Afectados por la Navidad de Vigo denuncian vertidos del mercado de la Alameda

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

cedida

Los vecinos de la zona centro donde se concentran las atracciones son testigos de constantes derrames de aceite y otros residuos directamente al alcantarillado

26 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tenemos permiso del alcalde», es la respuesta repetida por los trabajadores cazados in fraganti por los residentes en la zona echando, cada mañana, los residuos generados por la actividad de los establecimientos de hostelería, que son mayoría en la oferta del Cíes Market. Los puestos del mercadillo de Navidad instalado en los jardines de la Alameda durante casi dos meses, no cuentan con servicio de agua corriente, por lo que los restos que generan (sobre todo aceites y agua sucia) terminan en las alcantarillas que recogen las aguas pluviales y van directamente al mar sin ningún tipo de filtro.

Ese proceder es lo que denuncian desde hace semanas los habitantes de esa área de Vigo afectada por el evento navideño auspiciado por el Concello, que han creado una asociación para defender su derecho al descanso. Alba Novoa, portavoz de la asociación Vigo Zona Centro, colectivo nacido en marzo del año pasado, indica que esa conducta es una práctica habitual y recurrente: «Ellos no disponen de agua corriente en las casetas y no tienen dónde tirar los desperdicios de forma adecuada, así que los echan por el alcantarillado de aguas pluviales, que está superprohibido. Es como si a cualquiera se le ocurre, por ejemplo, hacer el cambio de aceite del coche en plena calle y tirar el usado por el sumidero», señala la viguesa que no solo lo cuenta de palabra, ya que hay decenas de fotografías y vídeos grabados a diario en los que se puede ver a diferentes empleados de los establecimientos de hostelería echando garrafas con líquidos de variada procedencia.

En algunos casos, cuando se trata de aceites, como se aprecia en los documentos gráficos, la huella que dejan va más allá de las arquetas y se extiende por el pavimento de granito engrasado, que luego los servicios de limpieza son incapaces de eliminar en el lavado habitual de las calles.

Novoa explica que esa actividad «prohibida y por la que le caería a cualquier ciudadano un pedazo de multa» ha sido denunciada formalmente en el Concello de Vigo, «pero no hacen nada porque entre otras cosas, no tienen forma de solucionarlo. Tendría que existir un plan de gestión de residuos para esta actividad, pero lo más fácil suponemos que es tirarlo al mar y punto», lamenta sobre un comportamiento altamente contaminante. El propio ayuntamiento de Vigo recoge en su normativa que entre las funciones de su departamento de Medio Ambiente está «velar de forma preventiva por la regularización de las actividades industriales, mercantiles, comerciales y análogas, alcanzar una descontaminación gradual y evitar los vertidos incontrolados al alcantarillado, a las aguas y a la costa, en el ámbito de las competencias municipales», y forma parte de su competencia «la concienciación a la ciudadanía de las consecuencias nocivas para el medio ambiente y para la convivencia social del depósito irregular e inadecuado de los residuos».

De hecho, el municipio está plagado de colectores de aceite para que los vecinos no los echen por los fregaderos y la ordenanza de limpieza pública y tratamiento de residuos sólidos urbanos especifica en su artículo 6 la prohibición rigurosa de «manipular o seleccionar los desperdicios produciendo su dispersión y dificultando su recogida».

Los análisis realizados por químicos indican que un litro de aceite usado contiene aproximadamente 5.000 veces más de carga contaminante que el agua residual o fecal, pudiendo llegar a contaminar 40.000 litros de agua, que es el equivalente al consumo anual de una persona, además de que la liberación de aceites y grasas al medio acuático, como sustancias hidrófobas de menor densidad aportan otros contaminantes que afectan al intercambio gaseoso.

Los vecinos lamentan que «se permitan actitudes tan poco ecológicas con total impunidad, que ya van más allá de si nosotros sufrimos las molestias de las actividades que genera la Navidad en nuestro barrio».