Baiona, una isla de la hostelería en el limbo

Monica Torres
mónica torres BAIONA / LA VOZ

BAIONA

M.MORALEJO

El cierre de los municipios de Vigo, Nigrán y Gondomar asfixia al sector

26 mar 2021 . Actualizado a las 18:49 h.

Vigo y Baiona: la noche y el día. El cierre de la hostelería dibujó este fin de semana escenarios muy distintos entre los municipios obligados a bajar la persiana y los que intentan no hacerlo. Son dos caras de la misma moneda porque, tras el bullicio, el ruido de las copas y el olor a cocina gallega de autor que ayer embriagaba el casco histórico de Baiona, pesó la falta de clientes. La hora del vermú, con una decena de locales de la zona vieja de la villa era un espejismo por la algarabía momentánea.

«Trabajamos para minimizar las pérdidas», explica tras Pedro Villamarín. Este profesional con una dilatada experiencia en el sector de la hostelería, está al frente de Recuncho Mariñeiro, uno de los restaurantes de referencia. El cierre de Vigo, pero sobretodo de Baiona y Gondomar, los deja, como el perro del hortelano. «Estamos casi peor que si estuviéramos cerrados porque tenemos todos los gastos pero no clientes. Baiona es una villa turística, pero así los negocios son inviables porque nuestros clientes son de Baiona, de Gondomar y de Vigo», indica Villamarín sin encontrarle justificación a que no se haya aplicado un mismo criterio para toda la comarca de O Val Miñor.

A la una de la tarde hay al menos una decena de locales abiertos y el tiempo acompaña la hora del vermú en las terrazas. Una hora después comienza a bajar la actividad y, a las tres, no pasan de cuatro los restaurantes abiertos en el centro a una media de cuatro mesas por establecimiento en el mejor de los casos.

«Estamos al 20 %. Quizás durante la semana mejore algo, pero por eliminación porque solo estamos dos restaurantes abiertos, pero solo intentamos minimizar las pérdidas», insiste Villamarín advirtiendo que «la hostelería de Baiona se asfixia sin el resto del Val Miñor y Vigo». Grandes negocios, por volumen y capacidad, (como La Boquería, el Pazo de Mendoza, el Jaqueyvi, el Naveira o el Pedro Madruga), ni siquiera abrieron ayer sus puertas y tampoco lo hicieron varios hoteles del casco urbano. La presunta normalidad se acabó con el vermú y, a las cinco, ni las cafeterías hacían ya caja más allá de las que ofrecían bocadillos y tapas. «O abren todo el Val Miñor para que podamos sobrevivir o que cierren todo para que nos podamos acoger a los ERTE y a las ayudas que se pongan en marcha, porque en estas condiciones no podemos ni seguir mucho más ni parar», sostienen los profesionales del sector. El verano queda muy lejos, pero recuerdan que, pese a ser un municipio turístico, casi no hubo contagios en la villa. «Sabemos que hay que pasar el año y queremos minimizar riesgos y pérdidas, pero no podemos quedar cerrados por otros cierres», dicen.