Ramón Alonso: «Ni ahora somos héroes, ni antes demonios»

VIGO

M.Moralejo

Hombre del transporte, reclama medidas eficaces para la distribución en la crisis del coronavirus

21 mar 2020 . Actualizado a las 22:11 h.

Es lo que tiene haber vivido siempre sobre ruedas: se piensa más rápido y se toman decisiones en cada bifurcación. Ramón Alonso (O Porriño, 1952) lo ha hecho desde pequeño, desde que compaginaba el colegio con servir desayunos, comidas y cenas en el negocio familiar, el restaurante Alonso, a decenas de directivos y técnicos de las empresas que surgían como setas en el polo de desarrollo porriñés: Biona, Censa, Terrazos Riego... «Aquello era como El Corte Inglés, teníamos de todo: medias, zapatos, ropa de niño, ultramarinos, bar, casa de comidas y hostal con 60 habitaciones», rememora el presidente de la Federación Gallega de Transporte de Mercancías.

Quizás escuchar los proyectos de los huéspedes del hostal, mezclado con el empuje de un pueblo que mudaba de rural a industrial, hizo a Alonso convertirse en emprendedor, aunque en aquellos años sesenta el calificativo para los comercialmente inquietos era en realidad el de ‘aventureros’. Con 21 años se convirtió en el primer vendedor de aceite embotellado de Coosur. Destacó y desde aquella no paró, ni lo hace ahora con cuatro empresas dedicadas al transporte de mercancías, paquetería, almacenaje, distribución de productos farmacéuticos y operaciones inmobiliarias.

«Todo ha cambiado tanto. Recuerdo cuando empecé a conducir autobuses, todo era a base de músculo para mover el volante y piernas para frenar y embragar. La primera vez las agujetas me duraron quince días», recuerda. Los autobuses llegaron a su vida vía matrimonial. «Me case pronto, a los 23 años, y ahí sigo».

Se asoció con su suegro y añadió autobuses a la flota de la Empresa Miño. Uno de ellos le ha dejado una herida que nunca podrá cerrar. El 10 de abril de 1979 el vehículo se precipitó desde un puente sobre el río Órbigo y 45 niños y cuatro adultos se dejaron la vida en ese punto que sigue dando escalofríos en Santa Cristina de la Polvorosa. «Lo peor de mi vida. Desde entonces tengo el pelo blanco, tratando de entender qué pasó y por qué un suceso que en circunstancias normales se podría haber cobrado tres o cuatro vidas, tuvo un saldo tan negro. Ese río nunca llevaba agua, pero ese día estaba hasta arriba; hacía frío; habían extraído áridos del cauce dejando un gran agujero al que fue a parar el autobús, que no se encontró hasta tres días después».

Ha adoptado un canguro como logotipo para una de las divisiones del grupo empresarial que dirige con su esposa. Ralotrans transporta fármacos acumulando miles de kilómetros a la semana en sus vehículos y con Dalot lleva a cabo transporte pesado, logística y almacenamiento para terceros como Alcampo, Pescanova, Froiz, Eroski...

«Vas probando», dice como máxima empresarial para reconocer también decisiones no acertadas como las dirigidas a la conserva o la construcción.

M.Moralejo

Voz del sector

Lo de Ramón Alonso es la carretera y por eso acumula años de representación del sector tanto en Galicia como en la Confederación Española de Transportes. Su pelea ahora no puede estar más que centrada en defender las condiciones de quienes corren ya sin límite de tacógrafo ni descansos obligados para abastecer a los mercados y que el pánico a la carencia de productos básicos no acreciente el miedo al coronavirus.

«Hay que hacer un corredor para el transporte, sea por autopista, autovía o lo que sea, darle prioridad en un momento como este», clama. Pero advierte que no se trata de dar privilegios a los transportistas, sino a los productos que llevan y en definitiva a la sociedad que los demanda y consume. Y considera que si hay un territorio en el que el transporte debería gozar de una discriminación positiva, ese es Galicia. «Cataluña o el País Vasco tienen Francia al lado, nosotros a mil kilómetros», reflexiona sobre el coste añadido que soporta la producción gallega. Por ello se opone a nuevos peajes, la euroviñeta o los precios de la AP-9, «los segundos más caros tras los vascos», advierte.

Describe a los transportistas como «realmente agotados» con las jornadas que están llevando a cabo desde que comenzó la crisis sanitaria. «Pero ni ahora somos héroes, ni antes demonios», dice para sacudirse la leyenda negra que cree tiene el sector en cuestiones como la contaminación, el desgaste de los viales, su incidencia en la seguridad viaria y sobre la profesión misma».

Ramón Alonso se lanza a hablar de política en tono crítico hacia los que mandan. A todos les reclama más cabeza en la planificación, en las inversiones, en saber emprender, como hace él desde los 21 años.

DE DONDE VIENE

-¿Cuál fue su primer trabajo?

Representante de aceite Coosur. Fui el primero en venderlo embotellado. Sos-Cuetara prescindió de mi hace unos años para entregarse a los hombres de negro. La acción pasó de 16 euros a solo 0,02 ahora.

-¿De qué viaje guarda mejor recuerdo?

Egipto, porque le hacía mucha ilusión a mi mujer. Por si acaso, probé el agua del Nilo, dicen que así vuelves.