Andrea Llovo, el oro del empeño

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VIGO

Oscar Vázquez

La viguesa ganó el nacional absoluto en un año con problemas para entrenar y después de quedarse fuera del estatal en su primer curso sénior

11 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocho saltos, tres piruetas, dos líneas de pasos, cuatro minutos y medio de programa largo y una medalla de oro en el Campeonato de España absoluto de patinaje artístico individual. Así se resume el éxito de la viguesa Andrea Llovo, que a sus 20 años consiguió su primer título de campeona de España.

El cetro es la recompensa a 10 años en un deporte cargado de sacrificios y de horas de entrenamiento (10 a la semana solo de pista, además de preparación física, flexibilidad y baile, entre otros aspectos). «A los 10 años comencé en el cole, en Maristas, como una actividad extraescolar, y luego ya me pasé al club», comenta mientras precisa que «fui porque mis amigas patinaban y entonces me apunté. Nunca había patinado, hacía baile». Desde que se calzó los patines siempre estuvo bajo la dirección de Manuel Feijoo, que en esta ocasión contó con la ayuda de Llorenç Álvarez, un patinador catalán que fue el encargado de montar la coreografía.

El éxito le llegó a la viguesa en una situación complicada por la pandemia, aunque tuvo la fortuna de poder entrenar en el CGTD en Pontevedra. También con una premura de tiempo, ya que hasta última hora estuvieron en el limbo todos los campeonatos. Sin embargo, en Cunit todo funcionó. «Lo hice bien, con algún fallo, pero bien para lo que había entrenado, y había bastante nivel». Por encima fue la primera en salir -lo que siempre es un hándicap para la puntuación de los jueces- y tuvo que esperar pacientemente hasta el final para verse con el oro al cuello. Nadie pudo superar los 54,75 puntos de su actuación.

El oro le permite a Andrea Llovo, que fue subcampeona de España juvenil y octava de Europa y que pegó un giro radical en su rendimiento deportivo en el 2017, resarcirse de una poco entendible ausencia en el estatal sénior del 2019 al no pasar el corte del gallego. «Era una pequeña espina clavada», reconoce. De paso un refrendo para seguir haciendo camino: «Ganar es una motivación para seguir luchando y seguir cumpliendo objetivos, una alegría. Además, debido a la situación competir ya era todo un logro». De hecho lo hicieron sin público en la gradas, con distancia de seguridad y con mascarilla.

Estudiante de un ciclo superior de Acondicionamiento Físico en Cangas, Llovo tiene su vida enfocada al mundo del patinaje. Ya comenzó a dar clases en colegios y escuelas deportivas, estudia para sacarse el título de entrenadora (por el momento el nivel uno), trabajos que compagina con un exigente entrenamiento. Porque a sus 20 años todavía quiere prolongar tres más su carrera en la patinaje individual para a continuación apostar por la versión grupal (el show). «Me parece que es interesante y una manera de seguir vinculada al patinaje». Da la impresión que ella ya lo está de por vida.