Dinoseto languidece en su exilio de la plaza de Compostela

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

El icono cae en el olvido con el cambio de ubicación y la pandemia

09 abr 2021 . Actualizado a las 01:54 h.

No era el qué, sino el dónde. La clave del éxito, la popularidad del Dinoseto, efectivamente mermada por la pandemia y la escasez de visitantes, ha bajado en picado en su nuevo emplazamiento en la plaza de Compostela. La icónica figura viguesa de la era Caballero pasa tan desapercibida que hay gente que pasea a su lado sin darse cuenta de que el brontosaurio está allí, de vigilante del edificio de Correos en vista de que en su empleo como atracción turística está en ERTE.

Se cumple casi medio año desde que el Concello decidió moverlo a la Alameda mientras durasen las obras de Porta do Sol, que van para rato. Desde entonces, el monumento vegetal que desde que llegó a Vigo en el 2015 ya ha tenido descendencia, vegeta al lado de su retoño Dinosetiño con los pies resecos (un SOS a Parques y Jardines: ¡Agua!) esperando a que alguien se haga selfis con ellos. Pero ni por asomo.

Elena, que trabaja en la agencia de viajes que está enfrente, confirma que es raro ver a alguien que se suba a la plataforma de madera para llevarse el recuerdo. «En Navidad sí, pero ahora ya nadie se para», advierte mientras se acerca un grupo de chicas con móviles en las manos, pero lo esquivan. Cazaban tesoros en un juego de realidad virtual.

Hay vecinos y hosteleros que se manifiestan a favor de acogerlo de forma permanente, pero otros, aunque no les molesta, tampoco lo ven como un talismán. «Empresarialmente no lo valoro porque no creo que nadie venga a Vigo a verlo. Yo, al menos, no lo haría», afirma el gerente del restaurante Nero, a unos pasos de la estatua verde.

Subiendo unos metros hacia la calle Carral está la tienda de objetos de diseño Vaidhe, donde venden recuerdos con la figura de Dinoseto (por ejemplo de la marca Ultramarinos Deseño Galego). Una de sus responsables, Eli, afirma que antes de la pandemia era un bum. «La gente preguntaba si teníamos cosas para regalar con su imagen, pero ya no, sobre todo porque eran los extranjeros los que solían interesarse y pocos hay», lamenta.

También es cierto que el icono del Vigo del siglo XXI, -que tiene entrada en la Wikipedia (sin actualizar), un videojuego con su nombre y cuenta en Twitter- se halla en medio de un vergel en el que padre e hijo pasan desapercibidos entre magníficos ejemplares arbóreos. Augusto Monterroso, de haber escrito su famoso texto en la Porta do Sol, ya no podría haber dicho: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Estaba una tuneladora.