¿Quién apagó el aire?

VIGO CIUDAD

29 jul 2015 . Actualizado a las 09:31 h.

Esa es, estadísticamente, la pregunta que más se repite en los centros de trabajo durante los meses de verano. Después de esa locución interrogativa suele producirse la sesión diaria de mal rollo. La más friolera de la oficina protesta airadamente. El caluroso se queja de la tiranía de que siempre tienen las de ganar los que aducen estar helados, argumentando posibles contracturas futuras. El que se asa se fastidia. Punto. Tratará de volver a encender el aire cuando no le vean, con sigilo. La friolera volverá a indignarse y así hasta le infinito.

Las cuestiones de la temperatura ocupan la mayor parte de nuestro tiempo vital. Hablamos del tiempo no solo cuando no sabemos de qué hablar. Hablamos del tiempo casi siempre.

En Vigo, en verano, casi nunca había oportunidad de hablar del calor. Eso solo pasaba en Murcia. Aquí, como mucho, podías soltar lo de «Qué bochorno» unos cuatro o cinco días en tres meses (o si entrabas en el edificio del Concello de Vigo, que es un horno que fríe cerebros ya de por sí perjudicados). Ahora es un continuum. Los representantes de aparatos de aire acondicionado vendían tantos como los fabricantes de helados de hielo en Groenlandia. Los ventiladores eran esos artilugios que salían en las películas italianas. Ahora agotan existencias. Y que te instalen el aire ya metidos en la canícula es casi tan complicado como que Pepe Gotera te diga cuándo va a acabar la obra del baño.

Cosas del calentamiento global. Pero una cosa es la temperatura y otra es la sensación térmica. Incluso hay que diferenciar bien los enunciados. Cuando los meteorólogos aseguran, después de media hora de explicaciones sobre isobaras que «este fin de semana hará buen tiempo», hay que preguntarse qué es buen tiempo. Si nos dejamos llevar por la masa, buen tiempo es calor. Mucho calor. Y eso no está tan claro.

begona.sotelino@lavoz.es

Es la pregunta que más se repite en los centros de trabajo