Goles brasileños para el líder

m. v. f. VIGO / LA VOZ

VIGO

NATALIA GONZÁLEZ

Balonmano El Novás encabeza la liga en Plata con Petter como máximo anotador

25 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Henrique José Petter Solenta (Brasil, 1997), al que todos en el Novás conocen por Petter menos su técnico -«¡es el único que me llama Henrique!»-, comenta que casi todo esta temporada está siendo «perfecto». En lo individual y en lo colectivo. Porque el conjunto de O Rosal, donde vive su segunda campaña, es líder invicto de División de Honor Plata de balonmano y él es el máximo anotador del equipo y tercero de la liga. Las lesiones y la pandemia son los únicos inconvenientes, a los que por ahora el grupo de Álvaro Senovilla se está sobreponiendo con nota.

Petter llegó a O Rosal en el 2019 tras su paso por Villa de Aranda y Zamora. Cumplió el sueño de cruzar el charco para jugar al deporte que practica desde los nueve años casi de casualidad, y llegó para quedarse. «Vine por medio de un amigo al que llamaron para jugar en Aranda. Él tenía contrato y no podía, así que me recomendó y me llamaron», rememora. No lo recuerda como un salto difícil. «Es el deseo de todo niño que juega al balonmano en Brasil. Tenía muchas ganas y la adaptación fue muy fácil», relata.

En su país el balonmano tiene «muy poca incidencia». «Allí no se ve a un deportista de balonmano como alguien que esté trabajando, no se puede vivir de ello», señala. Una de las claves por las que se ha sentido tan a gusto en España, y en especial en Galicia, es que «aquí la gente te quiere porque eres de su equipo, hay una cultura muy fuerte que no existe en Brasil».

Pero si afirma que en todo momento se ha sentido feliz desde que dejó su país, enfatiza que «sobre todo aquí, en el Novás». «El balance es muy positivo. El año pasado había sido mi mejor temporada y no la terminamos, no sé a dónde podíamos haber llegado», dice en referencia a un parón por covid que fue duro, pero que a la vez ha servido para regresar a las pistas con más ganas. «Fueron cinco meses sin tocar el balón y se hizo duro. ¡Nunca había tenido unas vacaciones tan largas!», comenta.

Cinco goles por partido

Ese curso que acabó «antes de tiempo» y en un momento en que contaba con «muchos minutos y la confianza del entrenador» ha tenido continuidad con un nuevo técnico, Álvaro Senovilla, con el que él ya había coincidido en el Villa de Aranda. «Fue el que me trajo a España», recuerda. Y de su mano está brillando en el plano individual. «No me importaría ser el que menos marcara si ganamos, pero es bonito ver que las cosas están saliendo y que puedo aportar al equipo, no solo con goles -lleva une media de justo cinco por partido-, sino en general», valora.

Celebra que, tanto a nivel personal como grupal, «el balón está entrando» y las piezas están encajando a la perfección. «Creo que tenemos mejor equipo que el año pasado, pero sobre todo la clave es el trabajo», argumenta. Recalca que las lesiones les han impedido contar con el plantel al completo jornada a jornada y se han sobrepuesto. «Pese a ello, seguimos sacando puntos. Estudiamos mucho a los adversarios, el entrenador nos lo pone fácil con vídeos y le metemos mucha intensidad. Nos superamos día a día», desgrana.

Por todo lo anterior, y desde lo más alto de la tabla junto al Barcelona B, que suma sus mismos doce puntos, Petter considera que «las expectativas son bastante altas». ¿Tanto como para pensar en el ascenso a Asobal? «El objetivo es el máximo posible, es lo que me propongo desde que llegué a España. Tenemos que tener los pies en el suelo, pero claro que la meta es ascender», indica taxativo.

A día de hoy, le resulta complejo vaticinar si serán los mismos equipos que ahora pelean por las primeras plazas los que estarán ahí según vaya avanzando la competición. «Es complicado hablar de eso, pero está claro que ahora vienen partidos importantes contra rivales directos en el próximo mes», indica.

También planea sobre ellos la sombra de la pandemia, que obligó a aplazar un partido por el positivo de un rival pero que aún no les ha tocado desde dentro. «Cuando suspenden un partido, te cortan el ritmo y te cambia todo. Y si te toca en el vestuario y tienes que parar quince días tiene que ser muy complicado. Pero hay que adaptarse, no queda otra opción». Mientras, disfrutan de un vestuario muy unido. «No podemos hacer comidas ni cenas, pero el ambiente es muy bueno, siempre haciendo bromas y riendo». Admite que los resultados, y verse en lo más alto, potencian un «buen rollo» que ya existía cuando llegó.