos ya flipábamos con la fuente luminosa de la plaza de España porque a cada poco cambiaba la trayectoria de los chorretes haciendo figuras y por las noches, además, su color. Visto lo que ha pasado después, era la prehistoria. La era moderna es otra cosa. Si Abel Caballero no pasa a la historia como el mejor decorador de cruces de caminos urbanistas de todos los tiempos, es porque no pasó el examen de buen gusto, pero haciendo media con el de originalidad, aprueba con nota. Lo que no se le puede negar es la capacidad para sorprender a sus administrados, aunque lo más sorprendente es que a la gran mayoría le gustan a rabiar todas sus estrambóticas propuestas. La última, la rotonda pantalla LED de Rosalía de Castro, todavía tiene a medio Vigo ojiplático.

Hace unos años no existían estas polémicas porque no existían las rotondas. Ni siquiera sabíamos que ese era el significado literal de carrefour. Nosotros, en la berza, con el Alcampo. Y frente al de Coia fue precisamente donde se produjo el primer conflicto social de la historia del municipalismo teniendo a una rotonda como motivo. El culebrón tuvo de todo: vecinos a favor y en contra, encierros, cargas policiales, opositores arrestados, perdón, redención y aceptación. Total, por poner un barco de 27 metros de eslora fondeado sobre una mega glorieta en la avenida de Castelao. Y aunque digan que en el pasado Coia tuvo playa, no se ve ni se intuye el mar.

La decisión de cómo decorar una glorieta nunca fue muy contestada. El problema empezó cuando su denominación cambió a rotonda y España empezó a llenarse de ellas en cruces necesarios y hasta en rectas de libro. ¡Qué más da! Ahí la imaginación de los asesores rotondianos voló alto y hasta se dice que hay campeonatos secretos entre ciudades. Gana el que propone la chorrada más grande y se lo aprueban.

En Vigo tenemos varias candidatas al Oscar circular. Después del barco, que se quedó donde está si o si, vino la gracia del Dinoseto. Cuenta la leyenda que era lunes y un operario con el dái espeso, se confundió y colocó un arbusto con forma de monstruo prehistórico en Rosalía de Castro. A alguien en el Ayuntamiento le dio «como vergüenza», dijo que había sido un error y que su lugar era la Porta do Sol. Allí se puso y desde entonces en Vigo somos más felices. Le queremos, nos hacemos selfis con él y hasta ha puesto un huevo de alegría. Las primeras horas de vida de la rotonda con tele incorporada están siendo muy animadas. Dinoseto está celoso porque el foco de atención ya no es él. El pulpo de Gregorio Espino no se enfada porque nunca quiso protagonismo.

La nueva rotonda es trending topic en Vigo. Y su programación, mejorable. Es también la primera vez en la historia en la que en la que el sector audiovisual tiene competencia. Por ahora las sesiones andan flojas. Han puesto peces, la previsión del tiempo y emisiones con las letras al revés. El espacio tiene visos de ser como para dar las campanadas a medianoche. Ahora bien, la sugerencia del fútbol es incompatible con los intereses de la hostelería, de los vecinos y de los que tienen dos dedos de frente. Si tal que pongan alrededor unos sofás y grifos de cerveza saliendo en chafarís del suelo.