La herejía de oponerse al AVE por Cerdedo

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

El primer AVE comercial a su llegada a Ourense, el pasado 21 de diciembre
El primer AVE comercial a su llegada a Ourense, el pasado 21 de diciembre PABLO ARAUJO

Los 2.227 millones que cuesta, por ahorrar 10 minutos, pagarían una red de cercanía

16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pecado original del AVE en nuestro país tuvo varias fases: la primera llegó cuando, como símbolo de modernidad en la Expo-92, se inauguró la línea Madrid-Sevilla. La segunda fase empezó con la obra de la línea Madrid-Barcelona (quizás la única con cierto sentido), y el gran anuncio del «AVE para todos». Y así, cuando la inercia de la locomotora del AVE se hizo imparable a nadie pareció extrañar, ni nadie se preguntó cómo era posible que países con mucha mayor población, extensión y PIB que el nuestro apostasen mayoritariamente por un tren convencional moderno y no por el AVE.

Seguramente preferimos pensar que el resto de Europa y del mundo se equivocaba y nosotros teníamos razón. De esta forma llegamos el absurdo de ser, tras China, el país del mundo con más kilómetros de tren de alta velocidad. Lejos de aprender, seguimos insistiendo porque todos los alcaldes quieren su propio AVE particular y es una afrenta perder unos minutos respecto al vecino. En nuestro caso nos toca en el tramo Vigo-Ourense por Cerdedo. La crónica de este tan anunciado tramo —lleva 20 años siendo anunciado— sería interminable, y con un rico anecdotario que podríamos resumir en 20 años de estudios, en dura competencia con el trazado de la A-52 por ver quién consigue el récord mundial de años en estudio.

Y los que faltan, pues recordemos que en el 2018, tras anunciar el vigente estudio hidrogeológico el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, ya avanzaba que tras este estudio hidrogeológico, cuyas conclusiones llegarán a finales de año, vendrá otro que actualice el de impacto ambiental (entre que se saca a concurso, se adjudica y se desarrolla otros tres años siendo optimistas), previo al diseño del proyecto constructivo aunque previamente (estaríamos ya en 2027) con toda probabilidad se tendría que actualizar entonces el estudio hidrogeológico, esta vez con un proceso simplificado.

Sumando finalmente todos los plazos, la primera piedra real de ese trazado se pondría en el mejor de los casos dentro de una década. Pero ese inicio de las obras físicas en el 2032 sería la historia interminable. Sirva de ejemplo que las obras del túnel de entrada en Vigo, de apenas 8 kilómetros, necesitaron tres años. Solo uno de los ocho túneles del AVE por Cerdedo tendría 18 kilómetros, con lo que pocos vigueses y viguesas de mediana edad estaremos vivos para ver la obra terminada. En los últimos Presupuestos Generales del Estado el coste ya ascendía a los 2.227 millones de euros. Para que nos hagamos una idea esto significa en un trazado de unos 50 kilómetros un coste, calculando a la baja, de 445 euros por cada centímetro de trazado, y luego su mantenimiento. ¿Se justifica el gasto económico y el enorme impacto ambiental por reducir el tiempo de viaje a Madrid en diez minutos?

Oponerse al AVE por Cerdedo siempre ha sido caer en pecado de herejía en Vigo, y por eso casi nadie, salvo honrosas excepciones, se ha atrevido a hacerlo públicamente a lo largo de este tiempo. No es nada nuevo, la misma herejía que cuando los colectivos ecologistas nos opusimos a la apuesta por el AVE en lugar de por un tren moderno convencional (como hizo el resto del mundo), pero los años no pasan en balde y con los años siguientes fuimos viendo como los datos confirman que el supertrén es carísimo, un tren para ricos (salvo la novedad y las ofertas), no vertebra el territorio y pierde viajeros, frecuencias y se eliminan paradas a nivel general.

En Vigo todavía estamos a tiempo de evitar el último error y cada vez más voces plantean, incluyendo la correspondiente argumentación técnica, que existen alternativas, como la salida sur a través de O Porriño o un trazado en paralelo al río Tea. Ambas opciones aprovechando infraestructuras existentes y, por tanto, más baratas y con menor impacto ambiental. Seguramente es una cuestión de prioridades, pero con un presupuesto de 2.227 millones de euros se podrían sentar las bases de toda una red de trenes de cercanías que conectasen Vigo con toda su área metropolitana en el sentido más geográficamente amplio del término y con el resto de Galicia.