Juan lleva un año y medio en lista de espera para una prótesis de cadera: «Quiero volver a trabajar»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

XOÁN CARLOS GIL

Su cirugía debía hacerse en menos de 90 días en el Cunqueiro, pero ese tiempo se ha sextuplicado; «me recomendaron no irme a un hospital concertado», dice

17 jun 2025 . Actualizado a las 16:27 h.

Juan Fraga, un operario de la automoción de Vigo de 44 años, lleva un año y medio esperando una cirugía en el Hospital Álvaro Cunqueiro para que le implanten una prótesis de cadera. Apenas puede caminar. Tampoco puede trabajar. Lleva ya más de un año de baja, pero las incapacidades temporales tienen un tope de duración de año y medio. «Me veo tramitando la incapacidad [permanente]», dice, «y no quiero, yo quiero hacer vida normal, quiero trabajar».

El Servizo Galego de Saúde asegura que este hombre «está actualmente no proceso de preoperatorio, tras ter rexeitado no seu momento a derivación a un centro concertado». Ni Juan ni su mujer, María Sotelo, saben a qué se refiere eso de «proceso preoperatorio», porque nunca lo han llamado para las consultas previas a la intervención. «Debe de llevar 500 días en proceso preoperatorio», ironiza ella.

Concretamente, 515. El 16 de enero del 2024 lo incluyeron oficialmente en la lista de espera, después de haberle hecho todas las pruebas, según consta en los documentos oficiales que ha podido revisar este periódico. En aquel momento se estableció que su cirugía era de prioridad 2. La normativa dice que en esos casos es «recomendable la intervención en un plazo inferior a 90 días». Ese plazo ya se ha multiplicado por seis y no hay nada que diga que no vaya a seguir creciendo. Desde enero del 2024 el servicio de traumatología no ha vuelto a contactar con él.

Es cierto que rechazó operarse en un centro concertado. En mayo del año pasado, el Servizo Galego de Saúde lo llamó y le ofreció operarse en Quironsalud Domínguez (Pontevedra). Una semana después, le ofreció Concheiro. El Sergas tiene un acuerdo con estos dos hospitales, con Povisa y con Vithas para derivarles pacientes de la lista de espera. Él lo rechazó.

«La traumatóloga me dijo: ‘‘Te van a llamar para un centro concertado, no te recomiendo ir''», explica, «tengo artrosis y necrosis en la cadera, y el fémur desviado. Tienen que hacer una prótesis adaptada a la curvatura del hueso. Prefiero que me opere ella».

Su caso viene de lejos. Creció con una pierna más larga que otra (dismetría), más de siete centímetros de diferencia. Lo operaron a los 18 años y llevó anclado un fijador durante dos años. Un tiempo después se lesionó en la playa y le quedó una diferencia de tres centímetros entre las dos piernas, que todavía arrastra. Lo fue supliendo con plantillas y un alza. «Me dijeron que a los 40 iba a necesitar una prótesis de cadera», dice. A los 42, comenzó el dolor y una sensación de hormigueo constante. Por eso acabó yendo a traumatología y decidieron operarlo. Hace 515 días.

En los primeros meses siguió trabajando. Para mayo del año pasado ya no era capaz. «En la empresa, yo hacía 23.000 pasos al día en el trabajo, estaba las ocho horas de pie, cargando piezas», explica. En aquel momento empezó la baja. Ahora espera la llamada del tribunal médico de la Seguridad Social para la revisión.

No puede hacer mucho. Mata el día a día yendo a la piscina y sentado o acostado en el sofá. El dolor va y viene. A veces, la pareja sale a tomar algo y dar una vuelta a la manzana, despacio. No hay mucho más. Le gustaba ir al gimnasio y andar en bici, pero eso ahora es imposible. En septiembre, su cabeza explotó: estaba agobiado, no dormía, se desesperaba... Ha tenido que medicarse y lo lleva con más calma.

«Al principio no me pasaba, pero ahora la pierna se me encaja en la cadera, como si la articulación hiciera tope», describe. Le suele ocurrir cuando se levanta del sofá. La pierna le queda ahí metida, paralizada. «La agarra y la mueve», gesticula su mujer. Cuando pasa un rato relajado, se acaba soltando.

Los últimos datos oficiales que publicó el Sergas dicen que el Cunqueiro tenía 2.020 personas esperando una cirugía de traumatología el 31 de diciembre del 2024 y que llevaban una media de 74 días esperando. Nadie estaba en la lista de espera desde hacía más de un año, según las cifras oficiales. Esos datos ocultan casos como el de Juan, porque él no está en la lista de espera oficial, que se llama estructural. Los pacientes que rechazan operarse en un centro concertado —aunque sea por recomendación de su médico— desaparecen de la lista de espera que el Sergas hace pública y pasan a otra, la no estructural, que no se publica.

Según los datos que el Sergas envía al Ministerio de Sanidad, en diciembre había 1.480 personas esperando que les implantasen una prótesis de cadera en Galicia y que llevaban una media de 79 días esperando —103 en la media española—. Pero, de nuevo, en esos datos no se incluye a quienes rechazan irse a otro hospital, a pesar de que nadie se lo advierte.

El Sergas no contesta a la Valedora do Pobo

La espera de Juan por una operación también es la espera por una respuesta. En mayo del 2024 presentó una primera reclamación al Sergas. Se sucedieron otras en septiembre, diciembre y enero. En las respuestas le dicen que al rechazar el centro concertado ya no tiene garantías de tiempo y debe seguir esperando.

En febrero llevó su caso a la Valedora do Pobo. Esta institución ha pedido información en dos ocasiones a la Consellería de Sanidade, pero no ha contestado.