Leiro, autor de El Nadador, considera que el daño es inevitable «pero hay que intentar cuidarlo»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

A las manchas que aparecieron sobre la escultura del artista en la praza da Estrela la semana pasada se han unido niños con garabatos de tiza y el Marisquiño con vallas del montaje

30 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Francisco Leiro es el autor de El Sireno, que acaba de ser noticia porque las obras del túnel de la Porta do Sol amenazan su estabilidad. El escultor cambadés es también el padre de la escultura de El Nadador que se encuentra en la Praza da Estrela. Esta otra obra también dio que hablar la semana pasada porque apareció dañada con pintura tras una noche en la que cientos de jóvenes fueron desalojados por hacer botellón por la zona.

Ayer, a estas pintadas se añadieron las realizadas por niños acompañados por sus padres, que además de haber sido vistos por testigos, como certifican paseantes que suelen acudir a ese entorno con sus mascotas, no hay más que acercarse a las obras para darse cuenta de que se trata de garabatos infantiles realizados con tiza, así como marcas de pequeñas palmas de manos con témpera, con sus huellas digitales diminutas para no dejar duda.

 La pieza está hecha de bronce y forma parte de un conjunto que tiene su otra pieza frente al Hotel Bahía. «Es inevitable que pasen estas cosas», comentaba ayer a La Voz el artista añadiendo que «con esa pátina de hierro tan bonita que tiene, las pintadas son un horror». El Nadador es también un elemento que los pequeños usuarios de la plaza utilizan como tobogán, pero esto al escultor reconocido internacionalmente no le parece tan mal, de hecho, recuerda que «en su momento la hice pensando también en eso, que fuera como una escorredoira, una utilidad que no le hace daño ninguno, pero otra cosa es que la pinten. Lo que hay es que decirlo, hay que educar para que no se vuelva a producir e intentar cuidar las obras. Están ahí todo el año, que la gente disfrute del arte en la calle que es lo bueno, pero no que lo estropee», zanja.

El artista vigués Ash Santos condensa en su persona la esencia de este conflicto. Además de autor de varios murales, ha estudiado a fondo el mundo del grafiti, fue profesor de educación plástica en primaria y actualmente en Magisterio. Casualmente acaba de dirigir el TFG a una alumna sobre grafomotricidad fuera de los soportes legales (libretas, carpetas, baños, etc) y las conclusiones son positivas, ya que se trata de «una autoexpresión libre, no condicionada». Santos argumenta que el urbanismo no es amable con la ciudadanía y esta escapa por donde puede.

«Antes los niños salían a la calle, pintaban el suelo con tiza y no pasaba nada. Ahora no tienen dónde. Nos venden que Vigo es ciudad de color, pero es todo gris y cada vez más cemento. Quizás deberían dejar también murales para que los niños dibujen», opina aunque no defiende acciones como la ocurrida con el Nadador, «donde los padres deberían están para educar y guiar».

Olivos de más de 20.000 euros

En la Praza da Estrela también hay dos olivos recientemente comprados por la Autoridad Portuaria con un coste de más de 40.0000 euros, dañados por niños que juegan colgándose de ellos y escarbando. Desde la entidad declaran que van a hacer un «seguimiento especial».